«Cada cinco o seis años tenemos que hacer alguna locura», comenta el jefe de prensa de Ducati David James. En 2007 llegó al mercado la Desmosedici y ahora le toca el turno a la Superleggera (ver galería de fotos). Visto lo visto, uno solo puede decir que la operación ha sido todo un éxito. Ya la Panigale había dejado el listón muy alto en lo que a ligereza se refiere, la Superleggera es la continuación de este concepto de fabricación: hacer cada pieza tan ligera como sea posible. El objetivo era bajar 10 kg y al final han sido nada menos que 12.
Estamos ante un ejemplar exclusivo, que podemos definir como joya sin caer en la exageración. Solo 166 kg –sin gasolina– mientras que el rabioso bicilíndrico en V ofrece una potencia de 200 CV (205 con el kit de competición). Una preparación extra que tiene la unidad de Superleggera que espera en un box de Mugello para que el piloto la ponga a prueba en la pista mundialista.
«Si no le hubiésemos montado el ABS, habría estado por debajo del límite de peso que marca el reglamento del Mundial de SBK. Incluso con faros, espejos e intermitentes», me dice con orgullo David James, mientras me pica un ojo en plan pícaro.
Nunca ha habido una moto de serie con una mejor relación peso/potencia. Sí, este modelo sale de la fábrica de Borgo Panigale, aunque solo se vaya a producir una corta serie de 500 ejemplares. Los técnicos de Ducati han ido a tumba abierta, partiendo de una hoja en blanco y sin tener en cuenta los costes que se trasladarían luego al precio del modelo. De esta manera se ha creado una moto exclusiva como pocas, que hará las delicias de todos aquellos que quieran ir más allá, sobre todo en el apartado de prestaciones y peso.
La Superleggera es el sueño de todo preparador: coger una moto de serie y llevarla hasta los límites de la técnica… y del esfuerzo financiero. Estábamos pensando en estas cuestiones cuando salíamos de boxes, dispuestos a experimentar en nuestras carnes de lo que era capaz esta bicilíndrica de ensueño.
Dieta estricta
Si comenzamos con el chasis, nos daremos cuenta que no, no es de aluminio, sino de magnesio. Las llantas son unas Marchesini mecanizadas en magnesio. El amortiguador posterior emplea un muelle de titanio. Todo esto es absolutamente legal para circular por vías públicas. Para el escape se ha recurrido al titanio. La horquilla está firmada por Öhlins, los creadores de esta italiana probaron multitud de diámetros hasta encontrar la relación ideal entre ligereza y rigidez.
El subchasis ya era ligero pero en este caso no era suficiente, así que se sustituyó por una estructura de fibra de carbono. Un material que se ha utilizado también en múltiples piezas, no solo de la carrocería. Tampoco falta la batería de litio, mientras que el espumado del asiento no supera los 83 gramos.
Eugenio Gherardi, el líder del proyecto, nos aseguró que se habían cambiado nada menos que 200 piezas. Los 100 tornillos de titanio empleados en la criatura se han contabilizado como una única pieza.
Los ingenieros se pusieron con el mismo ahínco a preparar el propulsor. Así, por primera vez se emplea en una moto de serie pistones con solo dos segmentos. La cabeza de los pistones ha sido mecanizada como en las motos oficiales del Mundial de Superbike, lo que supone un ahorro de peso de 93 gramos por unidad. Las cámaras de combustión han sido mecanizadas, mientras que la compresión ha subido de 12,5 a 13,2 a 1. Las válvulas de admisión y escape son de titanio y provienen de Dell West, una empresa que suministra a muchos equipos de la Fórmula 1. Ello ayuda a que la Superleggera suba 500 revoluciones más arriba que el modelo de serie. Los árboles de levas son de nueva factura con un diseño más agresivo.
El cigüeñal no se ha librado de la obsesión por la ligerezay ha sido reducido a su mínima expresión, siempre dentro de lo posible. Los contrapesos son de tungsteno y tienen una densidad dos veces y media superior a la del acero. Ello supone ahorrarse 396 gramos en el cigüeñal (una pieza que siempre está girando, no lo olvidemos), lo que además facilita que el bicilíndrico en V suba de revoluciones de una manera realmente explosiva.
Bueno, finalmente logramos salir del box y encaminarnos hacia la pista. Durante media hora el circuito mundialista de Mugello estará a nuestra disposición. El sonido que emana de los escapes te pone el corazón en un puño. Esta pieza es responsable del recorte de dos kilos y medio en el peso del conjunto. Cada una de las 500 unidades cuenta con un kit de competición que incluye sistema DDA de recogida de datos, ausencia de espejos y de anclaje para estos, además de la eliminación de la pata de cabra.
Mundial de SBK
No hacen falta muchas curvas para darte cuenta de lo evidente, la Superleggera no es una Panigale «cabreada», sino casi una moto del Mundial de Superbike. Su comportamiento en los virajes deja a las claras que se trata de una purasangre y no de un simple modelo con aires deportivos. La bicilíndrica entra en la curva sin que apenas tengas que pensar, de manera controlada, sin nerviosismos desagradables y con una increíble precisión. Cuanto más deprisa vas, más a gusto se siente la pura sangre de Bolonia. Aunque cortes gas en medio de la curva, la trazada se mantiene inalterable, sin desviarse ni un milímetro. La Superleggera continúa como si de un gigantesco imán la atrajese hacia donde el piloto tiene puesta la mirada.
La horquilla es una unidad hecha a medida para la Superleggera, nada de utilizar un ejemplar de serie. Los hombres de Ducati trabajaron codo a codo con los técnicos de Öhlins para encontrar la puesta a punto ideal. El tarado de la horquilla, al igual que en la Panigale, es un poco blando. Una vez rodando por el impresionante trazado de Mugello, el tren delantero iba de maravilla, enjuagando con absoluta eficacia las irregularidades del terreno. Te vas calentando casi sin darte cuenta, pues la moto compensa tu arrojo con una eficacia propia de un ejemplar de competición. Así vas aumentando más y más el ritmo hasta que comienzas a girar francamente deprisa sin que por ello te dé la impresión de por encima de tus límites. Sin apenas darte cuenta comienzas a cogerle el tranquillo a curvas tan complicadas como la sección de Casanova y Savelli, dos virajes en bajada de esos que separan a los hombres de los meros muchachos.
En las dos rápidas en subida de Arrabiata uno y dos, el bicilíndrico empuja con una fuerza descomunal montaña arriba. Aquí se nota con claridad el trabajo de aligeramiento en el cigüeñal, a partir de las 7.000 revoluciones la italiana entra en «modo cohete», y no queda más remedio que agarrarse fuerte para evitar males mayores. El piloto se siente como si estuviese en el cráter de un volcán a punto de entrar en erupción. A lomos de la bestia no hay ni un momento de descanso, ni siquiera en la recta de 1.100 metros de longitud.
El motor es una delicia, suave pese a su potencia, y con una conexión inmediata entre el puño de gas y el neumático trasero. El aligerado cigüeñal vuelve a ponerse de manifiesto cuando hablamos del propulsor, aunque siempre tienes que mantener a la Superleggera atada en corto no sea que dejes llevar por la alegría y acabes en metido en un charco del que te cueste salir. El cambio semiautomático, que emplea un sensor de nueva factura, ayuda a que las marchas entren como Pedro por su casa, además de con una rapidez propia de una unidad de carreras.
Si la marca de Bolonia es famosa por la cantidad de electrónica que emplea en sus modelos de calle, imagínate la sofisticación de la Superleggera en este apartado. Las ayudas a la conducción son exquisitas y, al mismo tiempo, bienvenidas para evitar en la medida de lo posible que nos pongamos la bicilíndrica por sombrero. La cartografía del encendido está perfectamente coordinada con el control de tracción. Incluso si te pasas con el gas el sistema corrige tu error para que las cosas no pasen a mayores. Este es incluso capaz de reconocer el tamaño de los neumáticos. Por si esto fuera poco, la italiana ofrece un sistema anticaballito que se puede regular en cuatro posiciones. En el cambio de rasante después de la rápida Arrabiata 2 la rueda delantera se despegaba solo un poco y como a cámara lenta del suelo. Para controlar el cada vez más importante freno motor hay una leva en el manillar.
Conclusión
Así que, ¿darse una vuelta en esta montura es un paseíto por el parque? Pues más bien no. No hay otra que agarrarse fuerte a los semimanillares, pese a que tuvimos la precaución de bajar la presión del neumático trasero para que mejorase un poco su capacidad de amortiguación. La media hora se pasa en un suspiro, pues por muchas ayudas a la conducción y pese a lo bien que va, la Superleggera es casi una moto de carreras que requiere una concentración brutal. Es como si jugaras con una granada en las manos, mejor no despistarse.
A una moto así solo le puedes sacar el jugo en un circuito y pensamos que es lo que harán los 500 afortunados. Cuando la Superleggera se presentó en el Salón de Milán del año pasado, la mayoría de los ejemplares quedaron reservados enseguida y al final de 2013 ya estaban todos vendidos, cada uno por la orgullosa cifra de 65.000 euros. ¿De locos? Quizás, pero estamos hablando de un sueño y quién le puede poner precio a ello.