El pasado domingo, mientras adolescentes como Alonso López o Sergio García hacían méritos para construirse su futuro en el mundo del motociclismo, un hombre 40 años mayor que ellos festejaba la primera victoria de su vida, lograda en Superstock 600 –subcategoría dentro del Europeo de Moto2- por 142 milésimas ante el otro único competidor de la subcategoría: Luc Mamet, un piloto de 25 años procedente de las exóticas Islas Mauricio.
Es francés, cumplió 59 años el pasado 11 de marzo, ya es abuelo y se llama Philippe Le Gallo. Y aunque es un gran desconocido para la mayoría del público, en el FIM CEV Repsol se está convirtiendo en toda una institución. Allí es frecuente verle ocupar la última posición de parrilla, pero encara cada carrera como si partiera desde la pole.
Aunque, quizás lo más curioso del caso P.L.G (las iniciales de Philippe Le Gallo, aunque podrían ser las de ‘Progresar. Luchar. Ganar’) no resida en su edad actual, sino en la de iniciación. Fue hace ‘sólo’ doce años, uno después de cambiar los saltos a caballo por los maratones. Compitió en dos, bajó de las 3 horas 40 minutos y decidió buscar otra cosa.
Tras los caballos y sus propias piernas, necesitaba más velocidad. Y descubrió el mundo de las dos ruedas. Desde entonces, es consciente de las limitaciones de su edad. Por eso, su objetivo nunca ha sido ganar a los más jóvenes; sino divertirse con ellos. ‘Jugar’ con ellos mientras se mejora a sí mismo y se emociona si es capaz de ganar a algún piloto más joven que él.
Afirma que su secreto es no haber bebido ni fumado nunca y; paradójicamente, no va en moto en carretera porque asegura que no sabe ir despacio, así que fuera de los circuitos sólo practica motocross. Su pasión es la velocidad en el asfalto, y por eso ni se plantea dejarlo. Y mucho menos estando en su mejor momento.
Aunque se subió a una moto por primera vez a los 14 años no pisó un circuito hasta los 46, disputando su primera carrera con 47, tal y como reconoció antes del comienzo del CEV 2013 en un reportaje conjunto con su compatriota Fabio Quartararo (el más joven de dicha edición); en el que también confesó que trabaja durante todo el año gestionando sus empresas para poder pasar cuatro meses anuales en España corriendo en moto.
Empezó probando en resistencia y pasó tres años en el French Superbike hasta 2009, antes de llegar al Campeonato de España de Velocidad (CEV) en la temporada 2010, dentro de la categoría de Stock Extreme. Primero con Yamaha, después con BMW y desde 2012 con Kawasaki, logrando un año después sus primeros puntos en la Copa de España de Stock Extreme, una subcategoría para pilotos privados.
Permaneció en Kawasaki con el cambio a Superbike en 2014, sumando puntos de nuevo en la clasificación de privados. Siguió en la misma línea en 2015 con Ducati, y el pasado 2016 le llegó la gran oportunidad: fichó por el equipo Laglisse y consiguió sus primeros puntos en la clasificación absoluta de Superbike: un total de 11 en cuatro carreras distintas, llegando a ser undécimo en Albacete y acabando la temporada en 22ª posición.
Para este 2017, con la desaparición del Europeo de Superbike, decidió permanecer en el FIM CEV con Laglisse. La manera era ‘bajar’ a Moto2 –cambiar la R1 por la R6-, pero dentro de la subcategoría Superstock 600, que en el Circuit de Barcelona-Catalunya celebraba sus dos primeras carreras. Muy lejos de las cámaras, centradas en la victoria de Ricky Cardús, Philippe Le Gallo y Luc Mamet mantenían una lucha mucho más emocionante, que se resolvió en favor del primero sobre la misma línea de meta.
Para muchos será un triunfo intrascendente, pero para Le Gallo fue algo maravilloso, y así lo expresó después de la carrera: “Es fantástico ganar. Después de 12 años de trabajo y tras una temporada con el Team LaGlisse para ganar confianza”, reconoce el galo, que lejos de conformarse con saborear el champán del FIM CEV, sólo piensa en mejorar sobre una moto nueva para él:
“Hoy esa confianza la hemos demostrado aquí y estoy seguro de que aún nos queda mucho por progresar, porque la moto es totalmente nueva y tiene mucho potencial. Tengo la sensación de ser mejor piloto sobre una 600cc que sobre una 1000cc. He disfrutado mucho y me he divertido con la Yamaha YZF-R6, una moto fantástica”, concluye.
Esas son sus claves. Rozando los 60, los verbos que utiliza valen más que sus meritorios tiempos por vuelta. Progresar. Disfrutar. Divertirse. Y desde el domingo ya puede emplear uno nuevo: Ganar.