En 2008, Valentino Rossi se encontró con un nuevo compañero de equipo, al que aceptó a regañadientes. El motivo era sencillo: no estaba acostumbrado a que la persona que se encontraba al otro lado del box fuese una amenaza real para su supremacía. Tohru Ukawa, Nicky Hayden, Carlos Checa y Colin Edwards habían sido buenos escuderos, que habían aceptado sin rechistar el papel de número dos.
Jorge Lorenzo no era así, y eso espoleó a Rossi, que venía de perder dos títulos tras haber conquistado cinco seguidos. ‘Il Dottore’ sacó el vademécum y elevó a siete su cuenta de títulos en la clase reina, nueve en total. Nueve años más tarde, vuelve a recibir en el box de Yamaha a un español que está a años luz de conformarse con ser un escudero de lujo: Maverick Viñales.
Y sin embargo, que diría Joaquín Sabina, su actitud con el joven piloto de Rosas ha sido diametralmente opuesta a la que tuvo con el balear en su llegada. ¿Por qué? Eso es algo que sólo sabe Rossi, pero que se puede intentar intuir.
En primer lugar, el Rossi de 2017 tiene muy poco que ver con el de 2008. Ya no se siente el más rápido, ni el candidato número uno al título. Tanto el trono físico como el psicológico están en manos de Marc Márquez, ganador de tres títulos en los cuatro años que lleva en la categoría reina.
UNA LUCHA HISTÓRICA
En este sentido, unas recientes palabras de Giacomo Agostini pueden arrojar algo de luz al respecto: “Marc Márquez puede igualar mis 15 títulos mundiales”, ha dicho en alguna ocasión el mito italiano. Cierto es que está muy lejos de ese hito –le quedan diez-, pero si Agostini ve amenazado su registro, es lógico pensar que Rossi tiene idéntica preocupación.
La lucha Márquez-Rossi va más allá de la pista, es una lucha en la distancia por la supremacía histórica
Una preocupación más real, ya que Marc está a cuatro títulos de igualar su registro. No en vano, desde que el español llegó a la categoría reina en 2013, se atisba que su lucha con Rossi va más allá de la pista -donde ya coincidieron en la primera carrera de aquel año en Qatar-, también se produce en los guarismos absolutos: es una lucha, en la distancia, por la historia.
Porque puede que Rossi nunca llegue a los 15 títulos de Agostini ni a los 12 1 de Ángel Nieto, pero Valentino no se compara con aquel motociclismo amateur en blanco y negro donde los dobletes de títulos estaban a la orden del día: sus nueve campeonatos mundiales le colocan como el piloto más laureado del motociclismo contemporáneo, y con notable diferencia.
Y ese es, precisamente, el trono que siente amenazado de verdad. Sobre todo desde lo sucedido en 2015, donde si Rossi piensa que Márquez ayudó a Lorenzo no es por una alianza nacional española, sino para evitar que él se hiciera con el cacareado décimo título; lo que pondría a Marc un año más lejos de su objetivo de superarle en esa lucha histórica.
Márquez sumó su quinto título con 23 años, una progresión aritmética que le lleva más allá de los diez titulos
Para colmo, en 2016 Márquez exhibió una versión mejorada de sí mismo, añadiendo la regularidad y la inteligencia a su desorbitado talento; lo que resultó en su quinto título mundial a los 23 años de edad. Es decir, podría llegar a nueve títulos con 27 años. A nadie se le escapa que la progresión aritmética del de Cervera le lleva más allá de los diez mundiales.
PREPARANDO EL FUTURO
Una progresión que, evidentemente, puede truncarse. Pero, para ello, hace falta que alguien le plante cara. Rossi lleva en ello cuatro años –sobre todo los tres últimos-, pero no es ajeno al paso del tiempo y lo sabe. Pese a que mantiene una velocidad envidiable, cada año que pasa es un año menos para la llegada de la era P-R (post-Rossi) de MotoGP. Una era que Rossi lleva años preparando, con la creación de la VR46 Riders Academy como mejor ejemplo.
No obstante, Valentino sabe que para cuando sus pupilos estén preparados para disputar títulos en MotoGP, Márquez puede estar ya echando su aliento en la nuca de sus nueve títulos. Y si Rossi se caracteriza por algo, es por procurar no dejar nada al azar: una capacidad de control que, desde hace años, extiende mucho más allá de la temporada en curso.
Es ahí donde aparece la figura de Maverick Viñales. Desde que el joven gerundense hiciera su aparición en el mundial de motociclismo, ha demostrado un talento innato que desde muy temprano le otorgó el sambenito de anti-Márquez. Un cartel que nadie ha reclamado nunca para sí mismo, pero que todos los teenagers del último lustro ansían portar. Y él lo lleva.
Dos años en Suzuki le han curtido más que de sobra, y cuando Jorge Lorenzo anunció su marcha a Ducati, Yamaha se lanzó a la contratación de Viñales. Es imposible saber qué pensó Rossi en su día de dicho fichaje –él mismo ha insinuado que hubiera preferido a Dani Pedrosa-, pero una vez consumado, se ha enfocado en intentar sacarle provecho.
UNA CUESTIÓN MATEMÁTICA
Todo esto no significa que Valentino Rossi no vaya a darlo todo para luchar por el título en este 2017, ya que eso iría en contra de la más pura esencia del carácter del italiano. Pero hay una cosa clara desde la perspectiva del italiano: si no es capaz de hacerse con el décimo, el mal menor es que Márquez no gane el sexto.
Una idea extensible más allá de este 2017, especialmente para cuando cuelgue el casco: cada título que sea capaz de conquistar Maverick Viñales, será un título menos que Marc Márquez pueda descontar en su persecución de Valentino Rossi.
Viñales tendría que ganar ocho títulos para igualar a Rossi, por los cuatro de Márquez
Por supuesto, existe el riesgo de que sea Viñales el que acabe amenazando su registro, pero de momento las matemáticas juegan en su favor: mientras Márquez cumplirá los 24 años como pentacampeón mundial, Viñales tiene 22 primaveras y sólo cuenta con un campeonato, por lo que el margen es mayor: tendría que ganar ocho títulos para igualarle, por los cuatro que le quedan a Márquez. Las cuentas salen.
Por eso, mientras Valentino Rossi sigue preparando el futuro de los Franco Morbidelli, Lorenzo Baldassarri, Pecco Bagnaia, Stefano Manzi, Luca Marini, Niccolò Antonelli, Nicolò Bulega, Andrea Migno y compañía; ve a Maverick Viñales como el perfecto guardián de su leyenda.