La verdad es que no siempre se tiene la posibilidad de darse una vuelta en una Benelli. Una marca centenaria que ahora vive una segunda juventud integrada dentro del gigante que es Keeway. Debo confesar que al principio pensé que una moto económica y fabricada en China no iba a ser algo que me hiciera disfrutar mucho. Por fortuna, me equivoqué. En la vida es mejor si uno deja los prejuicios y estereotipos en casa y sale al mundo con una mente abierta. Al verla mi percepción ya comenzó a cambiar. Tiene una imagen muy actual, con quizás un aire un poco “Kawasaki” que se plasma en la forma del faro o en el chasis de tubos, que en nuestra unidad iba pintado en rojo Ferrari. La estética de la moto es fenomenal. Se trata siempre de un aspecto subjetivo pero incluso pasó con nota el veredicto de mi sobrino. Un exigente motero de 20 años propietario de una KTM Duke 125.
Si te fijas verás que desde la pipa de dirección hasta el eje del basculante hay una línea recta que une chasis-amortiguador-basculante. El escape sigue las modas actuales y cuenta con una petaca que va debajo del motor. Las llantas en negro tienen un aire deportivo y contrastan con la blancura del conjunto. A la hora de detener la Benelli BN 302 se ha optado por un conjunto de dos discos de 260 mm con pinzas de 4 pistones, además de uno de 240 mm posterior con pinza de 2 pistones.
En un par de ocasiones al cogerla por la mañana se me paró al llegar al primer semáforo, lo que siempre es engorroso, aunque en mi caso es muy temprano y no suelo tener a ningún automovilista detrás dándome la vara. Esto me ocurrió los primeros días y ya nunca más volvió a suceder.
Cada uno tiene sus manías y entre las múltiples que sufre un servidor es la de llevar una red elástica (o dos) en la moto. En este apartado la Benelli te lo pone un poco difícil pues no tiene anclajes para ello, aunque sí cuenta con unas prácticas asas para el pasajero en las que puedes atar la red pero no es sencillo. Hablando del pasajero, este va algo incómodo, pues la parte trasera tiene poca superficie, es dura, y con un mullido escaso. El acompañante además tiene que flexionar las piernas porque los estribos están demasiado altos. Al menos las rodillas del pasajero no molestan al conductor.
El cuadro de instrumentos es muy completo, y en él no falta ni reloj horario ni temperatura de motor. El tacómetro analógico preside el mismo, con los chivatos (punto muerto, luz, aceite e inyección) en la izquierda y un panel digital a la derecha. Ya puesto a pedir nos habría gustado un testigo de marcha engranada, yo cuanto cuento más de tres me pierdo…
Como herramienta ciudadana va muy bien por lo equilibrado del conjunto, pesa poco, es manejable y tiene más potencia de la necesaria. La postura de conducción es cómoda y natural para mis 174 cm. A lo mejor un piloto alto podría sentirse más constreñido, pero yo me sentí desde el primer momento como en casa encima de la Benelli BN 302. Los retrovisores ofrecen una eficaz imagen de lo que ocurre a nuestra espalda, no vibran y se orientan con facilidad. Una vez que hemos escogido la posición ideal ahí se mantienen. Las palancas de cambio y freno son absolutamente idénticas algo poco habitual. La Benelli gira mucho lo que es una gran ayuda en el atasco nuestro de cada día. Ligereza, reducido tamaño y radio de giro ayudan a que la Benelli BN 302 sortee los coches hasta ponerse en el lugar de la “pole” en cada semáforo. Aunque yendo a paso de persona y teniendo que tirar de embrague a veces la finura en estas condiciones no es la ideal. Estirando marchas y cuando salimos a carretera abierta enseguida llegamos a sexta, una velocidad que está bastante separada de la quinta y nos servirá para mantener buenos cruceros sin que el bicilíndrico en línea sufra lo más mínimo.
Los Pirelli Angel ofrecen un buen agarre, algo de lo que nos congratulamos pues, como diría mi admirado Dennis Noyes, son el único contacto entre el planeta Tierra y nuestra...
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