El camino que tiene por delante la noruega Mia Rusthen es largo y profundamente desconocido. Eso es algo que conviene tener claro para no dejarse llevar por un optimismo desmesurado ni minimizar la gravedad de su situación.
Dicho esto, las últimas informaciones confirmadas por su familia suponen la aparición de la primera -lejana y tenue- lucecita en el horizonte de ese angosto y espeluznante túnel cargado de oscuridad y miedo en el que la piloto de 22 años ha pasado los últimos 12 días desde su terrorífico accidente el sábado 15 de junio en el Misano World Circuit Marco Simoncelli.
A sus 22 años, la piloto de Drøbak -una localidad de unos 13.000 habitantes a media hora de Oslo- había llegado al WorldWCR tras ser 10ª en el Women’s European Championship, campeonato al que llegó después un par de temporadas en el IDM Supersport 300, donde consiguió puntuar.
En Misano había sido 15ª en la Superpole y había ido escalando posiciones en las cinco primeras vueltas de la primera carrera de la historia del Campeonato del Mundo Femenino de Velocidad. En la quinta vuelta, transitaba en la duodécima posición cuando perdió el control de su Yamaha R7 y, a tenor de lo que se observó al fondo de la imagen, se fue a gran velocidad contra el muro en la curva 16 del trazado italiano.
Rápidamente el miedo se apoderó del público, acrecentado por la presencia de la ambulancia y la ausencia de noticias. Casi una hora después se informó de que sufría politraumatismos e iba a ser trasladada al hospital Maurizio Bufalini de Cesena, donde varias horas más tarde llegó la noticia de que habían conseguido estabilizarla.
Avanzada la tarde llegó la primera información detallada, proporcionada por un portavoz de la familia al medio noruego NRK: Mia se encontraba estable, en coma inducido y había sido sometida a una satisfactoria intervención de urgencia para reducir la inflamación cerebral.
Después de casi 48 horas sin noticias, el 17 de junio la familia informó que, aunque seguía en coma, permanecía estable y fuera de peligro. El siguiente paso sería trasladarla a Noruega, un movimiento que se planeó para el sábado 22 de junio.
El día 23 por la noche, la familia confirmó que el traslado se había producido y Mia estaba ya en el Neurointensive Ullev ål, una unidad de cuidados intensivos quirúrgicos afiliada al centro de traumas más grande del país; añadiendo también la alentadora frase de que estaba mostrando cada vez más signos de estar luchando.
Y así llegamos a esta semana, cuando NRK publicó una nueva actualización que después matizó ayer 26 por la mañana, apoyándose en las palabras del Doctor Kåre Løvstakken, portavoz de la familia.
La novedad primordial es que había empezado a respirar sola, sin la ayuda del respirador, y que había empezado a mover brazos y piernas.
"Comparado con cómo se veía hace unos días, esto es muy bueno. Mía es dura. Tiene buenos músculos y reúne todos los requisitos para tener éxito en esa rehabilitación", aseguraba Løvstakken, que también dejaba claro que todavía queda mucho para decir que está despierta y que el camino es largo y, por ahora, desconocido.
Unas informaciones que fueron corroboradas anoche por la familia, que destaca que Mia está mostrando “signos de conciencia” y que sigue avanzando. Además, como en cada comunicado, no se cansan de dar las gracias por todo el apoyo recibido en este tiempo.
De igual forma, dejan claro que todas las informaciones a partir de ahora las proporcionarán ellos directamente, sin portavoces, a través de los canales de Facebook e Instagram de la piloto. Necesitan privacidad y paz, y piden paciencia y respeto.
Por lo tanto, desde Motociclismo.es solamente podemos unirnos una vez más a todas esas personas que están enviando sus fuerzas y energías hacia Mia y su familia; confiando en recibir noticias positivas sobre su recuperación y que esa tenue y lejana luz empiece a crecer en brillo y tamaño.
God bedring Mia.