La Street 750 es un modelo absolutamente nuevo en la gama Harley-Davidson, un concepto diferente que no tiene nada que ver con las ya conocidas Sportster, Dyna, V-Rod, Touring o Softail. Se trata del puerto de entrada al universo H-D, un mundo exclusivo que cuenta con algunos de los seguidores más entusiastas. Las Harley son casi como un reloj Patek Philippe, «que se cuida hasta que llega a la siguiente generación». Los productos de la casa de Milwaukee son más que meros medios lúdicos de transporte, y entran de lleno en la categoría de estilo de vida. Como bien dice Willie G. Davidson: «Nosotros vendemos emociones». Así que la pregunta que todos se hacían era si una Harley-Davidson fabricada en India tendría el mismo glamour que una que hubiese visto la luz en el estado de Wisconsin.
Harley-Davidson tiene un objetivo muy claro con la Street 750: aumentar su clientela y atraer a usuarios jóvenes al universo de la marca. Esta es una de las razones de la estética de la Street 750, pues con ella se pretende atraer a usuarios que hasta ahora no habían optado por una H-D, ya fuese porque no les interesaba o porque por precio quedaba fuera de su alcance. En lo que se refiere al Viejo Continente, la Street 750 deberá atraer a jóvenes de 18 a 30 años. Aunque la Motor Company también ha proyectado este modelo con un ojo puesto en Asia, pues allí se está produciendo una auténtica explosión de consumo, con una pujante clase media que supone una tarta que ningún fabricante puede permitirse el lujo de no atender. Así, Harley-Davidson ha construido una fábrica en India donde se producirá la Street 500 (que no se venderá en Europa) y la Street 750. Por 7.300 euros es posible entrar en el exclusivo universo Harley-Davidson, y encima la Street 750 viene equipada con ABS.
A la recién llegada la vamos a comparar con la Sportster Iron 883 con ABS que cuesta 9.550 euros. A este precio no solo tienes toda una H-D, sino uno de los modelos más icónicos del motociclismo actual. El nombre Sportster se remonta a los años 50 del pasado siglo y desde entonces, y hasta este momento, ha sido la puerta de entrada a las motos fabricadas en Milwaukee. Cuando las ponemos juntas, da igual de qué lado las miremos, la «vieja» le roba protagonismo a la recién llegada. Y es algo que no se trata de tamaño, sino de carisma puro y duro.
En marcha
Nos montamos en la Street 750, basta pasar la pierna por encima y sentarse en el asiento que se encuentra muy cerca del suelo. Tocamos el botón y el bicilíndrico en V arranca al instante. El trasero del piloto se encuentra a solo 720 mm del planeta Tierra, así que la inmensa mayoría podrá plantar los dos pies sin problemas, evitando esa sensación desagradable de ir encima de una moto que nos queda grande. El problema puede ser, precisamente, a la inversa, pues los más altos podrían llegar a sentirse algo constreñidos.
Al poner las dos motos juntas, la Street 750 tiene una pinta más económica, lo que no debe sorprender a nadie, pues la recién llegada cuesta bastante menos que la Sportster Iron. Los mandos o el faro no tienen el empaque de su «hermana mayor». Lo mismo podemos decir de los tornillos que sujetan el carenado. En este aspecto la Iron juega en otra liga. Donde la Street 750 mantiene muy bien el tipo es en el apartado del propulsor.
El motor elegido por Harley-Davidson para este modelo es un novísimo bicilíndrico en V a 60 grados, que además está refrigerado por líquido. Un propulsor que toma algunos conceptos del empleado en el de la V-Rod, que también está «pasado por agua» y tiene los cilindros inclinados a los mismos grados. El bicilíndrico de la Street 750 sorprende ya desde los primeros metros recorridos, pues destaca por el equilibrio con el que funciona. Por una parte el motor de carrera corta gira bien a altas revoluciones pero al mismo tiempo tira con brío desde muy pocas revoluciones.De hecho podemos movernos por la ciudad a solo 2.000 rpm con el motor en quinta velocidad. En esta situación su hermana de 883 cc y refrigeración por aire se siente menos cómoda, pese a contar con un bicilíndrico de carrera larga.
Comparando ambos propulsores, el «siete y medio» se muestra más vivo, fino y con menos vibraciones, además de conseguir unos valores de consumo ligeramente mejores a 120 km/h. Aunque en pleno atasco la Street 750 muestra unas ligeras vibraciones. La Iron con su veterano V2 a 45 grados con varillas y empujadores hace más ruido mecánico pero responde con eficacia a las órdenes que le demos desde el puño de gas. Con la Sportster, Harley-Davidson, ha demostrado que es posible hacer una moto exclusiva y atractiva a un precio ajustado, aunque para aquellos que quieran ahorrar todavía más, ahora tienen la posibilidad de decantarse por la Street 750.
Cuestión de sensaciones
A la hora de elegir una moto las sensaciones y los sentimientos juegan un papel fundamental, creo incluso hasta paraaquellos que vayan a adquirir un modelo simplemente para trabajar como mensajeros. Una vez en marcha, la «siete ymedio» gira y maniobra de forma mucho más ligera y eficaz que su hermana. La dirección solo se agita un poco en algunos momentos puntuales pero es posible que esto se solventaría simplemente apretando un poco la misma. La geometría del conjunto es algo particular debido a la rueda delantera de 15 pulgadas. No es nada importante sino que simplemente puedes llegar a percibir alguna sacudida puntual en la dirección.
La Iron se muestra menos manejable y además pesa 27 kg más que su hermana de «siete y medio». Aunque la parte ciclo de la Sportster destaca por su homogeneidad lo que ayuda a que esta pequeña Harley-Davidson se sienta aplomada cuando vamos con ella por la calle. Aunque debe quedar claro que no estamos hablando de comodidad. Algo realmente difícil de lograr si tenemos en cuenta que la horquilla tiene un recorrido de 92 mm y los amortiguadores de 41 mm. En este aspecto la Street 750 es mucho más eficaz, enjuaga los baches sin mayores problemas y transmite gran comodidad al piloto. No en vano los recorridos de suspensión son mucho más grandes: 140 mm delante y 90 mm en el tren posterior. Unos valores mucho más «normales», si se nos permite utilizar esta palabra.
Ahora ya se puede pedir la Sportster con ABS, una importante medida de seguridad activa que montaba la unidad de pruebas. La Street no cuenta con esta ventaja y tiene un sistema de frenos muy diferente a su hermana. Algo que queda también meridianamente claro a la hora de apretar la maneta y el pedal. El piloto de la Street tendrá que hacer fuerza de verdad si quiere lograr detenciones importantes, además el tacto de la maneta deja bastante que desear. La parte trasera, en cambio, frena de manera correcta. La Iron, por su parte, se detiene con eficacia, solo que hay que frenar desde los dos trenes para conseguir unos valores más que aceptables y con un tacto que facilita la tarea.
En este apartado hay que tener en cuenta que los Michelin Scorcher 31 en agua no se sienten en su elemento, por lo que si circulamos bajo condiciones de poco agarre hay que frenar con cuidado y, desde luego, no imitar las tumbadas de Marc Márquez. Los Michelin Scorcher 11 que emplea la Street 750 se mostraron más competentes bajo el líquido elemento, aunque hay que tener cuidado si el asfalto se encuentra muy agrietado.
Una y otra vez volvemos a las sensaciones y a los sentimientos. ¿La Street 750 transmite el legendario e inimitable «feeling» asociado a Harley-Davidson? ¿Se puede conseguir esto fabricando un modelo haciendo uso de todas las herramientas que hoy por hoy permite el mundo globalizado en el que vivimos? Una pregunta realmente difícil de responder y que al final dependerá del gusto y las expectativas de cada uno. Bastaría con adelantar los reposapiés, montar un soporte de matrícula cachondo, un manillar llamativo y un escape con un buen sonido para convertir a la Street en el centro de las miradas cuando uno va a trabajar. No olvidemos que también las V-Rod necesitaron unos cuantos años para ser aceptadas por los incondicionales de Harley-Davidson como «verdaderas».
Una marca que no invierta en su futuro está comprometiendo ya su presente, algo que la Motor Company parece tener muy claro. Antes de recoger, primero hay que sembrar, y la Street 750 es una semilla que deberá dar fruto en forma de nuevos clientes que hasta ahora nunca habían ni soñado con pertenecer al universo Harley.
Conclusión
La Iron 883 ofrece todo lo que se espera de ella, un modelo icónico nacido en los años 50 del pasado siglo, que cada vez enamora más. Se trata de una moto que da el 100 por cien de lo que se espera de ella. Por su parte la recién llegada tiene a favor un precio de derribo y un moderno propulsor refrigerado por líquido, frente al algo arcaico V-twin «de aire» de la Iron 883. Así que está claro, la Street 750 no tiene el glamour de otros modelos de la marca, pero se comporta con más que dignidad en cualquier situación y, además, por un precio de derribo. Hay un enorme mercado potencial para una custom asequible y económica, algo que no solo sabe la Motor Company, sino también las marcas japonesas, que durante décadas han intentado entrar en este mercado aunque nunca han gozado del éxito de los productos de Milwaukee. Podría ser que la Street 750 al final atraiga más al público general, mientras que para los «puristas», la puerta de entrada al universo H-D continuará siendo la Sportster.