Kevin Calia, de esperanza italiana a quedarse sin moto y trabajar de camarero

La mala suerte en los dos últimos años ha dejado sin correr al prometedor piloto italiano.

Nacho González

Kevin Calia, de esperanza italiana a quedarse sin moto y trabajar de camarero
Kevin Calia, de esperanza italiana a quedarse sin moto y trabajar de camarero

Después del anuncio de la retirada de Juanfran Guevara por diversos motivos; de que el italiano Marco Faccani también decidiese colgar el casco; o de que Jonas Folger tenga que renunciar a correr en MotoGP por salud; ahora es otro joven talento el que no estará en ninguna parrilla en este 2018: Kevin Calia está sin moto, trabajando de camarero en espera de alguna oportunidad.

No hace tantos años, Kevin Calia era uno de los pilotos llamados a ser parte del renacimiento del motociclismo italiano; algo estancado después de una era de vino y rosas en la que los pilotos transalpinos ganaban títulos como churros (entre 1990 y 2000 conquistaron 13 títulos con seis pilotos distintos).

Desde entonces, la alargada sombra de Valentino Rossi y algunos títulos esporádicos como los de Marco Melandri, Andrea Dovizioso o Marco Simoncelli camuflaron la falta de relevo, que se hizo patente en una sequía de casi diez años rota el pasado 2017 por el título de Franco Morbidelli en Moto2.

Nacido en 1994, Calia era parte de esa incipiente generación de jóvenes talentos que conseguían volver a ilusionar a los tifosi. Con apenas 13 años se plantó en la parrilla de la Red Bull Rookies Cup 2008, empezando a dejarse ver en los puntos mientras JD Beach y Luis Salom se jugaban el título.

Ese mismo año hizo su debut en la categoría 125GP del Campeonato Italiano de Velocidad, donde sumó su primer punto. Un año después empezó a hacerse habitual en la zona de puntos tanto en el CIV como en la Rookies, siendo 2010 el de su consolidación en ambos campeonatos: séptimo en el CIV con su primer podio y sexto en la Rookies, donde logró su primera victoria.

Terminó de despuntar en 2011, cuando además de debutar en el Mundial de 125cc -corriendo dos carreras y quedándose cerca de puntuar en Misano- terminó tercero en el CIV 125GP tras subir al podio en seis de las ocho carreras. Acabó solamente por detrás de dos de los grandes talentos del país: el campeón Niccolò Antonelli y el subcampeón Romano Fenati.

Al año siguiente, ambos se fueron al Mundial, pero Calia no tuvo la misma oportunidad y tuvo que seguir en el CIV, cambiando a Moto3. La apuesta fue inmejorable, proclamándose campeón después de arrasar con seis victorias y un segundo puesto en ocho carreras. También subió al podio del Campeonato de Europa, donde fue tercero; y corrió otras dos carreras del Mundial de Moto3, siendo 14º en Mugello.

Para sorpresa de propios y extraños, el título nacional no le valió para tener un contrato mundialista a tiempo completo, y tuvo que seguir en el CIV, saltando a la categoría de Superbike. Se adaptó rápidamente y acabó noveno en su primer año con la Ducati del Barni Racing, llegando a sumar un quinto puesto y debutando también en la Copa FIM de Superstock 1000.

Un año después firmó por el Nuova M2 y cambió a Aprilia. Una decisión acertada, ya que acabó tercero en el CIV Superbike y repitió experiencia en STK1000; donde en 2015 hizo el salto a tiempo completo con dicho equipo. Acabó séptimo en su primer año, sumando su primer podio a final de temporada al ser segundo en Magny-Cours.

2016 tenía que ser el del salto de calidad, y lo fue. Tercer clasificado final sólo por detrás del veterano Raffaele De Rosa y el experimentado Leandro Mercado. Además, lo compaginó con su retorno a tiempo completo al CIV Superbike, siendo subcampeón por detrás de Matteo Baiocco tras la descalificación de Michele Pirro.

Con el paso de De Rosa y Mercado a Superbike, para Calia era el momento de pelear por el título del renombrado Campeonato de Europa de Superstock 1000. Sin embargo, la sorpresa llegó con su fichaje por el Phoenix Suzuki, y rápidamente se vio que había sido una mala decisión, viéndose condenado al fondo de la clasificación tanto en STK1000 como en el CIV Superbike.

Le habían prometido apoyo de Suzuki, pero no llegó. Lo que empezó como una apuesta ambicioso se volvió poco menos que una pesadilla. Se vio peleando con una moto totalmente de producción. “Y cuando digo de producción me refiero a una del concesionario sin espejos y luces, arriesgando mi vida por nada”, confiesa en Corsedimoto. “Me sentí traicionado”, sentencia.

Dejó el equipo a mitad de temporada y consiguió una Kawasaki del CM Racing para hacer las dos últimas rondas del CIV, donde volvió a sonreír al subir al podio en Mugello. Un resultado que le valió un acuerdo para volver a Superstock 1000 con dicho equipo en este 2018, pero de repente se enteró de que habían fichado a Ricardo Russo, y en enero le comunicaron que no contaban con él.

Muy tarde para encontrar moto y después de haber dicho no a otros equipos. No tira la toalla y confía en que salga “una buena oportunidad hacia mitad de la temporada”, pero mientras tanto está ejerciendo un oficio muy distinto: “Desde octubre trabajo como camarero en una trattoria en las colinas de Imola y creo que me quedaré allí, donde al menos tengo certezas”, explica.