Comencemos, como se suele decir, por el principio. Lo más barato que puedes hacer en esta vida es sobrevivir haciendo noche en el «hotel estrellas» y alimentarte de la caza y pesca furtiva… o como buenamente puedas, pero aquí de lo que se trata es de mantener un mínimo de pasión en tu vida. ¡Y que no nos hablen de pasión a los motoristas, que de eso sabemos un poco! De modo que olvídate de los comentarios destructivos de familia, amigos o incluso tu propia pareja machacándote el cerebro día tras día incitándote a vender la moto, o peor, a no comprártela. Te puedo asegurar que si te decides por cualquiera de estas dos, tendrás argumentos más que suficientes para usarla como medio de transporte. Una «excusa» que deja de serlo en el momento en el que comienzas a hacer números y compruebas que no resulta tan caro tu vehículo hacia la felicidad; también lo será al trabajo, de vuelta a casa, para acercarte a ver a la familia, amigos, los necesarios recados, etc.
En serio, no te dejes «liar» que para eso ya están los políticos y, como bien sabes, la vida real no se corresponde con su, digamos, «particular» visión. Así que pongámonos manos a la obra y, antes de analizar los farragosos números, que en este caso y por desgracia son los que mandan, veamos de qué disponemos por lo mínimo.
Para nuestro plan de ahorro máximo hemos elegido dos motos «de verdad», ya que nos aferramos a su cara pasional y tacto «de siempre» por encima de los cada vez más numerosos scooter. De modo que la Honda NC700S resulta no solo adecuada a nuestros propósitos, sino perfecta en la práctica totalidad de ellos. Todo un acierto el de la firma del ala dorada con su comercialización y, sin duda, toda una demostración de que lo han cuadrado en el centro de la diana con la preceptiva visión de la crisis. El caso de la Suzuki Gladius es un tanto diferente ya que por su cabeza, además de afrontar el desplome de la economía europea, se centraba en dar continuidad a todo un mito: la saga SV. Todo ello centrado en un motor que, por muchos años que pasen, sigue siendo una auténtica delicia en tacto y derroche de genio en la zona caliente.
Así, tenemos dos campeonas en nada, excepto en la cuenta del banco, donde no hacen tantos estragos como otras de su misma especie. La cuestión es elegir entre dos caracteres bien diferenciados, siempre como te digo basados en el mínimo gasto posible. Honda ofrece una naked con motor de potencia limitada, pero suficiente para hacerte feliz en tus desplazamientos, mientras que Suzuki se ha decantado por poner toda la carne en el asador a la hora de exprimir su bicilíndrico en V. Éste, en comparación con el twin inclinado de la NC, aporta unos 25 caballos más, lo que podría suponerle cierta penalización en cuanto a consumo… Pero como te digo, eso lo veremos más adelante. Centrémonos en lo que nos aportan ambas combatientes anticrisis en todos los ámbitos de acción.
Solo con poner ambas motos en marcha aparecen las primeras diferencias. La NC es la discreción hecha moto, con un «ronroneo» que al ralentí apenas eres capaz de percibirlo si el sonido ambiente se encuentra «contaminado». Las pistonadas de la Gladius son más evidentes cuando su bicilíndrico cobra vida, aunque en el momento de insertar la primera velocidad todo queda igualado. El tacto de embrague y cambio de las dos es simplemente exquisito, si bien una vez más aparecen detalles que separan ambos conceptos entre sí. La NC necesita aguantar más la primera velocidad en recorridos urbanos, donde la Gladius se aprovecha de una segunda en la que las diferencias respecto a la primera relación es menor que en la Honda. En otras palabras, lo abierto del cambio en la NC no favorece una conducción tan fluida como a los mandos de la Gladius entre calles. Pero aquí la Suzuki choca con un inconveniente francamente molesto, y es el giro de la dirección, algo menor que en la del ala dorada, suficiente como para impedirle maniobrar en un palmo de terreno y avanzar en el tedioso atasco. A la NC no le cuesta tanto, a pesar de que debe mantener la primera relación en vez de tirar de embrague en segunda, algo que para su compañera resulta más fácil y fluido… siempre que no abandonemos la línea recta.
Pero Honda tiene un par de ases guardados en la manga, sobre todo en ámbito urbano: la frenada combinada y el de la utilidad del hueco del falso depósito. Hasta que no lo tienes no lo valoras, y cuando no dispones de él lo echas tanto de menos que puedes llegar a buscarlo desesperadamente. ¿Para qué llevar la mochila a la espalda cuando puedes alojarla en el vano? A los mandos de la Suzuki solo te queda cargar con ella a cuestas, o dedicarle un minuto de tu tiempo a colocarla en el asiento trasero con una red.
Te hablaba antes de la lujuria que podría provocarte el sonido de ambas en el momento de arrancarlas, pero qué duda cabe que cuando de verdad provocarán en ti una sonrisa más amplia será cuando marches lejos de las atascadas ciudades en busca de emoción. ¿Existe en ellas algo parecido a eso? Por supuesto que sí, aunque una vez más vuelven a aparecer pequeñas grandes diferencias. Por ello, no te extrañe que me refiera a la NC como la moto «antilujuria». Ella no juega en esa liga. Prefiere otro tipo de comportamiento, más lineal y predictivo, menos agresivo y excitante. Si medimos el grado de lujuria por el empuje de su motor, podría decirse que lo da todo desde abajo para «abandonarse» arriba; algo así como la maquinaria diésel del coche de tu padre, pero en moto. Bien al contrario, la Gladius es todo corazón una vez superas el medio régimen, y justo cuando la NC se encuentra agotada de entregar la potencia disponible, la Suzuki respira hondo y comienza a requerir que te agarres bien a los puños del manillar.
Como ves, nos hemos olvidado por unos kilómetros del gasto y la crisis para abandonarnos al placer. ¿Volvemos a la realidad? De acuerdo, hagámoslo. Una vez llega el momento de repostar, comprobamos los consumos de una y otra con la consiguiente sorpresa: no hay grandes diferencias. Mientras con la Honda nos centramos en explotar su extraordinaria capacidad para cambiar rápidamente de dirección, gracias a una parte ciclo concebida especialmente para ello, exprimimos el motor hasta el techo elevando el consumo a su máximo; algo relativamente fácil teniendo en cuenta que corta encendido poco más allá de 6.500 rpm. En cambio, la Gladius te catapulta hacia delante con una energía demoledora llevándote realmente rápido con el motor girando a unas 2.500 vueltas más arriba. No lo exprimes tanto, simplemente porque significa rodar demasiado deprisa y… finalmente la diferencia entre ambas se cifra en menos de un litro cada 100 kilómetros.
Te emplazo a las páginas específicas de esta prueba para que analices, con más detalle, las cifras obtenidas en consumos realizados en paralelo por las dos motos, porque ahora vamos a pasar, aunque sea un poco por encima, a comprobar qué es lo que nos cuesta finalmente cada una de estas motos. Piensa que no solo debes valorar el precio de compra, por cierto, en el límite psicológico del viejo «kilo», sino también lo que te costará mantenerla. Gasolina aparte, donde hemos logrado consumos medios de unos cinco litros y medio, valora el hecho de las necesarias visitas por el taller. No solo hablamos de conservar la garantía, sino también el importante hecho de mantener la moto en buenas manos, o al menos con mecánicos de confianza. Y atención, porque aquí las diferencias también quedan marcadas, ya que mientras Honda te revisará la moto cada 12.000 kilómetros, Suzuki te la reclamará cada 6.000 km y a un precio que oscila entre unos 150 y 220 euros aproximadamente, en función del cambio de filtro de aceite y demás detalles; uno de ellos es el estado del filtro de aire: mientras el de Honda cuesta unos 40 euros, el de la Suzuki se queda en 30 euros. Esta marca estira el filtro de aceite hasta los 18.000 kilómetros, por el contrario Honda prefiere sustituirlo cada revisión.
En cuanto al precio del seguro, otro punto decisivo a la hora de tirar de la cuenta del banco, no encontrarás enormes diferencias, lo que resulta importante teniendo en cuenta que estamos hablando de cuotas anuales entorno a los 200 euros; eso sí, siempre que no seas conductor novel y cuentes con un mínimo de experiencia de dos años. Hay incluso compañías que te piden más de tres, pero para eso ya te recomiendo «brujulear» por la red en busca de la mejor relación cobertura-precio. Cada piloto, según las compañías de seguros, es un mundo… ¡Ay, si realmente lo valorasen con criterio!
Hemos comprobado consumos, hemos buscado el mejor seguro, la hemos llevado al taller para comprobar lo que nos cuestan las pertinentes revisiones, además de ver que apenas hay diferencias en el impuesto municipal anual, siempre en función de si vives en una gran ciudad o en un pequeño pueblo alejado de ella… En fin, nos hemos empapado de economía aplicada al mundo de la moto para comprobar, no sin cierta sorpresa, que no te costará tanto como imaginabas el gozo y disfrute de una moto de verdad, eso sí, económica a más no poder. Ya inmersos en la más total y absoluta predisposición al ahorro, si buscas gastar lo menos posible, tanto con la NC como con la Gladius conseguirás un mínimo coste por kilómetro que agradecerás cada fin de mes. Que no te engañen con absurdos fatalismos y sé feliz.
Hablamos en esta prueba de gastar lo menos posible sin abandonar nuestra afición… Pues bien, aquí tienes dos de las motos más apropiadas para lograrlo. Bicilíndricas, muy poco bebedoras siempre que no te pases con el gas, que de eso se trata también si no hay mucho «pecunio» para el oro líquido, baratas de adquirir y más todavía de mantener, básicas pero también divertidas; de acuerdo, lo uno implica lo otro, y metidos en faena olvidándonos por un momento de la puñetera crisis, a ratoneras y juguetonas apenas les gana nadie. Ahora bien, si te gustan las emociones fuertes provenientes de motores alegres, Suzuki queda por delante. Si buscas máxima practicidad y la frescura de la novedad, Honda te lo pone fácil con su NC y el hueco bajo el falso depósito, con una estética muy personal y una facilidad de conducción ejemplar gracias, entre otros detalles, a su reparto de frenada.
Queda por tanto a tu elección el tipo de moto que más te encaje, no ya en el presupuesto que, como hemos visto, es básicamente el mismo para las dos, sino por estética, carácter, afinidad, personalidad… Ninguna te sacará de pobre, pero tampoco te empujará a la miseria, mientras que ambas te convertirán en un hombre rico en sensaciones y emociones al tiempo que otros, metidos en sus enlatados carentes de personalidad alguna, se creen más felices tras finalizar cada trayecto. ¿De verdad piensas que lo son? ¿Y más que tú? Yo no lo tendría tan claro…