Eran en torno a las once de la mañaña cuando todos los fotógrafos y periodistas presentes en el Test de Barcelona empezaban a arremolinarse en torno al box de Ducati oficial. El motivo estaba claro: Marc Márquez empezaba a prepararse para su primera toma de contacto con el equipo rojo.
'Todo al rojo' era el eslogan con el que presentó anoche el casco y el mono para el test, y ha sido literal. La moto también era entera roja en varios tonos, más llamativa imposible. Unos minutos después, por fin se enfundaba el casco y todas las miradas se posaban en él. A las 11:15, se subía en la Desmosedici y ponía rumbo a la pista.
Apenas cinco vueltas dio en la primera tanda para situarse sexto en ese momento, pero los tiempos eran lo de menos. Era el inicio de una nueva era, la vuelta a sentirse piloto oficial después de culminar su año de redención en el Gresini.
El año pasado estuvo serio toda la mañana, hasta que se bajó de la moto y esbozó una ya icónica sonrisa: había vuelto a divertirse.
Hoy ha sido al revés: ha pasado toda la mañana sonríendo y, cuando se ha bajado de la moto, se ha puesto serio y ha empezado a dar instrucciones. La conclusión es clara: ya está pensando en el asalto al título.