Charly es uno de los grandes viajeros con más tirón del momento, gracias a un proyecto de viaje por todos los continentes que ha ido contando a través de las redes y que cada día tiene más seguidores. En clave de humor, por lo de «sin Ewan», y con un trato muy cercano, ha llevado las vivencias únicas propias de este tipo de viajes a todos los públicos. Hay muchas historias que contar de todas estas peripecias, pero también hay una historia humana detrás de él que hemos intentado sacar en esta entrevista.
Aunque muchos ya lo sepan, cuéntanos de done viene tu apodo.
La primera vez que me fui hice un blog de broma para que mis amigos lo pudieran seguir. Como coincidió con la serie «El mundo en moto con Ewan McGregor», que estaba muy bien montada y la protagonizaban Charley Boorman y el propio Ewan, y yo iba en plan tirado, pensé en hacer «El mundo en moto sin Ewan». Llamé así a la web y se me fue de las manos...
¿Hay una corriente de gente viajera en la actualidad o siempre ha existido pero no se conocía?
Creo en las dos cosas, por un lado ahora nos enteramos mucho más porque hay redes sociales y blogs, y por otro lado se ha generado un movimiento en nuestro país que ha hecho que la gente salga más. Recuerdo una vez que alguien me dijo: en mis tiempos la guía terminaba en los Pirineos... Y ahora nuestras fronteras se han ampliado.
¿Cómo fue tu primer contacto con las motos?
En mi casa estaban totalmente prohibidas las motos, así que no tuve hasta los 19 años, cuando me compré una Yamaha SR250 Special por 100.000 pesetas. La vendí al año siguiente por 150.000. Era la época del Segunda Mano (en formato periódico). Lo compraba a primera hora de la mañana para ver las ofertas... Y partir de ahí me enganché. De hecho lo primero que hice con aquella moto fue irme con una novia estupendísima que tenía a Valencia, Alicante y vuelta a Madrid. Ese fue mi primer viaje y ahí me entró la neura: quiero viajar siempre en moto. Y desde entonces no he parado de hacerlo, por España, Marruecos y luego ya fuera de Europa.
Me gustó el rollo custom y tuve varias motos de este tipo, una Kawasaki Vulcan 500, Vulcan 800, pero como me gustaba mucho viajar, me compré, esto no lo sabe casi nadie, una BMW K100. En la tienda me dijo la chica: Es para tu padre ¿no?. Tenía 23 años, pero ya sentía de la necesidad de utilizar la moto de esta manera y la K100 la podía cargar mucho. Después intenté no tener moto una temporada, rollos raros de esos que te entran, y me hice con un scooter BMW C1 para la ciudad y un Mazda MX-5, descapotable de dos plazas, que era lo más parecido a ir moto. No funcionó, así que volví a las motos y entré en el mundo trail con una Honda Varadero y ahora tengo una BMW F 800 GS.
Ser nómada, no tener un sitio fijo y estar siempre en movimiento. Esa es la vida que tengo
Después de tantas experiencias no será fácil elegir pero, ¿cuál es tu peor y mejor recuerdo?
El peor recuerdo que tengo es el momento en el que llegué a Sydney después de ocho meses viajando y descargué la moto por última vez. Me dio tal bajón, había sido tan feliz durante ese tiempo de aventura, de vida nómada, de cargar y descargar todos los días, que no me podía creer que se hubiese acabado. En aquel momento simbólicamente quitar los trastos por última vez significaba volver a España, a mi trabajo y a la normalidad. Por eso cambié de vida, porque nunca me repuse de aquello.
Elegir el mejor es muy difícil, porque hay tantos, pero te diría que hay que uno que simboliza mucho y es el día en el que entré en India después de 45 días viajando hacia Australia, en los que había cruzado Irán y Pakistán. Entré en la India y pensé: qué feliz soy. Si he pasado esto, lo he disfrutado y he sentido que era yo, esto es para mí, me dije a mi mismo. Ese día tuve un subidón de adrenalina, de felicidad y de todo, con lo que es uno de los mejores.
¿Vas a dar la vuelta al mundo?
Digo que estoy dando la vuelta al mundo por etapas pero realmente lo importante es viajar, hay vueltas al mundo que son de coña y hay gente que ha hecho viajes espectaculares y no ha salido de un continente. Acabo de empezar América que es el quinto continente, pero he estado cinco años en África y uno solo en Madagascar y hay gente que se da la vuelta al mundo en ocho meses. A los titulares cada vez les doy menos importancia, ya sé que vivimos en el mundo de los 140 caracteres pero a mí no me gusta nada.
¿Qué aporta un viaje de estas características?
Al final todo lo que crea adicción es lo que tiene relación contigo mismo, lo que absorbes y lo que te entiendes de ti. En mi caso está relacionado con las personas, los viajes largos se nutren de personas, si no tienes capacidad de relacionarte con la gente puedes dar la vuelta pero vas a tener prisa por llegar. Cuando disfrutas también de las relaciones humanas lo último que piensas es en volver. Es un camino y la gente es la que lo sostiene. ¿Qué pasa?, que yo soy motero y me encantan los paisajes. Entonces atravesar un desierto en Namibia o el Himalaya en Nepal son alicientes brutales, pero no es lo mismo sin experiencias humanas por el camino. Puedes estar dos meses, tres, seis pero llega un momento en el que es difícil seguir, para mí, que llevo siete años, no sería posible seguir sin ellas. La gente de la red, todos aquellos con los que comparto mi viaje, también son otro punto importante, ese calor humano hace que esté satisfecho con lo que hago.
Cuando en los viajes disfrutas también de las relaciones humanas, lo último que piensas es en volver
¿Qué tipo de moto es la más indicada para esta vida?
Para lo que yo hago, una trail media, como la F 800 GS, es lo mejor porque voy solo y me puedo meter en terrenos más complicados. Pero si viajara en pareja sería mejor una maxitrail, como la R 1200 GS, que te permite llevar más equipaje aunque pierdes en algunos aspectos al ser más pesada. La 800 me va muy bien porque me permite cargar unos 80 kilos de material y equipaje. Hay que tener en cuenta que vas a vivir en la moto, no es un viaje de unos meses, esto es una vida. Para empezar llevo una productora encima: un ordenador de 15 pulgadas, siete discos duros, seis cámaras, un drone, etc., además del equipaje normal. A veces me gustaría tener una moto de enduro, pero hay que buscar el equilibrio.
¿Qué es lo que no te puedes olvidar al hacer la maleta?
El pasaporte y una tarjeta de crédito que tenga algo de fondos, esas dos esenciales, todos lo demás lo puedes conseguir por el camino. Si afinamos un poco más una buena tienda de campaña viene bien para ser libre de verdad, un buen saco y una colchoneta que ocupe poco, pero que te permita dormir con cierta comodidad. Yo llevo un presupuesto medio, ni muy tirado, ni sobrado, y la mayoría de los hoteles me gustan menos que mi tienda. Ahora tengo un gran dilema con la cocina, porque la utilizo poco pero te da la vida. Cada vez reduzco más la herramienta y la ropa ya va al límite.