Daelim Daystar VL 250 FI. Prueba

Es bonita, funcional y económicamente accesible. Así que la Daelim Daystar VL 250 FI tiene los mejores argumentos para triunfar.

Óscar Pena. Fotos: Lluís Llurba

Daelim Daystar VL 250 FI. Prueba
Daelim Daystar VL 250 FI. Prueba

Con unas dimensiones e imagen similares a las de la súper exitosa Daelim Daystar 125, la nueva 250 aporta un plus en potencia y libertad de movimientos que sin duda apreciarán un buen número de usuarios. Sobre todo porque también mantiene su carácter accesible, y su vistosidad desde cualquier ángulo. Y es que con un tamaño muy correcto y proporcionado para su cilindrada, interesante profusión y reparto acertado de los cromados, y unos acabados correctos en algunos apartados (como el llamativo doble escape, las llantas o el depósito de combustible en forma de lágrima), cumple con las expectativas que habíamos puesto en ella. No obstante, en otros apartados es discreta, como es en el aspecto y tacto de las piñas de mandos, o la gran pieza que soporta los testigos y el indicador de nivel de combustible sobre el depósito.

Por su parte, el cuadro de instrumentos, localizado sobre el grupo óptico delantero, se configura en la forma de una única esfera analógica, de escueta información. A la habitual indicación de velocidad en km/h (y también en millas/h), se suma un cuentakilómetros total y otro parcial. Se echa de menos, especialmente, un reloj horario.

Motor

Al presionar el motor de arranque, nos percatamos por su sonido sordo y carente de gran atractivo, de su pequeña cilindrada y talante utilitario, lo que no es óbice para desplegar unas cualidades de los más atractivas e interesantes. Y es que el monocilíndrico de 247 cc refrigerado por líquido y alimentado por inyección electrónica es el gran protagonista del nuevo modelo. Su tacto a cualquier régimen de giro es muy agradable, su respuesta precisa, y las vibraciones que alcanzan al conductor apenas son perceptibles. De estas, son básicamente molestas las que le llegan a través del asiento, cómodo y bien mullido, pero que no las absorbe eficazmente a la larga cuando se rueda cerca de las máximas prestaciones.

El tacto del embrague es blandito y progresivo, mientras que el selector del cambio peca de un recorrido muy largo, lo que obliga a «marcar» bien los cambios de marchas, especialmente al reducir a baja velocidad. Caso contrario es probable que no llegues a accionar la segunda o primera velocidad. Esta es, por otro lado, algo larga, y se aprecia al salir desde parado o a baja velocidad con una capacidad de aceleración discreta al principio para luego coger rápidamente inercia. Sea como fuere, con 22 CV de potencia máxima a 8.100 rpm verificados en nuestro banco, y 1,9 kgm a 5.800 rpm, la respuesta es en general algo lenta, y lógicamente exige reducir una o dos velocidades para salir con contundencia de cualquier situación. Algo por otro lado normal dadas sus cifras.

El consumo, por su parte, es muy, muy contenido. Sobresaliente, ya sea en uso mixto o a 120 km/h mantenidos. Las cifras quedan marcadas en 4,1 litros cada 100 km para el primer valor (exprimiendo con alegría el motor), y 3,6 litros para el segundo.

Manejabilidad y posición de conducción

Su reducido tamaño y exigua altura de asiento (710 mm) facilitan el acceso y la manejabilidad. Mientras que su peso, sin ser contenido (180 kg verificados con todos los llenos), tampoco condiciona excesivamente en parado o a baja velocidad. El manillar tipo «cuerno de vaca» no es ancho y mantiene unas medidas estrechas del conjunto para poder maniobrar con facilidad. Junto con los estribos adelantados, hacen adoptar una posición a los mandos típicamente custom. También es muy buena la visibilidad de los espejos retrovisores, y muy práctico el caballete central, aunque no sea de lo más estético una vez desplegado en este tipo de monturas. Lo es tanto para estacionar, como para realizar cualquier labor de mantenimiento (engrasado de cadena, cambio de neumáticos, etc.).

Un aspecto ciertamente mejorable es el radio de giro del manillar, que se nos antoja corto y no ayuda al maniobrar a baja velocidad, «ratonear» entre los coches, etc. Con todo, es una moto relativamente ágil y manejable, no da sensación de pesadez, y, salvo matices, se desenvuelve con la soltura que se espera de una «dos y medio».

En carretera abierta, sin prisa pero sin falta, te lanza a una velocidad crucero digna, capaz de mantenerse incluso ligeramente por encima de velocidades legales en autopista.

Parte ciclo

El comportamiento de su parte ciclo supera el aprobado, más aún teniendo en cuenta el tipo y filosofía del modelo. Así, las suspensiones responden correctamente a las exigencias a las que puedan ser sometidas, y puestos a afinar, la doble amortiguación trasera es la más justa, debido a su falta de progresividad.

Los frenos también aprueban. El doble disco delantero mordido por una pinza de dos pistones tiene tacto y potencia, mientras que el trasero, también enérgico, es algo más difícil de dosificar. Por otro lado, se lleva con soltura de un lado a otro, y aunque tiene cierta tendencia a caerse hacia el interior de las curvas cuando estas son lentas, es predecible y perfectamente controlable. La estabilidad no está en ningún momento comprometida, ni en carretera ni en autopista rodando a alta velocidad.

Si a todo lo dicho sumamos un precio realmente atractivo, de 2.999 euros, la propuesta de Daelim para el segmento de las custom de 250 cc se presenta como una alternativa más que interesante, y muy a tener en cuenta si vas buscando una moto de estas características.