Chispas
Alta nos tenía preparadas tres unidades para la ocasión. Una de ellas era de estricta serie, con horquilla WP 4CS y amortiguador WP 5018, la otra además tenía el freno trasero en la maneta izquierda, y la tercera era la moto de entrenamiento de Josh Hill, con horquilla WP AER48 –la misma de serie de las KTM/Husqvarna- y el amortiguador mencionado WP 5018.
Nada más subirnos en ellas, nos damos cuenta de que son cómodas y ergonómicas, con una línea de asiento muy larga y aprovechable y una notable estrechez en el conjunto. La ausencia de radiadores convencionales permite unas cotas de anchura muy contenidas, que contribuyen a que la movilidad del piloto sobre la moto sea superior a la habitual. La altura al suelo es normal y la moto no se hace ni grande ni pequeña, transmite mucha confianza. El manillar Neken, los puños Half waffle de la misma firma, y el freno delantero Brembo hacen que nos sintamos muy cómodos sobre la moto californiana.
Una vez ajustadas las gafas y los guantes, giramos la pequeña llave que se encuentra en un rebaje de la carrocería, a la izquierda de donde normalmente estaría el tapón del depósito de gasolina en una moto convencional, y la Redshift cobra vida. Su vistoso display sobre el manillar, que también hace las veces de protector, nos muestra con una luz led perimetral de color verde, que ya estamos listos para empezar. Un breve vistazo nos aporta información clara y visible acerca de la carga de la batería y el mapa elegido, mapa que posteriormente podremos modificar en marcha desde unos botones que hay junto al puño izquierdo.
Como en esta moto no hay aceite ni piezas que calentar, los ingenieros de Alta nos dirigen una sonrisa y un «thumbs up» que entendemos como una señal de «dale caña chaval» y giramos por primera vez el acelerador electrónico de una Redshift. Los metros iniciales de asfalto hasta que llegamos a la entrada de la pista ya nos dan una idea del bicho sobre el que vamos sentados, y nada más tocar la impresionante superficie del circuito, mezcla de tierra y virutas gruesas de madera, nos damos cuenta de dos cosas: la Redshift anda mucho, y la cantidad de ruido que produce la cadena de una moto. Si habéis tenido la oportunidad de probar una moto, coche u otro vehículo eléctrico, sabréis de lo que hablamos. El sonido de los motores siempre ha ocultado ruidos que en los eléctricos suenan desinhibidos y felices de por fin hacerse oír.
Pero como el oído humano es selectivo, enseguida aislamos los ruidos de la cadena y empezamos a disfrutar, si, habéis leído bien, a disfrutar, del increíble y excitante sonido de su potentísimo motor, que a 14.000 vueltas suena como un reactor. Tenemos que reconocer que una de las cosas que más dudas nos planteaba era si la ausencia del ruido del motor de explosión le quitaría encanto a la conducción. En nuestro caso os podemos asegurar que no sólo no ha sido así, sino que las altas revoluciones y el poco ruido de la Redshift resultan bastante emocionantes, aparte de permitir la percepción de otros sonidos como los de los neumáticos, que sorprendentemente ayudan a la conducción.
Tras unas primeras vueltas de adaptación empezamos a sentirnos como en nuestra moto de toda la vida. La Redshift invita a correr e incita a tomar las curvas muy rápido. La ausencia de momento giroscópico del motor y la baja y centrada colocación de su motor eléctrico hacen que la precisión en curvas de cualquier tipo sea absolutamente desconcertante. En pocas vueltas estamos tomando y enlazando las curvas a velocidades difícilmente alcanzables con una moto de explosión. Al no tener que preocuparnos en elegir la marcha adecuada, ni tampoco en mantener el régimen idóneo para tener el mayor par motor disponible en la curva, la Redshift es virtualmente imbatible. En todo momento tenemos la sensación de ir en la marcha perfecta, con un inmenso par motor disponible a la menor insinuación de nuestro puño derecho. Si a esto añadimos que la controladora electrónica de la Redshift dispone de acelerómetros y sensores que reconocen permanentemente la situación en la que piloto y moto se encuentran en cada momento, la respuesta del grupo motriz es siempre perfecta. Se trata de una máquina programada para interpretar cada situación y ofrecer al piloto la mayor aceleración, tracción y velocidad posibles.
Otra de nuestras dudas era la parte ciclo, ya que con poca experiencia por parte de Alta en el mundo del cross, resulta difícil hacer un chasis que funcione, y ejemplos ha habido a lo largo de la historia. Sin embargo, tres años de trabajo de ingeniería de Alta han resultado en una parte ciclo muy conseguida, que recuerda un poco a las sensaciones de una Honda CRF, pero con un ADN propio, un poco más rabiosa. La Redshift nos parece muy estable y predecible en curvas planas, quizá en parte debido a la electrónica de su motor, pero sin duda el chasis tiene mucho que ver. En curvas lentas peraltadas o con roderas marcadas responde ligeramente sobreviradora, quizá debido al peso de su batería, que va situada delante, donde normalmente iría el motor (y el giroscopio) de una moto de explosión. Este ligero sobreviraje quizá se deba al tarado de la horquilla 4CS o del amortiguador, y se puede corregir fácilmente endureciendo un poco la horquilla, bajándola unos milímetros en las tijas, o reduciendo un poco la dureza del amortiguador.
También tenemos la posibilidad de modificar el ángulo de la dirección, ya que la Redshift ofrece de serie la opción de variar su «offset» entre 20 y 22 mm. En curvas de radio medio y rápido la moto es un misil, las ruedas Bridgestone X30 funcionan en perfecta armonía con el conjunto y la americana invita a tomarlas cada vez más deprisa, alcanzando velocidades de paso por curva realmente sorprendentes.
En el aire, saltando, al principio nos resulta rara la sensación. Aunque el despegue es noble y equilibrado, la moto sube mucho, por la ausencia del efecto giroscópico del motor de explosión, que «tira» de las motos de gasolina hacia la tierra. No obstante, una vez acostumbrados a ello, se trata de intentar no volar mucho, o hacerlo con scrubs para no subir demasiado. Algunos verán una ventaja, ya que la Alta te hará superar tranquilamente saltos a los que antes te costaba llegar. Josh Hill parece que ya lo tiene bastante controlado, a juzgar por los vídeos de sus sesiones con la Redshift.
Otra de los aspectos llamativos y muy interesantes es que la Redshift cansa mucho menos que una moto convencional. Quizá el no tener que accionar el embrague, o no tener que preocuparnos de ir en la marcha adecuada, o la propia entrega de la potencia tienen algo que ver, pero el hecho es que después de dos horas muy intensas, estábamos menos cansados de lo habitual.
Detalle que a todos preocupa en una moto eléctrica. La batería dura tres horas (nosotros disfrutamos de dos horas a fondo de auténtico motocross) y se recarga en dos horas y media.
Una vez descubiertas sus peculiaridades e integrados con la moto, resulta un auténtico vicio dar vueltas cada vez más rápido con ella, y empiezan a agolparse los pensamientos y los cálculos financieros para plantearse comprar una. La Alta realmente es una cross de altas prestaciones, la primera eléctrica capaz de tratar de tú a tú a cualquier otra cross convencional del mercado. Y eso es una novedad. Quizá es también el comienzo de un cambio. Lo sabremos muy pronto. Moto que, por cierto, también se ofrece en variante supermotard con las necesarias modificaciones para que pueda rodar en asfalto –ruedas, frenos, suspensión…-.
Para los que estéis interesados, Alta ya acepta pedidos a través de su web (www.altamotors.co), y Mudville Motorcycles, en Madrid, será su primer distribuidor oficial a nivel europeo, con previsión de primeras unidades en España para finales de la primavera 2017. En Estados Unidos su precio es de 14.995 dólares. Ya veremos lo que cuesta en España, teniendo en cuenta que puede recibir ayudas en la compra por ser vehículo eléctrico.