Los nombres de las motos de Charly Sinewan

La Perla Negra y La Misionera son dos de las motos que Charly Sinewan ha utilizado en sus viajes por medio mundo.

Charly Sinewan.

Los nombres de las motos de Charly Sinewan
Los nombres de las motos de Charly Sinewan

Hace catorce años que viajé a México y que, por primera vez, sentí curiosidad por la vida nómada. En los siguientes años seguí viajando y me encontré con personajes que incrementaron mi inquietud por este tipo de vida tan diferente. En 2009 y tras mi primer gran viaje hasta Australia en moto, confirmé la vida que quería llevar. Y hace tres años que mandé mi anterior vida al garete para, finalmente, convertirme en nómada.

Esa historia y lo que vino después está más que contada en cientos de relatos y vídeos. Han sido los mejores siete años de mi vida y, hace unas semanas, viajando al norte de Uganda, he ido masticándolos. El viaje a Kidepo ha resultado ser más un viaje interior que otra cosa. Es el final de un ciclo y por tanto, el comienzo de otro. Es, sin duda, el final del principio.

Como en todo cambio de ciclo, hay cosas que quedan atrás. Por eso mi BMW F 800 GS, “La Misionera”, se queda en África para siempre, como debe de ser.

Casi nunca he puesto nombre a las motos pero el viaje y los buenos amigos lo han provocado un par de veces. Primero fue con Duncan Cartright en el viaje a Australia, con quien bauticé a mi antigua Honda Varadero como "La Perla Negra" por culpa de la película “Los piratas del Caribe”. Hace dos años en Mozambique, mi amigo y viajero Herman Zapp bautizó a mi BMW F 800 GS así, como "La Misionera”, porque siempre estaba presente cuando había que hacer gestiones para ayudar a resolver lo que fuera que pasara. Un pinchazo, quedarse sin gasolina o tener que transportar a un policía corrupto a una comisaría para recuperar un ordenador. Eso, junto a mis “misiones solidarias” en África, inspiraron a Herman para bautizar a la moto.

Esa moto representa muchas cosas y con ella he vivido tantas experiencias y he evolucionado tanto, que fue imposible no emocionarse al despedirse, porque sé que tardaré tiempo en volver a África. Y mi moto, nuestra “Misionera”, nuestra compañera de los últimos cinco años, representa África. Por eso decidí que se quedara allí para siempre.

Ahora sí nos despedimos de África por un tiempo. Gracias por vuestra compañía.

Seguimos viaje. América, allá que vamos.