Te acuestas. Te levantas. Trabajas. Comes. Trabajas. Te acuestas. Te levantas… para muchos establecer una rutina en tu vida no es ningún problema, es algo recomendable para alcanzar cierta estabilidad en tu vida laboral y personal. Para otros, esa rutina en la que prácticamente se te dicta qué, cómo y cuándo hacer algo es una pequeña cárcel la que es muy complicado salir. Y la moto, aunque eso tú ya lo sabes, es esa pequeña herramienta con la que escapar por unas horas de esas rejas. ¿Hacia dónde? Donde te de la gana. ¿Cómo? Sintiendo el viento, oliendo aromas, empalmando curvas y con el ronroneo sin igual de tu moto.
Siendo así es normal que, de vez en cuando, alguno decida dejarlo. No dejar la moto sino dejar la rutina. Al pijo con ella. Y convertirse en un viajero dueño de su día a día. Tenemos multitud de ejemplos e incluso algunos de ellos se han dedicado o se dedican profesionalmente a contarlo. Ahí están los ejemplos de Miquel Silvestre, o Fabián C.Barrio, o Charly Sinewan… Y quizás te preguntarás por qué hacer algo así si ya ha habido muchos otros que lo han contado y documentado de fábula. Pues porque no tiene nada que ver con ser el primero, o hacerlo mejor, o más bonito… porque no es ninguna competición, es una necesidad.
Esa es, grosso modo, la conclusión a la que he llegado después de encontrarme con Álvaro Pérez, de Pangea Rider. Lo conozco a través de Instagram, por un punto en común prometedor como puede ser Café Racer Dreams. Tiene un especial ojo por la fotografía consiguiendo que sus instantáneas transmitan sensaciones. ¿Desde cuando un día de verano a 40 grados en pleno Madrid es una estampa bonita?
Álvaro, que es natural de La Coruña, se ha liado la manta a la cabeza y ha decidido que quiere dar la vuelta al mundo. O sólo la mitad, pero quiere salir, quiere decidir su rumbo y recoger todas las experiencias que viva en fotografía. Hay un destino y una ruta marcada, pero leyéndole puedes ver qué la ruta es una simple excusa.
En su web podrás encontrar más información, seguir su viaje, sus cuentas en redes sociales y leer sobre las posibilidades de mecenazgo, en otras palabras, cualquier tipo de apoyo económico o material que haga el viaje más llevadero. Son 40.000km y en una Triumph Boneville se van a hacer duros.