El domingo, durante la ceremonia de entrega de los Pingüinos de Oro, el alcalde de Valladolid confesó que la de este año sería la última edición con sede en el pinar de Puente Duero. «Lo razonable es que siguiera aquí pero es imposible. Tanto la Junta, como el Ayuntamiento, como los organizadores y los propios participantes entienden que este es el sitio ideal, pero los ecologistas nos han frito a denuncias y por tanto este será el último año». Así lo aseguraba Francisco Javier León de la Riva, que sí que garantizó una nueva edición en 2015 y en los años posteriores, «ya estamos buscando otro pinar en el entorno más inmediato, en una zona con una protección inferior al que tiene el de Puente Duero». Nadie teme por el futuro de Pingüinos, entre otras cosas porque fue declarada Fiesta de Interés Turístico Regional hace ya cuatro años. Pero sobre todo porque su corazón, que es el de los miles de motoristas que se desplazan hasta allí, late más fuerte que nunca. Nada menos que 27.456 inscritos, lo que supone la cifra más alta en los seis años que la concentración ha estado instalada en Puente Duero. Es también el segundo año con mayor número de participantes, solo superado por la de 2008 en Simancas (29.812). Sí que ha sido la edición más internacional y los asistentes procedentes de otros países han aumentado un 15 por ciento respecto a 2013, siendo notable el aumento entre los motoristas italianos.
No hay duda que el tiempo ha facilitado las cosas ya que salvo algunos bancos de niebla temporales, el sol y las temperaturas suaves han sorprendido a propios y extraños. Ni los más veteranos recordaban un Pingüinos tan benigno. Quizás por eso costaba más encontrar grandes hogueras rodeadas de aficionados, la Plaza Pingüinos se ponía a rebosar con cada concierto y había menos colas en la caseta donde se ofrece el caldo y el café «pingüinero», y aun así se sirvieron más de 5.000 litros entre ambos en todo el fin de semana.
Participación récord
Aunque desde el jueves ya se podía anidar, el grueso de la concentración se dio cita el viernes, y eso se notó en las carreteras donde este año la presencia de las motos aumentó. En mi caso, igual que le sucedía a Marcel Proust con su icónica magdalena, que asociaba una experiencia sensorial con un recuerdo, el caldo que me recibió nada más llegar me hizo entrar en un estado de melancolía y me acordé de anécdotas anteriores. Pero lo bueno de Pingüinos es que aunque las actividades se repitan, acampes en la misma zona y te encuentres con la misma gente, no hay dos ediciones iguales.
Uno de los platos fuertes lo vivimos el viernes, con la entrega del Pingüino de Oro a Maverick Viñales. De esta forma, el campeón del mundo de Moto3 fue el anfitrión de la Fiesta de Nochevieja, y brindó con cava y piñones por al nuevo año motero. Y es que para muchos, este fin de semana supone el primer viaje en moto del curso. Un vistazo rápido el primer día nos confirmaba que estábamos ante una edición especial de Pingüinos. Miles de personas se agolpaban en una Plaza donde también vimos un incremento de las marcas y patrocinadores. Hemos vuelto a ver grandes estands, como por ejemplo el que compartían Suzuki y Namura, donde se exhibió todo el fin de semana la nueva V-Strom 1000. No solo las motos descansan al raso esta primera noche, ya algunos regresan a las tiendas tras una noche de jarana. La mayoría, eso sí, se prepara para el Desfile de las Banderas, que es el auténtico termómetro que mide el éxito de cada edición, y el de este año fue apabullante. En los pocos más de 10 kilómetros que separan el pinar de la Acera de Recoletos, los motoristas desfilan en procesión y cuando la cabecera entra en la capital, aún hay gente que espera para salir.
Pingüinos del año motociclismo:
Como cada año, en la ceremonia de los Pingüinos de Oro, la revista MOTOCICLISMO hizo entrega de su premio al Pingüino del Año, que en este caso recayó en Antonio Maeso, lesionado de gravedad cuando competía en el TT de la Isla de Man. Por su valor, su sacrificio y su espíritu de superación, el piloto almeriense se ganó nuestro reconocimiento, justo un año después de recibir también el de la organización (Pingüino de Honor 2013). «Yo he crecido como lector de MOTOCICLISMO, porque mi padre tenía revistas encima de la mesa que yo leía con cuatro o cinco años. Que un día tu revista de cabecera se acuerde de ti por tus méritos deportivos, es el no va más». Además, este año hemos querido rendir homenaje a nuestro inolvidable director, Javier Herrero «El Cheli», fallecido las pasadas navidades. Recogió la placa su hijo, que emocionado recordaba las andanzas de su padre en Valladolid. «Vine durante muchos años con mi padre a trabajar. A él le gustaba recorrer las hogueras, hablar con la gente y tratar de dar cada año una visión diferente de lo que era Pingüinos. Hoy, mientras pasesaba por la Plaza, he podido comprobar el cariño que la gente todavía le guarda».
En el número 2.393, que saldrá mañana a la venta, podréis leer todas las declaraciones del resto de premiados: Carlos Checa, Maverick Viñales, Alex Crivillé, Gustavo Cuervo, el Hospital Nacional de parapléjicos de Toledo y la Unidad de Seguridad Vial de la Comisión Europea, así como una crónica sobre todo lo que rodeó a la carpa del Action Team.