“Nunca renunciaremos al chasis tubular". Ha sido uno de los lemas que KTM ha seguido a rajatabla desde que entró en el Mundial de MotoGP; y mucho antes, desde que se interesó por el mundo de la competición.
El concepto multitubular está en el ADN de las motos austriacas, tanto o más que el color naranja que las identifica. KTM siempre se respaldaba en su experiencia propia, y es que en todo deporte en el que se han competido, han ganado con este tipo de bastidor. Incluso en el Mundial de Moto3, frente a la todopoderosa Honda.
Sin embargo, MotoGP supone un reto mayúsculo y siempre han sido conscientes de ello. Pero su apuesta siempre ha sido el multitubular. Desde su estreno en la categoría en 2017 han desarrollado una decena de chasis, sin salirse un ápice del concepto establecido. Y es que, una de las ventajas que tiene el tubular frente al más genérico de doble viga es la facilidad para realizar modificaciones sobre los tubos.
En Valencia, hemos podido ver por primera vez en un test oficial el nuevo chasis ‘hibrido’ en una de las motos de Pol Espargaró con la que ya ha rodado el piloto catalán. Para KTM sigue siendo un tubular, con anclajes similares al subchasis y basculante, lo que pasa que la base es un tubo bastante más ancho que el habitual, y en la parte superior difiere mucho del actual, siendo más parecido estructuralmente al de doble viga estándar.
Este podría ser el primer paso para un cambio de era en la fábrica de Mattighofen, aunque habrá que ver cómo evoluciona este chasis. No sería la primera vez que una marca de MotoGP renuncia al multitubular, aunque eso suponga renunciar a una filosofía comercial. Lo hizo en su día Ducati, que con la llegada de Valentino Rossi en 2011 los convenció para competir con el doble viga de aluminio convencional; aunque entre uno y otro también habían probado un monocasco de fibra de carbono.