¿Un título muy perseguido, después de varios años a las puertas?
Ha sido un camino muy duro, porque cuando acabé 2018 no sabía si seguiría corriendo en el FIM CEV. Había estado tres años con el Junior Team Estrella Galicia 0,0 y entonces fue el equipo de LaGlisse el que me dio la oportunidad para esta temporada, después de llegar a un acuerdo con Monlau, que sigue siendo mi manager. A la larga se ha comprobado que fue una buena decisión. Pero a principio de año, aunque el objetivo era luchar por el título, empezaba con muchas dudas.
¿Dudas, por qué?
No sólo era un equipo nuevo, también cambiaba la moto y yo venía de tres años pilotando una Honda. En el primer test con la Husqvarna fue un poco complicado, porque son dos motos completamente diferentes. Pero creo que me adapté rápido y también me adapté a la forma de trabajar del nuevo equipo y juntos hemos dado todos los pasos para hacer el camino. Quería pelear por el título pero no esperaba ganarlo así.
La clave ha sido la regularidad.
Es que el FIM CEV es un campeonato tan corto, que no tienes margen de error y los errores se pagan el doble. Sabíamos que el campeonato lo ganaríamos con constancia. Desde el principio estuve arriba, hice mi primera pole en la primera carrera, y aunque no gané hasta la sexta carrera en Montmeló, siempre estuve delante. En el FIM CEV lo más difícil es la regularidad y sólo nos hemos bajado tres veces del podio.
"Quería pelear por el título pero no esperaba ganarlo así"
¿Quién ha sido el mayor rival?
Al principio el rival era Kunii, empezó muy fuerte, ganando dos carreras, pero se lesionó. Fue una pena porque lo que le gusta a un piloto es ganar con todos los pilotos en pista. Y con esa lesión le pasó el relevo a Tatay, sobre todo después de ganar las dos carreras de Jerez. También hay que decir que se notó que él no paró durante el verano, que siguió corriendo en la Rookies e hizo el GP de Aragón la semana de antes de Jerez, y los demás prácticamente no habíamos tocado la moto durante el verano y eso le dio un extra en ese momento.
¿De dónde viene tu pasión por las motos?
Sobre todo de mi padre que era muy aficionado al Motocross, pero toda mi familia ha sido muy motera siempre. Empecé con 3 años a montar en moto. Como no lo hacía mal, mis padres decidieron arriesgar por mí, porque la Velocidad es muy cara y sabes que te vas a gastar un dinero que no sabes si valdrá la pena, sobre todo si eres de una familia humilde como la mía. Por eso, en mi casa siempre nos hemos pensado las cosas más de una vez. A partir de los 7 años comencé a competir pasando por todas las categorías, 50, 70, 80 cc. Ahí fue cuando me fichó Monlau, porque mis padres se quedaron sin dinero y nos ayudaron en las últimas dos carreras en 80 cc. El año siguiente ya hice PreMoto3 y de ahí al FIM CEV.
¿En 2018 y 2019 estuviste a punto de saltar al Mundial?
Las dos últimas temporadas he estado muy cerca de llegar al Mundial, pero nunca pensé en tirar la toalla, porque las motos son mi pasión y la gasolina corre por mis venas. Hubo un par de ocasiones en las que toqué fondo, y que gracias a la familia y a la gente de confianza pude apoyarme para levantarme.
¿Levantarte y lograr ese sueño en 2020?
Hasta ahora había corrido como wild card o de sustituto y por fin el próximo año lo haré con una plaza propia y una temporada completa que es el sueño de todo niño. Y a parte, salir en el juego de MotoGP, que me mola mucho. Y lo haré como de campeón del mundo junior, un título que no ha sido fácil, aunque será más difícil todavía el Mundial, con una temporada muy larga, circuitos nuevos y donde tienes que asumir que puedes estar el último alguna sesión.