Sergi Arola, uno de los grandes chefs de este país, con dos estrellas Michelín y con un enorme reconocimiento internacional, es un tío que siempre te sorprenderá en sus declaraciones. Es de estas personas que se apasionan con todo lo que hacen, que cuando algo les gusta, no les sirve tener conocimientos superficiales de ello. Sergi se empapa y absorbe toda la información que pueda del tema en cuestión.
Me cito con él en Vi Cool, uno de sus restaurantes de Madrid, en la calle Lagasca, y al que acude puntual como un reloj. Cómo no, viene en moto.
Y ya que por amistad conozco sus principales pasiones, basaré esta entrevista en mostrar esas facetas menos conocidas de nuestro protagonista de hoy.
Sergi, si te nombro estas tres palabras; gastronomía, música y motos, ¿en qué orden de preferencia las pondrías?
Hombre…pues depende del momento de mi vida. En este momento la gastronomía es lo que me permite hacer todo lo demás, pero si me lo preguntas hace unos años, te diría que la música porque en cierto modo me llevó a entender la gastronomía de otra manera. Y las motos… pues siempre han estado ahí, son algo tan cotidiano para mí como la gastronomía y la música, van tan conjuntas y forman tan parte de mí, que ahora mismo tendría serios problemas en diseccionar en qué orden colocarlas.
En un mundo tan competitivo como el de la alta cocina, ¿puede uno estarse quieto y vivir de las rentas, o ha de estar en perpetuo movimiento como un tiburón?
No, yo creo que en ningún mundo decente se puede vivir de las rentas, las rentas no existen como tal. Cuando te dedicas a la alta cocina como a cualquier competición en general, no tienes ningún espacio para el relax, y eso es lo mágico, es esa adrenalina que te hace saber que no te puedes dormir en los laureles y que te hace estar siempre encima de tu talento, que ese talento por sí solo no sirve de nada y debes trabajarlo todos los días y desarrollarlo.
La alta cocina te hace estar siempre encima de tu talento. Ese talento no sirve de nada si no lo trabajas todos los días.
La música es otra de tus pasiones inseparables, incluso tienes una banda de pop-rock, pero dime, ¿Cuáles han sido tus influencias principales musicalmente hablando?
Pues la verdad es que depende mucho, vuelvo a lo de antes, del momento de mi vida en que me lo preguntes. Pues te podría decir una banda u otra, pero si me tuviera que quedar con un estilo que me haya definido, tendría por un lado al pop español de toda la vida y por otro al folk-rock americano. Si te tengo que nombrar a algunos, mis favoritos son los Byrds, REM… pero en la actualidad mi banda preferida son los Foo Fighters.
Si no te gustan los coches, no hay mejor de moverse cerca del retiro que con tu Harley.
Si no te gustan los coches, no hay mejor de moverse cerca del retiro que con tu Harley.
Tu vinculación con las motos es antigua y permanente, que yo conozca por tus manos han pasado muchos modelos y de marcas míticas. ¿Cuál de ellas ha sido la moto de tu vida y por qué?
Es muy difícil hacer ese ranking: en mi juventud, cuando era Mod, pues iba en Vespa y me lo pasaba muy bien, y era una manera más de rebeldía. Posteriormente, cuando abandonas estos movimientos, mis amigos iban en Yamaha RD 350 y 125, pues yo montaba en una Impala Kenya 175, y me parecía un poco contracorriente de lo que hacía el resto de mis colegas. Más tarde cuando me fui al Bulli, mi compañera fue una BMW R80R, con la que desembarqué en Madrid, y que aún sigo teniendo. Luego me compré una Triumph Truxton, con la que descubrí el concepto de la “moto, moto”, de dos ruedas un motor y un manillar, y de ahí dí el salto a Harley, con las que ya llevo varios años. Pero si me tuviera que quedar con una, sería con Harley o con alguna bobber tipo Zero, que me parecen que tienen mucho rollo.
Hablando de preparaciones, ¿qué te parece la dificultad que tenemos en España para realizar esos trabajos en nuestras motos? Comparándolo con Francia por no ir más lejos.
Pues creo que en España da miedo legislar de una manera singular, hay que hacer como rasero… Evidentemente abrir la mano totalmente a las preparaciones de motos, pues tiene mucho peligro, pero al mismo tiempo no hacerlo nos lleva al inmovilismo, y además está la burocracia que tenemos aquí… es un tema complicado. A mi me gusta llevar las motos lo más lejos de la serie que me permita la legalidad, pero entre esto y lo pasa en Francia, pues qué quieres que te diga… si hay un país que elegiría para tener una moto preparada, sería ése. Mucho más que Inglaterra, o que USA incluso.
Con tu banda, tienes previsto hacer bolos y grabar o es solo un divertimento de un grupo de amigos.
La música es una droga, cuando estás metido y como es mi caso, puedo expresar lo que siento con mis canciones, tanto la rebeldía como la conformidad a través de la música y de las palabras que escribo, pues es muy difícil no hacerlo. Cuando era adolescente quería ser músico, y ahora no tengo ningún tipo de ambición por hacerlo, pero siempre te gusta que la gente aprecie lo que haces, por lo que si tenemos oportunidad de tocar en festivales o en salas aquí en Madrid, pues tocaremos. El grupo es una extensión de mí, en él está mi hermano y están Guillermo y Katia, y como tal extensión intento mimarla. Pero no es una prioridad, si podemos tocar fantástico, si no, pues lo pasaremos genial ensayando.
En una ocasión entrevistando a Alberto García-Alíx, le pregunté por qué creía que existía esa vinculación del R&R con las motos, y me contestó que por alegría, por la alegría de vivir. ¿Tú qué crees?
No, yo creo que antropológicamente es por rebeldía. Ten en cuenta que las primeras bandas de motoristas se formaron por excombatientes de la II GM, una generación de jóvenes que les tocó vivir situaciones atroces, que vieron cometer actos terribles, y que ellos mismo tuvieron que cometer, porque la guerra tiene esas cosas, y que cuando eso acaba y vuelven a la normalidad, pues muchos de ellos no pueden pasar página y esa situación provoca una cierta des-socialización. Esos chicos abrazaron los movimientos más rebeldes de ese momento, como es el nacimiento del rock, y las motos, porque en una sociedad donde el coche es el gran estallido social, la moto es algo mucho más marginal. Creo por eso, que es más por la rabia, para recuperar esa juventud que les habían robado y apartarse de esa sociedad. Eso y el olvido, el deseo de introversión. Es nihilismo puro.
Charlar con Sergi, es siempre un placer, su conversación es fluida y dinámica, cuando opina de algo lo hace con contundencia, directa y claramente. No hay medias tintas y lo políticamente correcto, casi siempre queda aparcado.