El bendito problema de Yamaha

Tras un convulso 2017, para 2018 Yamaha tiene un problema que ya quisieran otros.

Nacho González

El bendito problema de Yamaha
El bendito problema de Yamaha

Maverick Viñales y Valentino Rossi decidieron salir a la carrera de Valencia con la versión 2016 del chasis de la Yamaha YZR-M1, tras haberse desesperado buena parte de la segunda mitad de temporada por no encontrar el camino. El italiano concluyó quinto, el español duodécimo. Con el mismo chasis, Johann Zarco acababa segundo tras batallar hasta el final con el ganador, Dani Pedrosa.

Evidentemente, Zarco llevaba toda la temporada con el mismo chasis y tenía mucho mejor conocimiento del mismo, pero su gran rendimiento volvía a poner en foco sobre los problemas de la versión 2017. Con la temporada y el gran premio perdidos, Rossi y Viñales habían decidido emplear la carrera del domingo como un súper test que les permitía comenzar el trabajo de pretemporada un día antes que el resto.

Dos días después, llegó el caos. Primeros test oficiales de cara a MotoGP 2018 y Maverick Viñales firmaba el mejor tiempo. Johann Zarco, segundo. Valentino Rossi, cuarto. En apenas 48 horas, en el mismo circuito, habían dado la vuelta a la tortilla. De forma casi inexplicable.

Inexplicable porque, mientras Viñales tenía cuatro versiones de la M1 –las dos antiguas y dos híbridas con el motor de 2018- y Rossi contaba con tres; Zarco había salido a pista tanto con la versión 2016 como con la 2017. Y había sido igual de rápido con las dos. Para más inri, declaró que la versión de 2017 le parecía más fácil de pilotar. A raíz de eso, Viñales dijo que ya no entendía nada.

Desde fuera, se entiende todavía menos. La situación actual de Yamaha parece inexplicable, pero a estas alturas no son explicaciones lo que más necesita una marca. Quedan muchos meses para Qatar y lo que Yamaha necesita son soluciones. Saber qué falla sería fantástico, pero lo realmente importante es encontrar qué funciona. Y en eso no parecen ir nada mal, a tenor de los tiempos de Viñales, Zarco y Rossi en Valencia.

De toda esa maraña de chasis, motores, pilotos y tiempos, sí se pueden extraer dos hilos más o menos claros: por un lado, que el nivel de Zarco está muy cerca del de Viñales y Rossi. En ciertos puntos de la temporada se han minimizado sus logros apelando al mayor rendimiento de la versión 2016; pero sus cronos en su primer día sobre la versión 2017 refuerzan su posición, tanto de cara a los aficionados como de la persiana del box para dentro.

El otro hilo es el que hay que encontrar, pero está claro que existe: a día de hoy, la Yamaha YZR-M1 es capaz de funcionar. Con las cuatro motos de Viñales, las tres de Rossi y las dos de Zarco, los ingenieros de Iwata tienen material de sobra para encontrar el camino desde aquí hasta que dé comienzo la temporada 2018 en el Gran Premio de Qatar.

Está muy claro que el 2017 no ha salido según lo esperado en Yamaha, pero tampoco es cuestión de encender todas las alarmas. Es verdad que en momentos concretos han estado muy lejos de las victorias, pero si se pone en perspectiva con las demás marcas, también lo han estado Ducati (no hay más que recordar el Gran Premio de Australia) y Honda (sirva de ejemplo Malasia, donde sólo Marc Márquez salvó la papeleta y lo hizo lejos de las Ducati).

No hay razones que hagan creer que las dificultades de Yamaha en circuitos concretos vayan a convertirse en un problema estructural. Más bien todo lo contrario. Cuando comienzas la pretemporada con tres motos entre las cuatro primeras posiciones, no se puede hablar de una crisis ni de que estén perdidos en la evolución.

No están en medio de la nada sin saber si caminar hacia el norte o hacia el sur. Simplemente se han desviado ligeramente de la senda de la victoria, tan ligeramente que en Silverstone y en Valencia se quedaron a milésimas; o que en Australia solamente Márquez les privó de copar las tres posiciones del podio.

La M1 funciona. De una u otra forma, funciona. No en manos de un piloto concreto, sino de tres. La versión 2016 funciona y la 2017 ha funcionado en más de un circuito, por lo que la clave será encontrar el equilibrio de esas dos versiones y, desde ahí, crear una Yamaha YZR-M1 2018 que aúne las virtudes de sus predecesoras y evolucionar desde allí.

Es cierto que Yamaha tiene un problema. Necesitan acertar con la línea de trabajo a seguir de cara al próximo 2018, pero la moto funciona. El problema es que no saben exactamente qué es lo que funciona. Bendito problema, ¿no?