La marca de Bolonia lleva una época muy activa, en la que no ha parado de sacar nuevos modelos y de reforzar su gama, ni siquiera el parón veraniego les ha frenado, ya que hemos visto el adelanto de la que será la nueva Scrambler y la última de la exitosa saga Monster, la 821. Esta se sitúa en un escalón intermedio entre las naked de media cilindrada y las streetfighter de última generación.
La idea de la marca es ofrecer una montura más capaz que las 796 y 696, de 77-80 CV, pero sin llegar al nivel de las 1200, que rinden 135-145 CV. Aun así la 821 se beneficia de todo el paquete tecnológico de la Monster 1200. Así que con ella se llegará al gran público que se ha movido en la cilindrada de 800 cc y ahora va en busca de un modelo nuevo, más moderno, seguro y diferente, ya que una Ducati siempre supone ponerle un toque muy personal a tu garaje. La tercera generación de Monster ya está aquí y ha llegado para darle más versatilidad al modelo, pero manteniendo lo que sus clientes siempre han valorado de él: la estética y deportividad. Después de la teoría, vamos a la práctica.
Ancho
Las Monster se han caracterizado por tener una posición de conducción fuera de los cánones, pero poco a poco han ido «normalizándose». El manillar siempre ha estado bajo y alejado, pero ya en la 1100 comenzó a tomar una posición más elevada. La 1200 es muy natural y esta 821 también, aun así también tiene su toque diferenciador, que es el ancho y recto manillar. Está ligeramente alejado y es muy plano, pero se ha subido y retrasado 40 mm. Al final, en conjunción con los estribos y el asiento, el cuerpo toma una posición normal. El asiento, por cierto, es muy cómodo y espacioso, ya que tiene 80 mm de espuma y se puede regular su altura en dos posiciones.
Como sucede con la Monster 1200, de la que toma el diseño, el chasis es una estructura multitubular que conecta las culatas con la pipa de la dirección. De modo que la parte que hay justo debajo del depósito de gasolina es muy compacta y al cerrar las piernas puedes tocar con las rodillas los tubos que sobresalen del chasis. No es incómodo pero al principio te llama la atención. Una de las pocas cosas que no está bien resulta de la ergonomía es el poco espacio que hay para mover los pies en los estribos, como sucede en la 1200 los estribos del pasajero y el escape sobresalen y no dejan retrasar tus pies. También es cierto que en una conducción normal los llevas bastante adelantados para accionar los pedales, pero los más «racing» pueden echar de menos esa movilidad para aumentar la distancia libre al suelo en grandes inclinadas.
Otro punto que evoluciona rápido dentro de Borgo Panigale es el diseño de la instrumentación de la moto. Desde que apareció el cuadro Digitek en la Desmosedici RR y en la 1098, réplica del que utilizaban en MotoGP, hemos ido viendo numerosos diseños en los que toda la información se da en formato digital, incluso con pantallas TFT. En el caso de nuestra protagonista el cuadro toma unas dimensiones correctas, una buena disposición de la información y ofrece una clara visión independientemente de la luz ambiente.
El cuadro tiene dos pequeños apartados donde, mediante los pulsadores de la piña izquierda, puedes ver el odómetro, los parciales, los consumos, las temperaturas y la hora. También aparece en pantalla el modo de motor elegido, hay tres, como veremos a continuación, y se manejan con los mismos pulsadores que los intermitentes. Tan solo se echa en falta el indicador de marcha engranada. Las piñas también son la última generación, muy compactas y de fácil manejo. Si echas un vistazo al lado de estas o te fijas en los pequeños detalles, también puedes apreciar lo bien acabada que está la moto.
Sorpresa
Cuando pulsas el botón de arranque te llevas una pequeña sorpresa, debido a que el bicilíndrico de 821 cc, procedente de la Hypermotard, tiene en este modelo un sonido único. Este rugir también es una seña de identidad de la marca, a veces es incluso demasiado, pero en la nueva Monster es diferente. Puede ser también un poco alto para los más sensibles, pero después, cuando estás en carretera abierta, tiene un toque muy curioso, que puede recordar al de una moto de motocross pero más lleno. El caso es que hace que parezca mucho más potente que la Hypermotard y cada golpe de gas se convierte en un «pequeño trueno». Como hemos dicho antes, hay tres modos de motor: Urban, Touring, y Sport. Las diferencias entre ellos están en la sensibilidad de la respuesta y en la velocidad con la que el motor sube de vueltas. Además, cambian con ellos los parámetros del ABS y el DTC, más intrusivos en Urban y menos Sport.
Por ciudad el Urban te da un tacto más suave en las primeras aperturas, aunque hay que acostumbrarse a la entrega en los primeros milímetros, luego es muy dócil en toda la gama. La entrega de par es ejemplar y desde 2.000 rpm el motor es directo y progresivo hasta el corte. En medios ya se percibe potente, especialmente en Touring y Sport, y con este último modo la conexión entre el acelerador y el motor es muy directa. Lo bueno es que aunque responda a tus demandas en un instante no te descontrola y ahí está uno de los aciertos de esta cilindrada. El bicilíndrico en «L» a 90° trasmite una gran sensación de aceleración y es contundente, pero aunque aceleres a tope no tiende ni a levantarse, ni a derrapar. Así que el DTC, muy evolucionado ya por la marca, no tiene demasiado trabajo. Aunque vayas a buen ritmo por carretera, la 821 tracciona tan bien que solo ves la luz de aviso del control de tracción fugazmente.
En ciudad en cambio, donde hay muchos tramos de asfalto pulido, pasos de cebra, etc, el sistema es de gran ayuda y cuando te pasas con el gas te das cuenta de lo efectivo que es. El tacto del cambio de nuestra unidad de pruebas, con pocos kilómetros, era un poco duro, pero el embrague en cambio funciona con suavidad. Circulando por autopista se perciben algunas vibraciones, que no son molestas, pero que llegan a los espejos retrovisores y hacen bastante difícil ver a través de ellos los objetos enfocados. Lo bueno es que a velocidad legal el motor consume solo 4,3 litros a los 100 km y también destaca la precisión de la instrumentación marcando los datos de consumo, que ha sido el mismo que hemos obtenido nosotros.
El motor en sí no gasta mucho, poco más de seis litros en una conducción de todo tipo, de modo que se ha conseguido una buena autonomía. También se han ampliado los intervalos de mantenimiento, cambio de aceite cada 15.000 km o un año y 30.000 km ajuste válvulas y cambio de correas. Otro punto interesante es que se ha homologado una versión de 70 kW apta para ser limitada a 35 kW para el A2 y esa versión de 35 kW se entrega sin coste adicional.
Baile
El ancho manillar del que hemos hablado antes y la geometría de dirección propia de una deportiva, hacen que los poco más de 200 kg en lleno de la 821 se muevan con si se tratase de un baile, pero no uno de salón... más bien uno rapidito. Con una leve insinuación de tus manos la Monster cambia inmediatamente de dirección y después, cuando estás en medio de la curva, la moto quiere girar más incluso de lo que le pides. De manera que puedes entrar más rápido de lo que habías calculado y aun así tomas las curvas por la trazada que quieras. Lo bueno es que no tienes que pagar ningún precio en estabilidad por tener tanta agilidad y es noble en curvas rápidas, sobre baches, acelerando, etc.
La parte ciclo tiene un gran equilibrio, nada de extremismos, como algunas motos radicales, y las suspensiones tienen mucho que ver en este cóctel. Desde fuera pueden parecer un poco sencillas, ya que se trata de una horquilla invertida de 43 mm sin posibilidad de regulación y de un amortiguador Sachs, regulable en precarga y extensión, sin sistema progresivo. Pero en la práctica sorprenden, dado que el tren delantero aguanta sin despeinarse toda la potencia del magnífico equipo Brembo de frenos, con pinzas radiales de cuatro pistones y ABS 9MP.
De hecho cuando la utilizas en modo Sport, el ABS coloca al mínimo, y puedes llegar a hacer invertidos frenando fuerte, algo que dice mucho de la consistencia de la horquilla. Si la usas en modo Urban el ABS entra antes en acción y notas cómo sus pulsos evitan el bloqueo de la rueda delantera y el levantamiento de la trasera. En cualquiera de los modos la frenada es muy efectiva, especialmente por la potencia y tacto del delantero, ya que el trasero tiene poco tacto y potencia.
Volviendo a las suspensiones, el amortiguador cumple muy bien con su cometido, ya que absorbe los baches mucho mejor de lo que esperas de un sistema sin bieletas. Tampoco cede ante el empuje del motor y eso hace, como en otros casos, que el modelo intermedio de la saga Monster tenga un gran equilibrio. Sin duda es una moto que te deja un buen sabor de boca por ese mencionado equilibrio y todo el carácter que tiene.
Conclusión
Estéticamente la Monster 821 es una moto impactante, que hereda la imagen de su hermana 1200, con lo que mantiene la esencia deportiva que siempre ha estado asociada a la saga. No tiene el basculante monobrazo de esta pero el doble brazo que equipa también es muy vistoso. Es una moto muy completa en cuanto a su equipamiento, ya que trae de serie un moderno ABS y un efectivo control de tracción, además de los tres modos de motor. El motor Testastretta 11° tiene una buena pegada y un sonido que lo hace único, así que por prestaciones y personalidad no será... Para rematar el conjunto la parte ciclo, aunque no tan completa como las naked más deportivas, funciona de maravilla. Es ágil y al mismo tiempo noble de reacciones, de manera que te diviertes mucho si la sacas de la ciudad. Así que poco más se le puede pedir a esta naked que supone un paso intermedio en la conocida familia Monster y que está disponible en dos versiones.