No hay estadísticas oficiales, pero sí una cuenta bastante fiable. Una vez cada kilómetro, el asfalto de las carreteras del sur de India se convierte en una cresta con el único propósito de reducir la velocidad de los vehículos. Entonces, la suspensión de la Enfield hace tope y lo más cómodo es que el piloto levante el culo del asiento. En etapas de 250 km, es como si te dieran 250 veces una enorme patada en el trasero. No es lo más cómodo que te puedas imaginar. Es un auténtico dolor, no solo para los tobillos y los muslos. Al final del día tienes claro qué es lo que has hecho todos estos km y caes a plomo en la cama. Allí una velocidad media de 45 km/h se considera rápida, un ritmo que bien podría ser el que se emplee en una pista de tierra a lomos de una moto de campo. El velocímetro llega a mostrar en momentos puntuales 100 km/h, cuando le sacas los higadillos al monocilíndrico de 25 CV. Es posible disfrutar de lo lindo de tu moto rodando por las carreteras de la zona de Amboli. Hay otros lugares donde los montículos artificiales en la carretera abundan sobremanera, complicando la travesía de los viajeros.
En pocas palabras: si lo tuyo es darle al mango, India no es tu país. Las carreteras están llenas de lo que allí llaman en inglés «speed breaker» (frenador de velocidad). Cuando vas encima de la Enfield tienes que aceptarlo como parte de la aventura. Si exceptuamos el esfuerzo físico que estos «guardas tumbados» suponen, para el que va en moto son una bendición, sobre todo para evitar sustos cuando un todoterreno está adelantando a un camión y de pronto tú te encuentras en su camino. Todos tienen que frenar y aminorar la marcha: camiones, autobuses, carromatos, turismos... En moto a veces es posible evitar el «speed breaker» yéndose hacia el arcén. El piloto de la Enfield va jugando al gato y al ratón, aprovechando la ligereza del conjunto, pues la moto india pesa unos 180 kg. Hasta hace 15 años, en India no podía haber motos más rápidas que las Enfield de la policía. La Enfield Bullet ha sido «la medida de todas las cosas», y a pesar de su tecnología de andar por casa lo sigue siendo.
Cuando empezamos nuestra aventura en Assagao, en el norte de Goa, éramos un poco escépticos. ¿Van a ser capaces estas antiguallas de llevarnos durante diez días a lo largo y ancho del país? Se portaron mucho mejor de lo que pensábamos, como demostraron en los primeros 60 km que recorrimos hasta llegar a la paradisíaca playa de Arambol. Atrás quedaron los tiempos en los que estas monturas de cuatro marchas tenían la palanca en la derecha, los frenos eran casi «ornamentales» y la palanca de puesta en marcha era capaz de poner a prueba la paciencia del santo Job. Si la moto se calaba en pleno atasco era posible que te diese un ataque de risa. Las Bullet que se alquilan en la actualidad se comportan como tranquilas y eficaces motos de los años 80. Martin, nuestro guía, nos cantó, acompañado de guitarra, el «Enfield Blues»: «Cuando funciona es toda una alegría. Uno puede decir que estuvo en India y que allí vio grandes cosas».
Nuestro guía alemán hace más de 30 años que vive en Goa, una provincia del sur de India. Es un área muy pequeña, de solo 3.700 km2 con 100 km de paradisíaca costa. Playas rebosantes de palmeras, sitios económicos donde dormir, bajos impuestos sobre las bebidas alcohólicas, una variedad culinaria extraordinaria mezclada con la influencia portuguesa de la época colonial. A menos que te topes con una persona practicante del hinduismo más ortodoxo, en Goa es posible comer ternera, pese a que por lo general la vaca se sigue considerando un animal sagrado. Solo por la comida merece la pena darse un garbeo por Goa, pues hay pescado y marisco a punta pala: tiburón, barracuda, langostinos, etc. Martin enseguida nos llevó a uno de sus sitios predilectos. Aquí el concepto «moto y playa» cobra toda su extensión. Primero comes polvo como un campeón en la carretera y luego te das un baño en el mar. ¡Maravilloso!
Vienen muchos turistas con un paquete cerrado, con el objetivo principal de irse de fiesta y de paso darse una vuelta utilizando los servicios de los muchos negocios de alquiler de scooter y motos que hay en Goa. Se ve poca gente viajando a lomos de Enfield Bullet, estas monturas se están convirtiendo en objeto de culto en la pujante clase media india, que tiene que esperar algunos meses hasta poder recibir su ejemplar. Por ello, lo normal es que las empresas que se dedican al alquiler de motos, lo hagan de humildes scooter. A los turistas que vienen a «desbarrar» les da igual, moto o scooter, de hecho hasta su propia seguridad parece que no les importe demasiado. Bellezas rusas lucen minúsculos bikinis y enormes gafas de sol. No quiero ni pensar qué ocurriría si por la noche, tras una buena fiesta en la discoteca, se encuentren un «guarda tumbado» cuando vuelven al hotel. ¡Qué dolor!
Nada más dejar la provincia de Goa, tras Arambol y en dirección a Maharashtra, comienza la verdadera India: «Sí, el país ofrece un montón de cosas para disfrutar, pero a veces tiene un lado oscuro. Los pedigüeños y la suciedad por doquier que casi se te pega a la piel. Las vacas, que van a su aire en medio de la carretera y cuando se quedan quietas, no hay nada que hacer. Se cagan en el centro de la calzada y pasas por encima sin darte cuenta. Son experiencias que hay que tener, luego te ríes de todo ello», asegura Martin.
Los turistas, sin embargo, se mueven con sumo cuidado, acostumbrándose al nuevo ambiente. Lo de los «guardias tumbados» ya lo tienen controlado, la Enfield sube y baja con un sonoro golpe. Echas un vistazo hacia delante y ves cómo el sol se oculta en el mar. No, no es un estereotipo, aquí te sientes de maravilla. Todo ello a pesar de la deficiente ergonomía de la moto india, donde te das con la palanca de arranque cada vez que quieres accionar el pedal de freno. La Bullet tiene otros aspectos bien resueltos. Así, la importantísima (más todavía en India) bocina destaca por su excelente accionamiento. El dedo gordo encuentra sin pensar el botón que activa el salvador pito. Desde luego, aquel que sea tímido a la hora de tocar la bocina, lo mejor es que se quede en casa. Aquí el tocar el pito no significa: «¡Atención, peligro!» o «¡Apártate, idiota!». No, por estos lares un buen pitido es una señal amistosa, un saludo: «Hola, aquí estoy. Por favor, no te asustes. Si es posible, haz sitio para que pueda pasar». Tampoco es tan difícil, después de atravesar dos ciudades acabas cogiéndole el tranquillo.
Dharwad y Hubli, en la provincia de Karnataka, son lugares de entrenamiento ideales para acostumbrarnos a utilizar sin complejos la bocina. Cruzar estas ciudades de millones de habitantes te lleva más de una hora. Tienes la oportunidad de apretar el botoncito unas 3.600 veces... si eres tímido. El problema es que no eres tú el único, sino más bien todo lo contrario, no hay quien no se apunte al concierto. Unos piden paso, otros dan las gracias, otros hacen ruido por si acaso. La mezcla es una cacofonía de sonidos sin ton ni son. No hay manera casi de oírte a ti mismo y mucho menos de controlar el tráfico a toque de botón. La guerra es clara, caos por doquier, también en los semáforos. El rojo significa, juntarse todos y respirar hondo. El ámbar, simplemente, no existe.
Verde significa que todos pueden salir, a derecha e izquierda, incluso los que tienen en realidad su semáforo en rojo. A pesar de conducir por la izquierda, adelantar también por ese lado no es ningún problema, o incluso por el arcén, o por el medio. Solo que no olvides tocar la bocina para dejar claro que allá vas. Por la acera también se puede circular, porque de hecho «la acera» es todo. Los peatones usan la calzada, se quedan en el medio de los cruces, donde dejan «aparcados» ganado y carros. Solo hay una regla que va a misa: adelante, atraviesa el caos como puedas y relájate. Ahorra energía porque después la vas a necesitar en carretera abierta. A ambos lados de los caminos es casi imposible descansar. En minutos, casi segundos, te ves rodeado de gente que lo quiere saber todo sobre ti: cómo te llamas, de dónde vienes, dónde vas... Deberás hacer una completa declaración.Aunque para la gente del campo indio Europa es una región tan remota y exótica como puede ser para nosotros Goa y sus maravillosas playas.
Muchos de ellos nunca podrán viajar muy lejos, sino que pasarán sus vidas trabajando en los campos o destruyendo restos de metal a golpe de martillazos para venderlos a algún chatarrero. Así es la vida de esta casta. Los extranjeros que llegan en moto traen algo de exotismo a sus durísimas vidas y son recibidos con los brazos abiertos. Los campesinos sueltan los apeos de labranza y saludan a los viajeros. «Encima de una Enfield puedes entender mucho mejor el país. La tierra, la gente y el dolor. Pese a todo ello, la sonrisa viene directamente del corazón», nos dice Martin.
Sea como fuere, es casi imposible para la mentalidad occidental comprender el alma india y su milenaria cultura. A nuestros ojos lo que se ve allí a veces es realmente de otro mundo. Por ejemplo, si llegas a un cruce que esté cerrado por el paso de un tren, donde se haya formado una cola de camiones que llega al medio km, lo normal es que los adelantes y te pongas el primero en tu moto, ¿no? Pues bien, enseguida te acompañarán turismos y todoterreno, a los que se acabará uniendo algún camión. El tren pasa por fin, se abren las barreras y todos intentan cruzarlas al mismo tiempo. Luego te das cuenta de que en el otro lado de las vías del tren se ha formado el mismo guirigay, por lo que todo el paso está bloqueado mires a donde mires. Cientos de vehículos se encuentran unos en frente de otros y la palabra atasco cobra una nueva dimensión. Tocan un poco la bocina, luego más, y poco a poco el nudo gordiano se va soltando. Da la impresión de ser algo casi milagroso, recuerda a ese número de circo donde dos personas se ponen a tirarse anillas con una en medio, sin llegar nunca a rozarla. En India el secreto es no pensar demasiado y dejarse llevar por los sentidos.
Los estómagos delicados no lo van a pasar bien en India. Casi no hay viajero que sufra algún problema relacionado con la flora intestinal. No es extraño que te entren «las prisas» para ir al inodoro de forma repentina e inaplazable. La mayoría de los hoteles ofrecen unos servicios estándar en los que no se echa nada de menos, lo que no ocurre cuando buscamos algo al pie de una carretera. En algunas provincias no hay servicio de recogida de basura y cada uno se encarga de hacer desaparecer sus residuos. La porquería se tira en el suelo y luego se mete en un agujero, cuando empieza a pudrirse y a oler a demonios, se quema. Van rodando por la carretera y a derecha e izquierda vas viendo y oliendo «procesos de incineración». La vida no se detiene en ningún lado, mientras ruedas con tu Enfield Bullet a tu lado la gente se baña, cocina, etc. Tras un par de días no te extrañe que ya no puedas mirar a la porquería que se amontona en los caminos, pues no solo tendrás ganas de ir al excusado de manera irrefrenable, e incluso puede que te venga alguna arcada que otra.
No te preocupes, desde luego la sangre nunca llegará al río. Te acostumbras con rapidez a todo: badenes, socavones, «guardias tumbados», y a sonidos por encima de 90 decibelios. El aire indio está lleno de bocinas, gritos de monos, publicidad a través de altavoces, graznidos de aves, vendedores ambulantes con pulmones de hierro... Este crisol que es India te cautivará, es un lugar con un encanto que es imposible resistir. No hay corazón inmune al influjo indio.
Viajar por este país no es un paseíto, eso queda meridianamente claro, pero al mismo tiempo no solo es una experiencia exótica, sino inolvidable. Si quieres darte una vuelta y cambiar de aires, ve a India. La experiencia es todavía más increíble a lomos de Enfield, pues te permiten acercarte sin peligro a la gente y a la tierra. No serás un mero espectador, sino formarás parte de la vida india.
Llega la noche. Nuestro guía canta: «Este es el Enfield Blues. Viaja como un canto rodado por los caminos...». Tienes en el cuerpo cientos de «guardias tumbados», la cerveza está fría y el chili picante. Bienvenido a India. n
INDIA PARA PRINCIPIANTES
La provincia de Goa está bastante occidentalizada y es un buen sitio para iniciarse en los secretos de este país. En este viaje también se visitó Maharashtra y Karnataka.
HOTELES
Hay bungalows y hoteles con buenos servicios. También es posible visitar algunos campings donde hay cómodas y enormes tiendas de campaña.
CLIMATOLOGÍA
Calor tropical, a veces por encima de los 30 º centígrados. La temperatura por la noche baja a 20 grados y a 10 en las zonas altas. Puedes elegir una época en la que llueva poco.
PEPELEO
Necesitas un visado, que se puede conseguir por internet, has de hacerlo un mes antes de partir. También te puedes personar en la embajada o consulado, así es mucho más rápido. Además del visado y el pasaporte, hay que llevar un carné de conducir internacional. Se recomienda ir vacunado del tétano, tifus, hepatitis A y B. La de malaria no es necesaria debido al poco riesgo que existe.
COMIDA
En la alimentación india predominan los vegetales. La comida suele ser picante... o muy picante. Mucho pescado y marisco, las carnes no abundan, y si hay suelen ser aves. Los platos se suelen servir con arroz y pan indio (chapati, naan o papadam). En la provincia de Goa el alcohol se encuentra sin problemas y es barato. En un restaurante una cerveza suele costar un euro. En el estado de Karnataka, solo ciertos hoteles y restaurantes tienen potestad para vender bebidas alcohólicas. En todos lados se encuentra agua mineral embotellada, zumos de frutas, refrescos y batidos.
MOTO
Royal Enfield Bullet.
Monocilíndrico de 4T, 499 cc, 25 CV a 4.600 rpm.
Altura del asiento: 750 mm.
Velocidad máxima: 120 km/h.
EL PAÍS
Capital: Nueva Delhi. Superficie: 3.287.590 km cuadrados. Sistema político: República parlamentaria. Idiomas: indio e inglés. Moneda: rupia. Población: 1.200 millones.