Resulta paradójica escuchar la última comparecencia de Pere Navarro, director de la DGT, en la Comisión de Seguridad Vial del Congreso. Después de hacer campaña en contra de la velocidad y criminalizarla hasta límites insospechados, destacándola como principal causante de las muertes en carretera, ha reconocido que del total de 558 diligencias abiertas entre el 2 y el 9 de diciembre, sólo 10 se debieron a exceso de velocidad, mientras que la inmensa mayoría (548) fueron por alcoholemia.
Recordemos que la reforma del Código Penal en materia de seguridad vial, que se aprobó en el Congreso con el respaldo de todos los grupos parlamentarios, eleva de la calificación de "falta" a "delito" el conducir a más de 200 kilómetros por hora en autovía, a más de 180 en carretera o a más de 110 kilómetros por hora en vía urbana. Además si damos positivo en un control de alcoholemia en más de 1,2 gramos de alcohol en sangre, nuestra pena podría ser de cárcel.
Tras las últimas estadísticas, en la redacción de Motociclismo.es nos hacemos las siguientes preguntas: ¿sigue usted afirmando, señor Navarro, que es la velocidad la que pone en peligro las vidas de los usuarios? ¿se da cuenta de que con estos datos vuelve a quedar patente el afán meramente recaudatorio de los radares?