Seguro que la mayoría lo recordáis. Sucedió en el Gran Premio de Qatar de la temporada 2004, cuando en la categoría de 125cc, unos imberbes Jorge Lorenzo y Andrea Dovizioso entraban, literalmente, emparejados en la meta de Losail. Como sucede en ciertas ocasiones –ver Álex Crivillé y Mick Doohan en Brno 1996-, ninguno de los dos sabía quién había ganado.
Como en tantas ocasiones, se recurrió a la foto finish. Más de lo mismo. Para sorpresa de propios y extraños, la conclusión era que ambos pilotos habían entrado exactamente en la misma milésima, siendo la victoria para el español por el método de desempate previsto para estos casos: la vuelta rápida.
La de Lorenzo y Dovizioso es la más recordada, pero no hay que ir tan lejos: en 2011, y ante la atenta mirada de un jovencísimo Maverick Viñales, el valenciano Héctor Faubel ganó el Gran Premio de Alemania de 125cc tras batir en un trepidante mano a mano al francés Johann Zarco. ¿Con cuánta ventaja cruzó la meta? Con ninguna. De nuevo, compartieron milésima y fue la vuelta rápida la que otorgó la victoria al español en detrimento del galo.
Avancemos seis años en el tiempo y cambiemos de deporte. Quitémosle el motor a las dos ruedas y situémonos en el emblemático Tour de Francia, más concretamente en la localidad de Nuits-Saint-Georges. Allí acabó ayer la séptima etapa de la edición 2017, donde tras una larga escapada, todo se decidió en un sprint final en el que el noruego Edvald Boassom-Hagen parecía sorprender a todos sus rivales… pero en el último momento aparecía el mejor esprínter del momento, el alemán Marcel Kittel. Cruzaron la meta en la misma milésima.
Dado que en el ciclismo no hay vuelta rápida, ¿cómo se dirimió el vencedor? Recurriendo a la diezmilésima. Ante la incertidumbre de todos los aficionados, la organización le daba la victoria a Kittel tras analizar el vídeo finish, y poco después anunciaban en sus redes sociales que el margen de su victoria había sido de 0,0003 segundos. Tres diezmilésimas.
Volvamos a ponerle el motor a las dos ruedas. Vayamos ahora unas semanas más adelante, al próximo Gran Premio de la República Checa, para ser más exactos. Tendrá lugar en el mítico trazado de Brno, donde Crivi y Doohan ya demostraron que es un circuito en el que la igualdad puede llegar hasta el extremo. ¿Y si los dos primeros clasificados de MotoGP entran en la misma milésima?
¿Y si el piloto A cruza la meta una, dos o tres diezmilésimas antes que el piloto B, pero el piloto B tiene una mejor vuelta rápida? Con el actual sistema de medición, la victoria sería para el piloto B, pese a ser segundo en meta. Vayamos a un escenario todavía más drástico: ¿y si eso sucede en la carrera final del Ricardo Tormo y se decide así el campeón de MotoGP 2017?
Desde luego, es un escenario improbable, pero no imposible. En el Tour, y en otros deportes como el atletismo –donde un empate a la milésima en pruebas como los 100 metros lisos tampoco es algo tan extraño- cuentan con unos modernísimos sistemas de video finish capaces de decidir al vencedor entre dos rivales que comparten la misma milésima.
En MotoGP todavía no. Quizás parezca una posibilidad muy remota que las diezmilésimas decidan victorias en la categoría reina; aunque tampoco está de más recordar que, al igual que Crivillé a Doohan en Brno 1996, Toni Elías también ganó a Valentino Rossi por dos milésimas en Estoril 2006. Sin embargo, lo que no es tan inhabitual es que dichas diezmilésimas decidan puestos traseros, especialmente en las sesiones de clasificación. No necesariamente dirimiendo la pole: es relativamente habitual que un puesto cualquiera en parrilla se decida por la segunda vuelta más rápida de un piloto porque hay dos pilotos que comparten el tiempo exacto a la milésima.
Con toda la tecnología que ofrece hoy en día MotoGP, con imágenes a cámara lenta impresionantes, cámaras giroscópicas que permiten verlo todo en un altísima definición, resulta algo extraño que la precisión de los sistemas de cronometraje sea la misma que la de hace décadas. Quizás se haya quedado obsoleta, ¿no?
Por ello, si MotoGP quiere seguir siendo –como de hecho lo es- un ejemplo de modernización deportiva, debería plantearse empezar a medir hasta la diezmilésima. Por supuesto, es factible que dos pilotos compartan diezmilésima… pero eso solamente sucederá en un 10% de los casos en los que dos pilotos comparten milésima. A diferencia de en muchas otras cosas, la realidad es que en este aspecto concreto MotoGP no está a la vanguardia de la técnica. Esperemos que no por demasiado tiempo.