Objetivo 100.000 Suzuki Burgman 650

Allá por marzo del 2006 decidí cambiar mi querido Burgman 400 por su hermano mayor. ¿Por qué? Simple y llanamente por capricho. El «cuatrocientos» cumplía de sobra con mis necesidades pero quería dar ese pasito más, pequeño en apariencia, pero enorme en realidad.

José Vicente Pordomingo "Pordo"

Objetivo 100.000 Suzuki Burgman 650
Objetivo 100.000 Suzuki Burgman 650

Para que os hagáis una idea de lo satisfecho que estuve con el Burgman 400, fui a Elefantentreffen en 2004. Fueron 4.500 km en 5 días sin consumir un litro de aceite y sin ningún problema. En definitiva maravillosa. Pero me apetecía darme el capricho del 650 por esos caballos de más, pero sobre todo, por el cambio del «mono» al bicilíndrico. Fue algo que me enamoró totalmente. Tanto que ésta es la primera de las muchas motos que he tenido que va a pasar su segunda ITV. Antes del Burgman no había tenido ninguna moto más de cuatro años. Ahora ya no he vuelto a pensar en cambiarlo y llegar juntos a estos 100.000 km ha sido fantástico. Y si me lo permitís, me atrevería a decir que fue especial.

Hace ya mucho que mi moto no es solo un montón de hierros, plásticos y cables, sino que se ha convertido en una extensión de mí mismo. La uso todos los días del año para ir al curro, al «rulito» del fin de semana, a la concentración, a la ruta motera… Y ya hace tiempo que traspasamos esa línea que separa al motorista de su montura y ahora disfrutamos viajando los dos juntos. A veces tengo la sensación que tras un buen tramo de curvas, o ante la visión de un paisaje de los que te quitan el aliento, bajo sus plásticos, el Burgman también sonríe como hago yo dentro del casco. Y entonces simplemente le acaricio la testuz y la conexión es total. No creo que estos párrafos aporten nada nuevo al verdadero motero. ¡Es más de lo mismo! Pero bueno, como no había contado nada aquí antes, quería empezar por compartir estos sentimientos.

Rutas inolvidables

Aún recuerdo la primera salida con el Burgman 650, fue una ruta por la Sierra de Madrid: El Escorial, Guadarrama y Navacerrada. Esos fueron unos primeros momentos de cambiar el chip del pequeño y ligero monocilíndrico de 400 cc a todo un maxiscooter de 650 cc. En esos primeros kilómetros parecía que había pasado de conducir un ligero SEAT Ibiza a un imponente Land Rover Discovery. Pensaba «La virgen, ¡qué inercias!». Eso sí, a cambio disfrutaba de unos frenos de verdad con ABS y de un motor que era una auténtica delicia. A partir de ese viaje, me dediqué a conocer todos los rincones de mi entorno.

Lugares como Casilla y el Puerto de San Vicente, el Puerto de Mijares, Collado de Serranillos, Puerto de la Puebla, Navacerrada, ¡la Cruz Verde, cómo no! Cebreros, Morcuera, el Parque Cabañeros, Gredos, Navafría, Puerto de la Lancha, Segovia, Ávila y su muralla «China», la ruinas romanas de Vascos, el Puerto del Pico, las minas romanas de Osa de la Vega, Castillo de Peracense y Molina de Aragón... y otro montón de sitios que se quedan en la memoria. Me he recorrido todas y cada una de las carreteras que hay en un radio de 300 km de mi casa. ¡Ah! Y no podía olvidarme de las concentraciones. Mi Burgman 650 ha estado presente en las dos invernales más importantes de nuestro país, Pingüinos y Motauros. También ha participado en varias ediciones de Penitentes, un pasote de ruta que a través de miles de curvas te lleva de un lado a otro por los Pirineos

Próximos objetivos

Ahora tengo en mente destinos más «ambiciosos». Por ejemplo, hacer juntos los 24 kilómetros del Paso del Stelvio o una visita a Cabo Norte, el punto más septentrional de la Europa Continental. Y me está corroyendo por dentro de nuevo el gusanillo del Elefantentreffen, que ya conocí con mi anterior Burgman pero que me gustaría probar con el «seisymedio». No descarto, más pronto que tarde, que me vuelva a sentir atraído por esa locura que cada febrero se celebra en la selva de Baviera. Aunque ahora el objetivo más reciente es pasar la ITV, que le toca el mes que viene, cosa que no dudo que superará con buena nota.

A estas alturas ya os habréis imaginado que estoy enamorado de mi Burgman 650, que no para un fin de semana en casa. Pero sobre todo, cuando más tiempo compartimos es en el día a día. No tengo coche y por tanto es mi medio de transporte. Lo uso para ir al trabajo, de compras, de ocio… en definitiva, para todo. Y no importa el tiempo, sale conmigo llueva o haga sol; con el único miedo, como dijo el bueno de Asterix, de que algún día el cielo se nos caiga sobre nuestras cabezas. Y a partir de ahí, como ya os decía al principio, el objetivo será el próximo «rulito» de fin de semana. Da igual que sean 50 km que 700. La moto, como a los amigos, se la disfruta poco a poco y siempre que haya oportunidad. «Carpe Diem… Memento Mori».