El balcón de Marc Márquez

Sobre la ‘polémica’ generada en la celebración de su título mundial de MotoGP 2018.

Nacho González

Marc Márquez en el podio de Japón tras proclamarse campeón el mundo por séptima vez (Foto: Gold & Goose)
Marc Márquez en el podio de Japón tras proclamarse campeón el mundo por séptima vez (Foto: Gold & Goose)

Parece ser que se ha generado una gran polémica por la decisión de Marc Márquez de no salir al balcón del Ayuntamiento de Cervera a festejar su título de MotoGP 2018 por la presencia de una pancarta con fuerte carga política. Una polémica sobrealimentada y que ha traspasado las páginas deportivas, como sucede cuando se produce una situación morbosa trasciende a lo puramente deportivo. Que se lo digan a Romano Fenati.

La decisión de Márquez (o de su fan club) es, sencillamente, la de no significarse de forma política. El piloto ilerdense no es un representante político y, por lo tanto, su opinión sobre estas cuestiones es totalmente irrelevante. Que salga o no al balcón del Ayuntamiento, también. Si quiere salir, fantástico. Si no, también.

Porque el terreno de Marc Márquez y de todos los pilotos de MotoGP no son los ayuntamientos, sino los circuitos. Su día a día no es tratar con alcaldes y concejales, sino con mecánicos e ingenieros. Su tarea no es servir al ciudadano, sino deleitar al aficionado. Por lo tanto, es comprensible que ya hace años decidiese utilizar la bandera con el 93, la bandera que une a todos sus seguidores sin hacer distinciones sobre nacionalidad, raza, sexo o religión. Sólo Marc Márquez como nexo de unión.

Por eso no necesita salir al balcón del ayuntamiento. Le bastan las calles de Cervera para montar su fiesta. Sencillamente porque es suya. Y cuando uno organiza una fiesta tiene la potestad de decidir el dónde, el cuándo, el cómo y el con quién. Y eso es ni más ni menos lo que ha hecho.

El balcón de Marc Márquez

Marc Márquez pasea la bandera del 93 tras ganar en Assen (Foto: Gold & Goose)

Tratar de buscar la polémica en la celebración de un título mundial escapa a los límites de lo deportivo. Encontrar más veces el nombre de Marc Márquez por cuestiones así (ya tuvo que salir a desmentir que estuviese tributando en Andorra) que por lo que lleva haciendo una década en los circuitos de todo el mundo es, como poco, triste.

Emborronar sus logros deportivos (los suyos o los de cualquier otro) con cuestiones sobre las que él ha elegido libremente no pronunciarse es algo innecesario. Es injusto poner a un piloto bajo la misma lupa con la que se debe mirar a los políticos. Un piloto no es un cargo público y por lo tanto no se le puede exigir ninguna responsabilidad de esa índole.

Porque, repito, su terreno son los circuitos, su día a día los mecánicos e ingenieros, su tarea deleitar al aficionado, su bandera la del 93 y su balcón… está claro cuál es su balcón, ¿no?

Cada vez que Marc Márquez pisa un circuito un jueves, en su mente sólo está acabar el fin de semana saludando el domingo desde el balcón del trazado. Un balcón en el que corre el champán y que cuenta con tres escalones.

El balcón de Marc Márquez no es ningún ayuntamiento. El balcón de Marc Márquez es el podio del Mundial. Un balcón desde el que ya ha saludado 116 veces y, mientras unos y otros pretenden usar su nombre como herramienta política, él sólo está pensando en salir dentro de una semana al balcón mundialista por 117ª vez en el Gran Premio de Valencia.

El balcón de Marc Márquez

Marc Márquez festeja su título en Japón (Foto: Gold & Goose)