La calma tras la tempestad

2016 y 2017 han sido años convulsos para el mercado de la moto por causa de la implantación de la norma Euro4.

Pepe Burgaleta

La calma tras la tempestad
La calma tras la tempestad

2016 y 2017 han sido años convulsos para el mercado de la moto por causa de la implantación de la norma Euro4. Su aplicación provocó una subida artificial del mercado en 2016 que ha tenido consecuencias negativas la pasada campaña, en 2018 las aguas se prevé que vuelvan a su cauce.

La Conferencia de Prensa anual de ANESDOR celebrada hace un año tuvo un aire triunfal. El mercado había aumentado un 15% hasta las 171.304 matriculaciones en 2016, pero ya se aventuraba que 2017 no seguiría la misma tónica. La llegada de la nueva homologación obligaba a las marcas a deshacerse de sus modelos Euro3, y las consecuentes ofertas animaron el mercado, especialmente en los meses finales, a lo que hubo que sumar la automatriculación de cara a vender esas unidades “km 0” a lo largo de este año.

Resaca

Las previsiones por entonces eran de una caída del mercado del 7%, pero la realidad ha sido más cruda, y finalmente las motos han caído el 11,3%. El efecto ha sido el contrario en los ciclomotores, que tenían un año más de plazo para cumplir la normativa, y crecieron un 31,9%, animados también por el auge de los modelos eléctricos, con su propias peculiaridades en el mercado debido a la implantación del vehículo compartido en las cada vez más numerosas redes de “sharing”. En total se han venido 136.652 motos y 22.720 ciclomotores, que dan un total de 159.372 unidades.

La caída del mercado ha sido generalizada a lo largo del año, con la excepción de marzo, marcado por la estacionalidad de la Semana Santa respecto a 2016 y mayo, y con una dramática caída en diciembre de un 35,8% respecto al fabuloso mes de 2016 con sus ofertas fin de Euro3 y sus automatriculaciones de última hora. Si nos restringimos a las motos, la caída en diciembre llega al 48%. Hay que señalar también que el segmento de 125 cc ha sido el más sensible, debido a que la implantación obligatoria de sistemas como el ABS o la frenada combinada, además de las emisiones, provocaron un considerable aumento del precio, algo que en las motos de más entidad, y ya más equipadas, no ocurrió.

El ciclomotor tiene cada vez más peculiaridades propias. En 2017 de las 15.047 unidades vendidas, 3.600 han sido modelos eléctricos, y de ellos el 75% vehículos destinados a flotas de alquiler compartido o transporte urbano para el comercio electrónico. Este segmento ha aumentado el 509%, frente al 217% que lo ha hecho el vehículo eléctrico en general, dominado lógicamente por el ciclomotor, que supone el 83% del total. Estas empresas de alquiler y logística siguen expandiéndose, y de ellas dependerá en gran parte el aumento de este segmento del mercado.

Números negros

De las cifras rojas de 2017, la previsión de ANESDOR es que pasemos a otras negras en 2018. Las perspectivas son un aumento de un 5,1%, hasta llegar a las 167.500, el volumen que teníamos en 2010. De ellas 146.000 serán motocicletas, con un aumento del 6,8%, y 21.500 ciclomotores, que sufrirán un descenso del 5,4%, para alcanzar las 21.500, aunque es difícil cerrar una cifra exacta porque el mercado del vehículo eléctrico dependerá de las empresas y no de los particulares. Como es habitual el mercado de 125 cc será el más importante, con unas 76.000 unidades y un crecimiento del 3,5%, mientras que las de mayor cilindrada se quedarán en 70.000, eso sí, con un aumento del 10,2%, y ganando cuota desde hace años. Hay que tener en cuenta que en el sector de la moto muchas marcas van a acabar de completar su gama Euro4, que se quedó con lagunas la pasada campaña.

Uno de los retos de nuestro mercado sigue siendo renovar el parque, que es uno de los más antiguos de nuestro entorno. Actualmente se encuentra en una edad media de 15,6 años, uno más que en 2016, y lejos de las cifras de Francia con 10,6 años o Italia con 8,5 años. Tiendo en cuenta la llegada en este periodo de nuevos sistemas de seguridad o la bajada de las emisiones que en la última década puede estimarse en un 90%, se entienden las razones para intentar rejuvenecer nuestras motos.

La crisis sigue teniendo una influencia fundamental en ello, porque en 2004 la relación entre las ventas de motos de segunda mano y nuevas era de 0,8, y en 2017 ha sido de 2,3, una décima más que en 2016. El año pasado se vendieron 316.793 motos de segunda mano, un 4% más que el año anterior, aunque hay que tener en cuenta también las automatriculaciones del fin del año 2016 para eliminar el stock de motos Euro3, que no se podían venderse como nuevas en 2017.

ANESDOR sigue trabajando con las diferentes administraciones con el fin de mantener a las motos fuera de las restricciones al tráfico en los episodios de alta contaminación de las grandes ciudades, como ya ocurre en las Comunidades de Cataluña y Madrid, y en las ciudades de Barcelona y Madrid. En los últimos años las motos han sido apartadas de los planes PIVE de renovación de los automóviles, pero desde la asociación se trabaja más sobre medidas que no sean puntuales, sino en la reforma del marco fiscal actual, que penaliza más que en ningún país de nuestro entorno a los vehículos. El año pasado los ciclomotores y las motos de más de 8.000 € de precio también fueron excluidos de las ayudas del plan Movait, y es algo que se intenta cambiar para el futuro.

Según los estudios de ANESDOR para la ciudad de Madrid, si no circulasen motos, aumentarían un 53% las emisiones de NO2, un 45 las de partículas PM10 y un 49% las de CO2. Por el contrario si se sustituyeran el 10% de los automóviles que circulan por motos, disminuirían en cifras del 44%, 40% y 41% respectivamente, además de reducir un 40% los atascos. Está claro que la moto es una de las soluciones en las grandes ciudades.