Comparativa Yamaha Xmax y Suzuki Burgman 400

El Suzuki Burgman 400 lleva años dominando su segmento del mercado, el de los megascooter monocilíndricos. Poco imaginaba que iba a verse amenazado por el nuevo hermano mayor de otro modelo muy popular, el Yamaha X-Max.

Josep Armengol

Comparativa Yamaha Xmax y Suzuki Burgman 400
Comparativa Yamaha Xmax y Suzuki Burgman 400

El tiempo pasa volando y, buscando catálogos de Suzuki para comprobar que mi memoria no me fallaba, llegué hasta 2007: sí, mi memoria no me engañaba y fue aquel año (que si no eres un niño te parecerá, como a mí, «ayer») cuando la marca de Hamamatsu presentaba un gran cambio en su Burgman 400, cuya generación original había aguantado sin apenas cambios desde 1999. El Burgman 400 que tienes en estas páginas, que es el modelo 2013 con un elegante color negro mate metalizado, costuras en rojo en el asiento y ópticas laterales en tono azulado (como la instrumentación), solo ha evolucionado con respecto al modelo 2007 en pequeños retoques mecánicos (un nuevo embrague y relación final) además de la llegada del ABS: ¿está anticuado después de seis años? ¡Para nada! Sigue siendo un scooter estupendo y lo sigo recomendando cuando me preguntan, de hecho no te escondo que es mi favorito en este segmento, el de los scooter grandes con motor de un cilindro. Y tan tranquilos estábamos cuando, de repente, Yamaha lanza un hermano mayor de sus X-Max 125 y 250...

En las listas de superventas el Burgman 400 fue el megascooter más vendido durante  mucho tiempo, pero últimamente había perdido algo de fuelle sobre todo frente a alguno de los nuevos (y más baratos) 300 de última generación. Yamaha ha mantenido entre los superventas sus dos X-Max, el 125 ayudado obviamente por la equivalencia de carné y el 250 por sus muchas cualidades, entre las que solo falta unas prestaciones un poco superiores: parecía lógico que llegara una versión ligeramente potenciada, acorde con esa cilindrada intermedia «de moda» de los 300 cc. 

Por eso, cuando hace pocos meses Yamaha lanzó este X-Max 400, fue una sorpresa, porque esperábamos un 300, incluso 350. Este 400, sin embargo, hay que reconocer que encaja a la perfección en la actual gama de la marca porque sirve de peldaño intermedio ideal entre ese X-Max 250 y el popular pero más lejano bicilíndrico T-Max 530. Sí, existía -y ahí sigue- el Majesty 400, pero por el motivo que sea ése es un scooter cuyas ventas nunca han despegado. Creo que con el nuevo X-Max 400 va a pasar todo lo contrario, de hecho ya está pasando y en apenas dos meses que lleva en el mercado ya está entre los más vendidos, pero no nos adelantemos... 

El Majesty 400 tiene un excelente (pero desconocido, entre otras cosas porque lo lleva tapado) chasis de aluminio y un muy buen motor de moderna generación, con eje de equilibrado e inyección: ese motor, tal cual, es el que usa este X-Max 400, en un bastidor totalmente nuevo y con una carrocería también nueva que no tienen nada que ver con los de los X-Max pequeños, aparte de los trazos y el nombre. Yamaha no se ha complicado la vida de todas formas: el bastidor (en tubo de acero) copia las geometrías del Majesty y usa su misma suspensión trasera (con el motor oscilante) pero con una nueva horquilla y rueda delantera de 15 pulgadas (como el T-Max). El carenado se ha diseñado de forma muy compacta y el X-Max 400 está tan conseguido en ese sentido que puesto al lado parece más pequeño que el 250. De hecho ésa es la sensación a sus mandos, de un scooter muy compacto, y también lo es una vez en marcha, pues queda claro que los más de 10 kg ganados al Majesty, y el nuevo tren delantero, han obrado la «magia» de que parezca que llevas algo mucho más pequeño (hasta que abres gas). Solo la parte trasera está desproporcionada ya que contrasta el compacto carenado con el anchísimo grupo motor, que ya nos parecía grande en el Majesty y ahora, aquí, se antoja enorme.

Un último apunte en parado para destacar cómo ha conseguido Yamaha mantener una buena capacidad de carga bajo el asiento, pues caben dos cascos integrales y algo más. Aunque dejemos claro que en esto el Burgman sigue siendo el rey: también caben dos cascos integrales (y más cosas) pero en un hueco de un solo corte donde podremos meter hasta una maleta (el hueco del X-Max está partido en dos volúmenes).

El Burgman es, haciendo honor a su nombre, más «burgués», mientras el Yamaha no deja lugar a dudas sobre sus intenciones deportivas nada más verle, y eso también queda claro con su nombre (que guiña un ojo al popular T-Max). Sin embargo, sus motores parecen haberse permutado: el motor del Suzuki es potente, agresivo, y va siempre muy revolucionado. Le gusta llegar a la zona roja (que empieza en las 9.000 vueltas) y de vez en cuando llegarás, bien metida la aguja en esa zona roja, al corte de encendido pasadas las 9.500 vueltas. Impresionante... pero no «pega» con el estilo más tranquilo del scooter.

Pero es que con el Yamaha ocurre exactamente lo contrario: un aspecto muy agresivo, sí, pero un motor de lo más tranquilo. Ojo, es rápido, es decir, el cronómetro no engaña y sus prestaciones no quedan atrás de las del Suzuki, pero el motor Yamaha (que recordemos una vez más no es sino el del Majesty 400) funciona mucho menos revolucionado: la zona roja empieza en las 8.000 vueltas pero la aguja no se acercará con frecuencia a esa cifra, porque a unas «tranquilas» 7.000 ya vas a 150 km/h indicados (lo mismo en el Burgman son ¡9.000 rpm!). En condiciones favorables medimos una punta máxima de 162 km/h reales en el X-Max (170 de marcador) con los que la aguja de su cuentavueltas sí estaba casi en esas 8.000 vueltas, pero todavía faltaba alguna centena para la zona roja y en cualquier caso la idea es que, en condiciones normales de uso, el «piloto» del X-Max verá muchas menos vueltas en su marcador que el «conductor» del Burgman. Eso también hará que al abrir gas el empuje del Burgman sea algo más enérgico e inmediato.

Otro aspecto en el que ambos 400 contrastan personalidades y cualidades en marcha, es en la capacidad de inclinación: el X-Max tiene una geometría de bastidor muy agresiva, es agilísimo y tienes un muy buen tacto de rueda delantera, lo que -unido a su estilo- invita a conducir «al ataque». Pues cuidado, porque ese ataque enseguida encuentra freno al rozar el caballete con el asfalto: es fácil inclinar lo suficiente para rozar incluso andando solo, pero si vas acompañado y aunque aumentes la precarga de los muelles (que están para eso) no tendrás que emplearte mucho para escuchar el chirrido metálico del caballete rozando con el asfalto. Quizás te sirva para impresionar a tu acompañante, pero si sigues insistiendo es posible que esa impresión acabe siendo muy negativa porque como ya sabemos, cuando apoya el caballete dejan de apoyar los neumáticos... Se puede rebajar una goma que hace tope para poder inclinar un poco más (sí, como ves ¡me lo estuve mirando bastante!) pero aún así llegas rápido a ese límite. 

En el otro lado, no es que el Burgman te permita inclinar como una GSX-R, pero sí que su límite de inclinación está más lejos, en un punto digamos ya razonable, es decir, que para llegar a «echar chispas» tienes que estar rodando a un ritmo fuerte y atacando con ganas.

El Burgman ha sido un éxito, ha estado muchos años vendiéndose muy bien y los miles que ruedan por nuestras calles y carreteras han demostrado una fiabilidad excelente (aunque hubo en ciertos modelos problemas de embrague, fue lo único: el motor es muy robusto). No son pocos los usuarios que han cambiado de moto por puro cansancio (sin necesidad), y en ocasiones lo han hecho por otro nuevo del mismo modelo (o con ABS cuando empezó a estar disponible), que es mucho decir. Y eso significa también que su valor usado es bueno, algo a tener en cuenta siempre que se compra una moto, aunque casi siempre se nos olvida porque nos puede la emoción de tener nuestra nueva compañera. 

Hablando de emociones, la verdad es que Yamaha ha acertado en el diseño de este X-Max 400. Recuerda mucho más que nunca al T-Max, incluso hubo quien los confundió, lo que es fácil que ocurra en este color gris oscuro mate que realza esa estética «Stealth» (el caza invisible americano). Es más, debido a eso, su buen comportamiento deportivo y sus prestaciones muy por encima de las de un 250 y bastante cercanas a las del 530, estoy convencido que -además de al Burgman 400- a quien el X-Max va a quitar ventas es al mismísimo T-Max. No es tan refinado, para nada, pero es que su precio es unos cinco mil (sí, 5.000) euros más bajo, una diferencia muy notable en los tiempos que corren. El Suzuki gana a los puntos, es un poco mejor moto, pero creo que será el Yamaha quien ganará en las tiendas...