Pocas cosas hay tan abstractas como el arte. Desde el propio término, que en castellano goza de una curiosa ambigüedad genérica –masculino en singular (el arte) y femenino al pluralizarse (las artes)-; hasta la propia concepción de qué es arte y qué no, algo sometido a subjetividad y constante debate. No en vano el arte es la sublimación de la creatividad, la ruta hacia el horizonte en el que se funden la belleza y la inmortalidad.
Existen siete bellas artes. Danza, escultura, música, pintura y literatura fueron las cinco originales, a las que se añadiría la arquitectura primero, y la cinematografía después. Hace ya más de un siglo que dicha composición, que cuenta con numerosas variantes a lo largo de la historia, de alguna forma permanece inamovible y, pese a las voces disonantes, mayoritariamente aceptada.
De alguna forma, en el motociclismo confluyen todas estas artes. Y en la parrilla de MotoGP 2018 podemos encontrarlas, de la mano de siete pilotos que elevan el pilotaje a la categoría de las más bellas artes:
DANZA – MARC MÁRQUEZ
Con los circuitos como pistas, Marc Márquez ejecuta majestuosas coreografías junto a una pareja de baile de 160 kilos de peso a la que mueve a su compás como si se tratara de la más liviana pluma. Un arte cuya técnica ha ido puliendo categoría a categoría, hasta el punto de convertirse en el mejor danzarín, llegando a crear de la nada nuevos pasos de baile como la ya popular ‘salvada de caída segura con codo’, un paso único con el que ha ido más allá que nadie.
El de Cervera domina todas las suertes del arte de la danza, empezando por la gimnasia rítmica cuando el asfalto está en perfectas condiciones de agarre, pasando por el patinaje artístico cuando la pista se encuentra resbaladiza y terminando por la natación sincronizada cuando toca deslizarse por un trazado empapado.
ESCULTURA – ANDREA DOVIZIOSO
A veces las mejores esculturas salen de la piedra que nadie quiere utilizar. Sucedió con una de las obras más reconocidas de la historia: el David de Miguel Ángel. La creación del artista italiano surgió de un hermoso bloque de mármol que había sido abandonado en un patio por tener un agujero que lo había fastidiado. Más de medio milenio después, otro artista italiano también vio potencial en un bloque al que muchos no veían valor.
Cuando Andrea Dovizioso llegó a Ducati se encontró con un bloque que nadie quería, llamado Desmosedici. Lejos de desistir, trabajó en él con mimo –y con la inestimable ayuda de Gigi Dall’Igna- para ir puliéndolo hasta, poco a poco, convertirlo en todo un David capaz de pelear con los Goliat japoneses.
MÚSICA – VALENTINO ROSSI
No importa qué instrumento, clave o pentagrama le pongan por delante. Valentino Rossi lleva dos décadas creando composiciones, en compases de 125cc, 250cc, 500cc, 800cc y 990cc. Comenzó desde abajo haciendo sonar pequeñas Aprilias, ejecutando bellas creaciones que firmaba en goma sobre asfalto, para pasar a encadenar sinfonías más elaboradas, primero en Honda y después en Yamaha, donde su dominio del diapasón le llevó a producir obras prodigiosas.
Es cierto que sufrió una crisis creativa cuando se topó con un violín desafinado llamado Ducati, pero lejos de arrojar las partituras supo volver a su instrumento favorito: el piano Yamaha; con el que todavía sigue deleitando a sus oyentes con finas melodías mientras se prepara para convertirse en director de orquesta.
PINTURA – DANI PEDROSA
Si cada uno de los pilotos de MotoGP dejara un rastro de color cuando completa una vuelta a un circuito, seguramente la perfección estética se hallaría en el cuadro dibujado por Dani Pedrosa. Desde muy joven demostró ser un virtuoso con los más finos pinceles, y sus primeras obras obtuvieron el reconocimiento unánime de la más exigente crítica.
Con el paso de los años, un sector de dicha crítica le ha recriminado no haber expuesto todavía su obra culmen, no haber rubricado su magnífica exposición de victorias al óleo con una Gioconda o un Guernica que dé lustre a su museo. Ajeno a esas voces, sigue trabajando en su gran lienzo: un Jardín de las Delicias muy particular donde ya solamente le quedaba por culminar la parte del tríptico que representa el paraíso.
LITERATURA – MAVERICK VIÑALES
Sus primeros relatos ya demostraban que, pese a su juventud, disponía de unas dotes innatas para llegar a escribir brillantes capítulos en el libro del Mundial, y no tardó en demostrarlo. Sus primeras páginas hacían presagiar que su trayectoria deportiva se acabaría convirtiendo en un cantar de gesta que los juglares transmitirían durante décadas.
No fue así. Pronto se vio que, más bien, de la pluma y el tintero de Maverick Viñales saldría una novela de acción y drama, como la película de la que recibe su nombre: ‘Top Gun’. Todavía no ha escrito ni la mitad del libro, y en él ya aparecen pasajes de rabia, felicidad, batalla, gloria, búsqueda interior y, últimamente, frustración. Va camino de convertirse en una Odisea moderna donde ni el propio autor saber cómo será el final.
ARQUITECTURA – JORGE LORENZO
Desde su más tierna infancia, Jorge Lorenzo fue diseñando los cimientos de uno de los edificios más sólidos y resistentes de la historia. Metódico como nadie, nunca le ha importado pasar horas y horas jugando con la escuadra y el cartabón hasta poner cada columna en su sitio, estrujándose los sesos una y otra vez hasta hacer coincidir sobre el papel todas las aristas.
Con las paredes ya levantadas, se erigía una construcción de una precisión milimétrica, pero quizás demasiado uniforme. Por eso, a la hora de diseñar el tejado optó por un cambio radical en su método de trabajo, queriendo establecer un contraste entre la sobriedad del estilo japonés con la que diseñó los pisos y la originalidad italiana del tejado para darle un acabado único a su magnífica obra arquitectónica.
CINEMATOGRAFÍA – JOHANN ZARCO
Como sucede con el cine a la lista de bellas artes, el francés fue el último en llegar… pero no por ello el menos importante. La trayectoria de Johann Zarco es digna de un largometraje, si bien su inicio parecía más propio de una peli de sobremesa de domingo donde se presentaba como un ‘enfant terrible’, un personaje totalmente plano.
Por el contrario, al final ha resultado ser un personaje redondo. Su evolución es digna de entrar entre los nominados a ‘Mejor película’. El nudo de Moto2 se fue cerrando sobre las gargantas de los espectadores, a los que fue dejando atónitos entre victorias y backflips hasta llegar a MotoGP, donde sigue pegando al público a sus asientos. Ahora busca el desenlace perfecto: ser campeón con un equipo privado. Eso le valdría el Óscar.
ARTES DECORATIVAS
Aunque las bellas artes son siete, hay toda una serie de artes consideradas ‘menores’ (también llamadas decorativas por el sentido peyorativo del término ‘menor’); sin las que el paradigma actual de MotoGP tampoco sería posible. Son prácticamente innumerables, pero basta con seleccionar unas cuantas para comprobar que, efectivamente, tienen su representación en el paradigma actual de la categoría reina del motociclismo de velocidad.
En líneas generales puede hablarse sin problemas de la artesanía de todos y cada uno de los mecánicos de los equipos, auténticos alfareros de nuestro tiempo que logran creaciones casi perfectas. También existe una muestra variada de perfumería en la que se pueden encontrar fragancias de gasolina, de aceite o de frenos.
Ya a título particular se pueden encontrar otro gran puñado de artes. Algunos ejemplos son la elocuencia de Cal Crutchlow, siempre con una frase afilada y mordaz cuando se topa con un micrófono; el teatro de Jack Miller, todo un ‘showman’ tanto en la pista como cuando se despoja del casco y que con los monólogos de Danilo Petrucci, podría montar perfectamente un dúo cómico.
Caben destacar también la fotografía de Andrea Iannone, cuya cuenta de Instagram es toda una galería de instantáneas de diversa índole; la gastronomía de Aleix Espargaró, flamante dueño de un restaurante japonés; el diseño de moda de Scott Redding, creador de su propia marca de ropa… y así se podría seguir hasta el infinito.
Todos unidos forman un mosaico que no tiene nada que envidiar a las más relucientes vidrieras. ¿De verdad alguien duda de que en MotoGP caben todas las artes?