Irónico, incisivo y mordaz. Así es la versión mediática de Valentino Rossi. Siempre con una media sonrisa, da igual si está festejando un éxito o si está lanzando alguna pulla a algún rival. Es su forma de ser cuando se pone delante de un micrófono, ya sea sentado en la rueda de prensa o rodeado por grabadoras en un corrillo. Un mecanismo de protección innato que le ha llevado a dominar esa faceta de su trabajo.
Tampoco en las entrevistas cara a cara suele abrirse más de lo necesario. Su manejo de la parte mediática que lleva aparejada su fama siempre ha sido formidable, pero a la vez eso ha ido creando una sensación de absoluta impenetrabilidad. La certeza de que, por mucho y muy hábilmente que se rasque su coraza, no hay forma de llegar más allá de la corteza, ya de sobra conocida.
La revista Riders lo ha conseguido. Dedicando un número especial a la figura de Valentino Rossi, ha sido capaz de escarbar debajo de ‘la capa mediática’ del mito para penetrar en la persona. Sobre todo, en el capítulo de su carrera deportiva donde la competición quedó ensombrecida por la tragedia de perder a un amigo.
CÓMO SEGUIR ADELANTE
“Fue devastador”, reconoce Valentino Rossi al hablar del fallecimiento de Marco Simoncelli aquel horrible 23 de octubre de 2011, en el que la fatalidad sesgó la vida del joven italiano, en un accidente en el que Valentino Rossi estuvo implicado junto a Colin Edwards. “Seguí adelante por amor”, admite poniendo un nudo en la garganta del lector.
El tiempo ha ayudado a curar la herida, lo que le lleva a asegurar que cuando piensa en Sic sólo tiene recuerdos positivos. Evidentemente, no siempre fue así. Aquel final de 2011, tener que despedirse del piloto que se había convertido en poco menos que su hermano pequeño dentro del paddock fue el trago más amargo.
Confiesa, a la vez, que “fue difícil de superar”, pero que no se planteó dejar de correr. Y explica cómo lo consiguió: “Traté de dividir las dos cosas”, relata. Por un lado, el dolor de la pérdida, que trató de canalizar a través del proyecto que habían iniciado juntos, y casi sin querer: la actual Academy. Sólo así pudo separar el dolor de su pasión por competir: “Pensé en mi carrera, quería volver a Yamaha y volver a ganar”, subraya en algunos extractos de la mencionada entrevista recogidos por Gazzetta.
EL LEGADO DE SUPERSIC
Insiste en la importancia que tenía Simoncelli en su vida, mucho más allá de las carreras: “Éramos muy amigos, estábamos juntos casi todos los días”, recuerda Rossi, que también reconoce que tanto la creación como la pervivencia de lo que hoy es la VR46 Riders Academy existen gracias a Marco, que le pidió ayuda cuando pasó por una crisis de resultados entre 2006 y 2007. Decidieron entrenar juntos en una mezcla de diversión y competitividad que sólo podía redundar en un beneficio mutuo.
Al irse Sic, decidió seguir adelante “para recordarlo y continuar en su honor”; comenzando a entrenar con Franco Morbidelli, ya en MotoGP. Después llegarían su hermano Luca Marini y Andrea Migno, en un proyecto que creció poco a poco y que acaba de llevar a su segundo piloto a MotoGP tras anunciarse que Pecco Bagnaia ha fichado por Ducati para correr con el Pramac Racing en 2019.
Todo eso nació de la relación entre Rossi y Simoncelli, y el destino está encaminado a tener el Sky Racing Team VR46 en la categoría reina. “Sería agradable”, admite Valentino, que a sus 39 años sigue soñando con ganar el décimo pero apuntalando a la vez el futuro al otro lado del muro.
IMPRESIONADO CON MÁRQUEZ
Como sucede con sus sentimientos sobre el recuerdo de Simoncelli; cuando Rossi habla de Marc Márquez, es necesario penetrar bajo la capa de tensión creada entre ambos en los últimos años para descubrir lo que subyace en el interior: admiración. Una admiración mutua que el tiempo y los encontronazos han ido cubriendo de polvo, pero que en el fondo sigue intacta.
“Lo que hace es impresionante”, empieza diciendo sobre el de Cervera, antes de concretar: “Porque ya no se cae”, exclama. Se refiere a la habilidad que ha desarrollado el vigente campeón de MotoGP para evitar caídas que parecen seguras. Reconoce que “el año pasado salvó tantas caídas que no puede ser casualidad”; sino una técnica que “ha trabajado para mejorar”.
Cree que la Honda le permite hacerlo, pero deja claro que el mérito no es de la electrónica, ya que cuando le sucede a Dani Pedrosa, se cae. “Pone el cuerpo entre la moto y el asfalto y lo usa para evitar caerse”, exclama, reconociendo que antes de Márquez nunca había visto algo así.