El tiempo pasa volando. Parece que fue ayer cuando Honda presentó en el Salón de Milán del 2004 su primer modelo de Enduro de 250 4T. La CRF 250 X vio la luz justo después de que la firma nipona anunciara el cese de fabricación de los motores de 2T y, partiendo de la base de los modelos de cross, los técnicos del ala dorada crearon la máquina que hoy nos acontece y a su hermana mayor, la 450 X.
Los procesos a seguir fueron los estándar: suavizar su curva de potencia -manipulando el mapa del CDI y la carburación con otros reglajes para ganar par-, incorporarle el ya imprescindible arranque eléctrico y, para satisfacer las normativas FIM y ayudar a que la entrega de potencia sea la idónea, se montó un colector y silencioso de titanio de «titánicas» dimensiones.
En cuanto a la parte ciclo, el bastidor parte del doble viga de aluminio de sus hermanas de cross, pero con las lógicas modificaciones en sus geometrías. Para las suspensiones, se buscó un tarado más acorde para la práctica del enduro –blando y progresivo-.
Lo cierto es que a lo largo de los últimos casi cuatro años este modelo en particular no ha recibido grandes cambios, pues Honda ha querido mantener su estilo práctico y sin pretensiones. Para esta temporada, ha sido la máquina «off-road» de la firma que menos novedades ha recibido, pero mantiene su notoriedad al mejorar la posición de conducción con un depósito más estrecho, donde nuestras rodillas podrán ajustarse mucho mejor a su contorno. Los frenos son bastante más progresivos por los nuevos discos floreados.
Paso a paso
Como bien hemos indicado en el inicio de esta prueba, la CRF 250 X esta enfocada a un público muy específico. Vaya, que Honda lo ha dispuesto todo para encasillarla en el apartado de «iniciación». La verdad es que es una excelente moto para todos los que quieren dejar la peligrosidad de la velocidad y del asfalto para disfrutar de un divertido y tranquilo día por la naturaleza.
Su motor es una delicia. Posee una entrega de potencia muy buena, siendo suave, lineal y extremadamente progresiva tanto en la zona baja como media del cuentarrevoluciones. Una vez superado este margen, la 250 X se vuelve poco más agresiva, pero nada que nos quite el sueño. Y es que estamos hablando de la moto más «light» de su categoría con poco más de 32 caballos, por lo que, por poca que sea nuestra experiencia en este deporte, siempre poseeremos el control sobre esta máquina. Sin embargo, esa escasez de potencia no nos permitirá pilotar a nuestras anchas, ya que deberemos estar muy pendientes con cambio para ir con la velocidad más idónea, pues de lo contrario este pequeño motor se quedará sin aliento.
La parte ciclo nos gustó mucho más. Derivada de su hermana de cross, presume de un chasis extraordinario por su comportamiento en curva. Éste nos procurará una maniobrabilidad muy notable y, gracias a su reducido tamaño y logradísima posición de conducción, nos habituaremos a ella con suma facilidad. Asimismo, y por el contrario, a altas velocidades el tren delantero se mostrará algo inestable y sin demasiado aplomo. Aunque no será preocupante, al no resultar, en ningún caso, peligroso.
Las suspensiones, firmadas por la prestigiosa casa Showa, cumplen satisfactoriamente con el uso que hay que darle a la CRF 250 X. Con un carácter muy noble, absorben bien el accidentado terreno e incluso resultan cómodas. No obstante, perderán esas buenas cualidades cuando nuestro nivel aumente, ya que tanto en los saltos, por pequeños que sean, como ante los importantes socavones, la horquilla vencerá. Todo lo contrario que en la frenada. Ambos trenes están muy bien equipados por dos discos que aseguran una sobresaliente frenada con un tacto ejemplar.