Otros podrían estar lamiéndose las heridas y echando pestes de su suerte, pero no Jordi Torres. La famosa sonrisa del piloto de Rubí no es una fachada, sino el espejo de su alma. A pesar de una temporada durísima que le ha llevado a abandonar el Mundial de Moto2, Jordi sigue dispuesto a disfrutar –y trabajar– cada día a tope.
¿Qué ha pasado realmente? El año pasado tú y Nico Terol ganabais carreras y esta temporada todo ha ido bastante mal…
El año ha sido un poquito difícil, pero yo soy positivo. Al principio todo iba bien, el equipo, la moto… En 2014 empezamos muy positivos. La idea era estar delante. Pero luego en la pretemporada de 2014, en los entrenos de Jerez, empezamos a notar que algo no iba bien. Nico y yo sufrimos dos caídas fuertes en esos entrenamientos en la pista gaditana. El tren delantero no iba igual que el año pasado. Era como conducir a ciegas. No era “chattering" sino un flaneo extraño. La moto era muy poco precisa en las curvas.
A mitad de temporada hicimos un entrenamiento con los neumáticos Dunlop del año pasado y todo fue perfecto. Los neumáticos de esta temporada tienen algún pequeño cambio en la carcasa y esto nos ha afectado mucho. Zarco y Aegerter cambiaron a WP y empezaron a estar delante. Luthi siguió con Ohlins pero ha evolucionado más que nosotros. Dunlop insiste en que no ha cambiado nada, pero puede ser un pelín en la carcasa. Las Suter lo han notado bastante. El año pasado nuestra base funcionaba, íbamos rápido. Esta temporada cada vez que estaba delante terminaba acostado por alguna curva.
¿Cuál fue el mejor momento y el peor de la temporada?
Lo peor ha sido la impotencia de tirar en cada carrera y ver que no avanzas. Mi equipo técnico es maravilloso, espectacular. Hemos trabajado muchísimo. Es lo que más mal me sabe. Defraudar a mi equipo técnico. Lo mejor fue Montmeló, salí el 16 y no podía acabar así en el GP de mi casa así. Le dije a mi técnico Enrique Peris: “en esta carrera o al podio o entro por la puerta de atrás". Y entré por la puerta de atrás. Faltaban cuatro vueltas, iba cuarto y me estaba preparando para adelantar a Luthi. Iba con los ojos en rojo. Es malo acabar cayéndote, pero la mentalidad es positiva. Ese empecinamiento es muy bueno. Fue lo más bonito de este año. Aparte de la convivencia con mis mecánicos.
Cuando luchas y luchas y las cosas no salen, ¿llega un momento que te empieza a afectar psicológicamente?
A mí no me ha afectado. Tenía esperanzas de volver a correr el Mundial de Moto2 en 2015 para demostrarme a mí mismo de lo que era capaz. He trabajado lo mismo y tengo el mismo talento. Soy muy realista y cuando me equivoco lo digo. Encima de la moto hay dos o tres décimas que son motivación. Siempre me he subido motivado. Con los mecánicos que tenía era imposible subirse a la moto apenado.
Mundial de SBK
Desde el sofá, como espectador, todo el mundo me dice que lo voy a hacer bien en SBK. Sé cómo es el campeonato de Moto2. Para frenar más tarde no hay que tener el dedo fuerte, sino el coco. Tito Rabat no es el que más frena, ni el que más pronto abre, sino que es el que hace menos cuerda. Gira muy bien. No se sabe muy bien cómo puede hacer así el ápice de la curva. La trazada lo es todo, pues las Moto2 corren poco.
¿Cómo te ves con una SBK?
No me acuerdo cómo se lleva una mil, pero lo que te enseña Moto2 se puede llevar a todos los sitios del mundo. En SBK sobra la potencia, pero todo es más dócil. La Moto2 es una especie de 250 con motor de 4T. Necesitaré mucha adaptación porque la conducción es diferente. Al mes del primer test (enero) ya vendrá la primera carrera. El equipo Red Devil y una Aprilia de fábrica son grandes garantías. Lo que no puedo hacer es llevar una SBK como una Moto2. Tengo que mirar cómo van los demás, cómo cargan el peso… Se trata de trabajo visual y de adaptación interna.
¿Tienes pensando volver a MotoGP?
Mucha gente piensa que este paso supone recargar pilas para volver fuerte a MotoGP. No lo veo así. Ya sé cómo es MotoGP. Ahora quiero aprender cómo es el Mundial de SBK. Mi intención es ser competitivo en SBK. Cambiaré mi estilo de conducción y si me hacen ofertas para volver a Moto2 ya tendré mis manías de SBK. Regresar a Moto2 sería muy complicado.
¿Hubo algún momento en el que te viste sin moto?
Pensaba que Jorge (Aspar) iba a continuar. A mitad de temporada hacíamos planes para 2015, valorábamos si cambiaríamos de montura… Me enteré en Misano que el equipo no seguiría. Esta información la tuve un poco tarde. Al principio teníamos varias opciones, Forward, Tech3, Stop and Go, Gresini…
He conocido a Paco Sánchez, mi nuevo mánager, y estoy bastante tranquilo con él. Yo estaba encerrado en Moto2 y él me ha ido abriendo el abanico de opciones. Nunca me vi sin moto porque Paco sabe moverse de maravilla. Me ha encontrado un equipo estupendo. Nunca he pagado por correr, Dios me libre. No podría permitírmelo. Si tuviese dinero para correr lo más seguro es que no corriese. No veo bien que un piloto tenga que pagar por jugarse la vida.
¿Sabes qué material realmente vas a llevar?
Para Kawasaki puede ser un punto a favor la reglamentación EVO pues parece que han trabajado bastante. Con Aprilia tenemos garantizado que es una moto competitiva. Lo que habrá que ver es cómo le afecta los cambios de reglamento. Lo principal es que se trata de una moto que ha ganado el Mundial. No es que vayamos a empezar desde cero ni mucho menos. El reglamento EVO no deja de ser una incertidumbre para todos los pilotos.
Redes sociales
Siempre has sido un tipo muy simpático que incluso has popularizado lo del «kneeground»…
Soy un tío normal y corriente al que le encantan las motos. Tengo un grupo de amigos y salimos los domingos a montar. El “kneeground" es para reírnos un rato. No sabía que la gente pudiese estar tan mal de la cabeza. Esta historia comenzó en Le Mans en la temporada 2013. No conocía el circuito, así que cogí un scooter para verlo. El piloto Steven Odendaal me hizo una foto en la curva 5 con el scooter, haciendo como que tocaba con la rodilla en el suelo. Subí esa foto a las redes sociales y todo comenzó a partir de ahí. He recibido miles de “kneeground", de todas partes del mundo. De Japón, en camellos desde Egipto….
Así es Jordi Torres, un tipo encantador, que sabe ganarse a la gente. Trabajador incansable, que nunca ha dejado de tener los pies en la tierra. A pesar de que algunas de sus bromas puedan llevarnos a pensar que se trata de un hombre poco serio, es todo lo contrario. El catalán sabe a ciencia cierta que se enfrenta a un gran reto, donde todo será nuevo: equipo, moto, neumáticos y campeonato. Como él mismo dice: «la vida es cambio». Jordi va a abrazar su nueva aventura con las mismas ganas y la misma sonrisa de siempre. Esto del «kneeground» no ha hecho más que empezar…