121 pilotos distintos han conseguido ganar una carrera de la categoría reina en los 75 años de historia del Campeonato del Mundo de Motociclismo. De ellos, 36 lo han logrado en la era MotoGP que dio comienzo en 2002, sustituyendo a las viejas 500cc. Casi la mitad de ellos (16) compiten en la presente parrilla de MotoGP, donde absolutamente todos saben lo que es ganar un GP en alguna categoría.
El último en ingresar al selecto club de ganadores en clase reina, el italiano Fabio Di Giannantonio, tenía razón en sus declaraciones posteriores: el nivel global de la categoría es el más alto de la historia. Nunca jamás el último clasificado de cada carrera tuvo tanto nivel.
Ese es uno de los motivos que explican que, entrando en el tramo final de noviembre y con solo una carrera por delante, el propio Di Giannantonio no tenga todavía moto para el próximo curso. Si en 2023 no ha estado en pista la moto ganadora de la última carrera de 2022, todo apunta a que en 2024 no estará el piloto ganador de la penúltima de 2023.
Situaciones que lindan entre la paradoja y la anomalía, y que tienden a la normalización debido al contexto actual de MotoGP, donde la rotación de personal empieza a acercarse peligrosamente a las de las empresas de captación de socios para ONGs: si no ofreces resultados excepcionales en tiempo récord, tienes un pie fuera.
Eso es lo que le ha pasado a Fabio Di Giannantonio, cuya aventura en MotoGP comenzó el año pasado y, si nada cambia, terminará este.
‘Diggia’ ha sido presa de la vorágine que envuelve al campeonato. Se puede pensar que ha tenido también mala suerte de que a su equipo se le abriese la opción de Marc Márquez, pero lo cierto es que ya le estaban buscando reemplazo mucho antes. Es más, se puede asegurar sin gran temor a equivocarse que el damnificado del fichaje de Marc fue más bien Tony Arbolino, que lo tenía medio hecho.
Fabio se lamenta, y con parte de razón, de que en MotoGP hace falta mucho trabajo y que dos años es un margen prudencial para una adaptación. Sin embargo, también es cierto que otros pilotos con más currículum con Remy Gardner ni siquiera contaron con un segundo año.
Y, sobre todo, le ha pesado el agravio comparativo con las otras Ducati: el año pasado, Marco Bezzecchi logró un podio y terminó con 111 puntos. Él apenas rascó 24 puntos con una sola carrera en el top 10.
La primera mitad de este 2023 fue algo mejor, con varias presencias en el top 10, pero la realidad es que tras 34 carreras en la categoría reina, nunca había terminado entre los siete primeros. Todo ello mientras el resto de Desmosedici se hinchaban a podios.
De repente, cuando ya estaba fuera, hizo el click. El cuarto puesto en Indonesia dio paso al podio en Australia. Como si, una vez que se vio fuera de MotoGP, liberó esa cadena que le ataba a sus propios límites y decidió explorar más allá de los mismos, encontrando por fin el premio del podio y demostrando que sí, que tiene sitio de sobra en la categoría.
El hachazo definitivo fue en Lusail. Ya el sábado se vio luchando contra su antiguo compañero Jorge Martín, pero tuvo que conformarse con la segunda posición. Más liberado, el domingo se quedó a solas con Pecco Bagnaia y le batió.
Un fin de semana sobresaliente en el que fue el mejor de las ocho Ducati, lo que actualmente equivale a decir que fue el mejor de MotoGP.
Su problema es que, hoy en día, las convocatorias en MotoGP se agotan demasiado rápido. Para graduarte no solo necesitas hacerlo bien, sino hacerlo bien muy pronto. Su sobresaliente ha llegado demasiado tarde… salvo que alguien le conceda la convocatoria de gracia. Méritos ha hecho, pero ya no está en su mano.