MotoGP

Yamaha MotoGP vive la peor crisis de su historia

La sequía de victorias ya es casi lo de menos: lo preocupante es la falta de soluciones.

Nacho González

2 minutos

(Fotos: Gold & Goose)

Valentino Rossi pide un milagro para ganar una carrera en lo que resta del año. Maverick Viñales ya no sabe ni qué pedir. En Aragón, Yamaha necesitaría más que eso: una carambola de pequeños grandes milagros. En Motorland, en el box del Movistar Yamaha MotoGP se han juntado el hambre y las ganas de comer. El hambre es la sequía de 22 victorias. Las ganas de comer, que seguramente sea el peor escenario para soñar con cortar esa racha.

Un sueño que por momento adquiere visos de auténtica utopía. Que si los neumáticos, que si la electrónica, que si el motor. En Iwata llevan un año dándose cabezazos y lo único que cambia es la pared. Mientras Ducati ha diseñado la mejor Desmosedici de su historia y Honda cuenta con una RC213V con nivel suficiente como para que Marc Márquez les agüe la fiesta a los de Bolonia, en Yamaha empieza a ser un miedo real que Suzuki les relegue al cuarto puesto en la clasificación de constructores. Está difícil que eso pase, pero no tan difícil como alcanzar las dos primeras posiciones.

Cuando caiga la bandera a cuadros en Motorland, si no se da esa concatenación de milagros, Yamaha estará oficialmente en su peor travesía por ese desierto que supone la no victoria para una marca ganadora. Importará poco. La realidad es que, ahora mismo, la diferencia entre 22 o 23 carreras sin ganar no tiene relevancia más allá de la estadística. Lo peor son las sensaciones que transmiten.

Yamaha MotoGP vive la peor crisis de su historia

Esa sensación es la de estar completamente perdidos. Las caras de Rossi y Viñales son un soneto. La de Massimo Meregalli cuando le acercan un micrófono, un auténtico drama. Lo que hace unos meses era un túnel con una luz intermitente al fondo se ha ido transformando en un laberinto donde reina la oscuridad y donde por momentos la salida parece no existir.

Parecen haber pasado eones desde las victorias de Maverick Viñales en Qatar y Argentina. Sólo ha sido un año y medio. Suficiente para transformar la Yamaha YZR-M1 en una auténtica Hidra de Lerna. Cada supuesta solución deriva en nuevos problemas, y no encuentran un Hércules para derrotarla. También, por momentos, la Hidra se transforma en su hija Quimera, escupiendo llamas sobre el incendio en Yamaha, con Rossi y Viñales cada vez más quemados.

Un laberinto oscuro y en llamas con un monstruo de mil cabezas que no dejan de reproducirse. En Aragón han vuelto a tocar fondo. Si hace tiempo que mucha gente se pregunta si Viñales no estará echando de menos la Suzuki, en Motorland hay quien se plantea si Rossi estará echando de menos su calvario en Ducati.

En el imaginario colectivo conviven la certeza de que Yamaha encontrará la luz, la salida y la cabeza que hay que cortar; la duda de cuándo llegará ese momento y, sobre todo, de cuánto habrán evolucionado Ducati y Honda para entonces; y el miedo a ver a Suzuki quitándoles las pegatinas y, en una invasión de pesimismo, hasta de ver a KTM y/o Aprilia en el retrovisor.