La problemática de los neumáticos venía de largo, pero fue a mediados de la temporada 2008 cuando terminó de estallar. En el GP de Laguna Seca, Michelin, atendiendo a la climatología del curso anterior, llevó al trazado californiano unas gomas pensadas para resistir las altas temperaturas que, presumiblemente, sufrirían de nuevo. Lo que los galos no esperaban es que en pleno mes de julio el frío fuera la nota predominante. Así, los representantes de la marca francesa se encontraron con un panorama desolador: sus ruedas no estaban a la altura de los Bridgestone.
La historia se repetía. En 2007, los hombres de Michelin fallaron en la carrera americana porque los neumáticos escogidos para todo el fin de semana fueron excesivamente blandos. Un año después, pecaron de ser demasiado duros y Bridgestone copó otra vez el podio. Dovizioso, el mejor Michelin, acabó cuarto a casi 35 segundos del ganador, Valentino Rossi.
Las dificultades continuaron en la siguiente cita del calendario (República Checa), donde el bajo rendimiento de las gomas propició de nuevo las quejas de los pilotos. Alberto Puig trató de presionar a los franceses, orquestando un boicot similar al producido en la Formula 1 en 2005. La idea era que los que montaban ruedas galas no salieran en carrera, pero no llegó a buen puerto. Todos corrieron, aunque al término de la prueba algunos, como Dani Pedrosa, explotaron: “Nunca en mi vida había sentido tanta vergüenza. La gente de Michelin no reconoce los errores. Además, son arrogantes. Hacen ver como si tampoco fuera tan malo. Ha sido la peor carrera de mi vida. No se puede llegar a decir ni que haya corrido una carrera. He pensado en meterme en el box, pero no lo he hecho porque podía coger un punto". El barcelonés, que fue decimoquinto, no se conformó con expresar sus quejas y tras disputar el Gran Premio de San Marino anunció a los medios su determinación de pasarse a Bridgestone. "Hemos tomado esta decisión después de comprobar que no había buen ''feeling'' entre Pedrosa y Michelin", comentó entonces Kosuke Yatsutake, director general de HRC.
Aquello significó el principio del fin para Michelin. Tras la pérdida de Rossi el año anterior, los franceses se quedaban ahora sin su principal estandarte. Unas semanas más tarde, en Japón, llegó el anuncio oficial: en 2009 el campeonato sería monomarca. A partir de entonces, se abría un proceso por el cuál las diferentes firmas interesadas debían presentar sus respectivas propuestas para convertirse en el proveedor único de gomas de MotoGP.
Los franceses no tardaron mucho en bajarse del carro, aduciendo que no creían en un campeonato en el que no existiese una lucha entre las diferentes compañías. “El espíritu de la competición ha sido siempre capital para Michelin. Los deportes de motor han sido el máximo exponente para conseguir el estímulo de los fabricantes para incrementar al máximo el desarrollo de los neumáticos que algún día equiparán los vehículos de serie", asegurarían después mediante un comunicado. Después de más de tres décadas proporcionando ruedas a los equipos del Mundial de MotoGP, Michelin se marchaba de la categoría reina.
Bridgestone es el elegido
La retirada de los franceses allanó el camino a Bridgestone, quien en Australia recibió el visto bueno de la FIM. La rúbrica del contrato entre ambas partes no se produjo hasta el mes de enero del año siguiente, pero antes ya se filtraron muchos detalles: los pilotos contarían con un menor número de neumáticos, tanto de agua como de seco (20 por Gran Premio, en lugar de los 40 de antes); igualmente habría menos compuestos, se suprimiría la goma de calificación y para los test de pretemporada las ruedas que podrían ser utilizadas no pasarían de 150.
Pese a las dudas iniciales, el cambio fue un éxito. Los pilotos se adaptaron rápidamente y se mejoró el espectáculo. Prueba de esto último es que en 2008 no hubo ni una sola carrera que se decidiera por menos de un segundo y medio; en 2009 fueron seis, incluyendo el inolvidable duelo que protagonizaron Rossi y Lorenzo en Cataluña.
Al término de la temporada, Hiroshi Yamada, máximo responsable de la compañía japonesa en el Mundial realizaba las siguientes declaraciones: “Estamos muy contentos, no hemos recibido muchas quejas sobre el comportamiento de los neumáticos y no hemos tenido problemas ni con la calidad ni con el rendimiento. Se han mejorado los tiempos por vuelta y también los cronos en carrera".
La campaña siguiente, sin embargo, arrecirían las críticas por la dureza de las ruedas, algo que impedía a los pilotos calentarlas rápidamente en los primeros giros de cada Gran Premio. Fueron muchos los que se fueron al suelo por esta circunstancia, entre ellos Rossi en Mugello, donde se fracturó la pierna y dijo adiós a la temporada. Las quejas continuarían en 2011, lo que propiciaría que para 2012 los japoneses fabricaran un delantero más blando que adquiría una mayor temperatura en menos tiempo.
Con la subida del peso de las MotoGP en 2013, reapareció el problema y también las protestas. 2014 no quedaría exento de polémica, con acusaciones por parte de algunos pilotos de rodar con gomas defectuosas (como ocurrió con Lorenzo en Australia); ni de sorpresas pues fue en esta misma temporada cuando Bridgestone anunció que a finales de 2015 abandonarían el Mundial, según dijeron, porque “era el momento de cambiar de estrategia". Así, en 2016 regresará el campeonato el ‘hijo pródigo’, Michelin. ¿Cómo continuará la película de los neumáticos?