Son ya fechas señaladas, y aunque España siempre haya sido más de Reyes Magos, la gran mayoría espera recibir algún regalo durante la noche del 24 de diciembre.
Antes de descolgarse por nuestras chimeneas, Santa Claus (AKA Papá Noel) habrá tenido que recorrer miles de kilómetros desde su hogar, cuya ubicación exacta es desconocida pero que tiende a ubicarse en tierras escandinavas. Finlandia, Suecia, Noruega y Dinamarca reivindican la pertenencia del simpático personaje.
No son países que acostumbren a hacer regalos en forma de grandes pilotos de motociclismo de velocidad. Aunque los noruegos Ole Bjorn Plassen y Thomas Sigvartsen, el danés Michael Moller Pedersen o el sueco Pontus Duerlund lleven el frío hasta el FIM CEV; o Chrisopher Bergman y Alex Schacht intenten poner las banderas sueca y danesa -respectivamente- en los puestos de honor del mundial de Supersport o la Copa FIM de Superstock 1000; el único país escandinavo con cierto peso específico en la historia mundialista es Finlandia (obviando a los ya lejanos suecos Kent Andersson, Borje Jansson y Leif Gustafsson)
LA HERENCIA DE SAARINEN
Pensar en Finlandia lleva, irremediablemente, a recordar la figura de Jarno Saarinen, aquel joven de talento incalculable que se topó de frente con la tragedia cuando apenas había comenzado a prologar su libro dorado. Como lo definió Juan Pedro de la Torre, el hombre que pudo ser rey.
Teuvo Lansivuori intentó continuar su labor, pero no pudo rematar la faena, y tras la victoria de Pentti Korhonen en la carrera de 350cc de Opatija 1975 comenzó una sequía ganadora que duró 30 años.
Mucho más cercana queda la presencia de Mika Kallio, el encargado de poner la nota suomi en la última década -así como de protagonizar la subida del telón del ambicioso proyecto de KTM-; pero en cuya sombra no lograba cobijarse ningún compatriota, sobre todo tras el fiasco del díscolo Niklas Ajo.
Llegamos entonces a este 2016 que ya casi se consume. La bandera finlandesa ha podido verse también en el FIM CEV, con nombres como Eeki Kuparinen, Niko Makinen o Mika Hoglund; o en la Red Bull Rookies Cup con el futuro mundialista Patrik Pulkkinen, pero donde ha brillado con luz propia ha sido en un campeonato aún más importante.
NIKI TUULI, EL NUEVO SANTA CLAUS
Hay que retroceder unos cuantos meses atrás, al mencionado mundial de Supersport; cuando apareció un joven piloto hasta entonces desconocido para muchos. Un regalo para los aficionados, llegado desde las tierras de Santa Claus, vestido de azul y no de rojo a lomos de un trineo denominado Yamaha YZF-R6. Dice llamarse Niki Tuuli.
Su desparpajo y su talento suponen un regalo para los espectadores, sí; pero también para una categoría donde la falta de renovación de caras en lo alto empezaba a preocupar. Un regalo incluso para Kenan Sofuoglu; quien, una vez minada la moral de los Jules Cluzel, P. J. Jacobsen, Kyle Smith o el novato Randy Krummenacher, andaba necesitado de nuevos y excitantes desafíos.
En este 2016, Santa Claus llegó por adelantado; pero las tres memorables carreras que nos dejó -segundo puesto más vuelta rápida en todas ellas- fueron sólo un anticipo de lo que es capaz de hacer el vendaval de Imatra.
El regalo de verdad, el que Tuuli pondrá bajo nuestros árboles en la mañana de Navidad, es un vale por una temporada completa recorriendo el mundo con su traje azul y su R6, protegiendo con celo la herencia de un mito como Jarno Saarinen.