Beta ha tenido claro desde hace muchos años que en su catálogo debía tener una trialera de excursión. La gama de este tipo de motos las bautizó con el apellido Alp -abreviatura de alpinismo- en referencia a su capacidad aventurera en la montaña. Inicialmente ofrecía sus motos de trial dotadas de elementos de confort como el asiento o el portabultos o depósito más grande. Pero con el tiempo su concepto lo ha evolucionado desde unos aires puramente trialeros hasta un concepto más polivalente con tintes trail con mecánicas 4T.
Primero lanzó la Alp 200 y, tras su buen éxito comercial, en 2003 puso a la venta la Alp 4.0. Una nueva montura para quienes buscaban la mismas sensaciones pero con un motor de más prestaciones. Además, La Alp 400 aumenta la utilidad aventura al permitir cubrir rutas de mayor distancia, con uso en carretera y urbano, creciendo para ello no sólo en cilindrada del motor sino también en sus dimensiones.
La mecánica, como en la 200, también se recurrió a Suzuki, quien suministró el fiable motor que equipaba la DR 350 SE de trail. Un propulsor 4T, con arranque eléctrico, refrigerado por aire., anclado a un robusto bastidor, cubierto con una carrocería de inspiración futurista y un depósito de 10,5 litros que garantiza una buena autonomía -su consumo es contenido-.
Las suspensiones Paioli tienen mayor recorrido y son más robustas que las de la 200, dando como resultado un conjunto confortable y homogéneo. El equipamiento incorpora, instrumentación digital con testigo de reserva, asas y estribos para el pasajero, así como tapón de combustible con llave. La mecánica de la Alp transmite buenas sensaciones, y sus 30 CV transmiten un buen primer golpe de gas, aunque la penaliza el alto ruido que emite su escape, algo molesto especialmente en uso urbano.
La 4.0 no es una trialera sino una enduro/trail «light», montura divertida en espacios amplios, encontrándose a gusto sobre pistas de tierra de buen suelo y carreteras reviradas de montaña, donde saca a relucir sus aptitudes ruteras. Los desarrollos de cambio resultan idóneos para mantener en carretera cruceros en torno a los 100 km/h. Y cuenta con buena estabilidad en el tren delantero, beneficiada por el uso de unos neumáticos mixtos con tacos, algo justos cuando rodamos por la montaña.
Sólida
Las bondades de la mecánica y el chasis no pueden expresarse en toda su plenitud al quedar condicionados por la limitada capacidad de la suspensión, blanda como el muelle de un boli. La horquillas aún mantienen el tipo, siendo sensible y cómoda, aunque rebotona y falta de aplomo. Pero el amortiguador trabaja seco y bache que coge, bache que traduce en rebote enérgico. Algo que no se puede mejorar al no haber opción de realizar reglajes, quedando el piloto con sentimiento de enjaulado pues podría correr más, porque el motor tiene capacidad para ello.
Es una montura muy robusta, tremendamente fiable y en la que, dándole el uso para el que ha sido diseñada, nada fallará.
Siendo conscientes de que es una moto de paseo, por pistas y sendas fáciles, entonces lo pasaremos bien. En cuanto intentemos otra cosa, rápidamente encontraremos su limitación y nos quedaremos desencantados.
Por eso es una moto buscada y valorada de segunda mano, con un precio muy estable de cotización en torno a los 2.000 y 3.000 euros. Por cierto que, salvo por los colores -más oscuros en los primeros modelos y más luminosos en las siguientes- no seréis capaces de diferenciar las versiones de un año u otro. Recordad que es un modelo que aún, con esta misma arquitectura, se sigue vendiendo habiendo cambiado sólo la carrocería y algunos componentes de la suspensión y los frenos, además de ofrecer extras en opción como unas alforjas de carga.