Leok (Yamaha) y Paulin (Kawasaki) ganadores de un caótico inicio del Mundial

No ha empezado con muy buen pie esta prueba inaugural del Mundial de Motocross. La verdad es que volvimos a vivir el mismo cataclismo que en el pasado GP de Bellpuig. Las condiciones meteorológicas no podían haber sido peores. La lluvia no dio un respiro y deslució una puesta en escena fuera de lo corriente por ser la primera carrera del calendario. Sin duda, había que dar una buena impresión a los patrocinadores…

Pero más lejos de la realidad, el mal tiempo dejo aún más al descubierto las insuficientes instalaciones del circuito de Faenza. Era imposible dar un paso por el paddock sin tener que enfangarte los zapatos, mientras que el parking parecía más bien una pista de autocoches… Por su parte, los pilotos se quejaron constantemente de las características del trazado italiano: falta de dificultad, escasamente técnico y excesiva velocidad. «No es un buen ejemplo para comenzar el Mundial…» señalaron algunos.

Las temperaturas tampoco acompañaron, pero aún así durante el fin de semana hubo más de diez mil personas disfrutando de un espectáculo bien diferente. Más que una carrera de motocross parecía a un «reality show» de los que triunfan en las televisiones. Ya en los entrenamientos y en la recién inaugurada carrera clasificatoria de MX1 –se ha anulado los cronometrados de MX1 para un mayor espectáculo-, hubo constantes quejas de los pilotos sobre la falta de drenaje de la pista, si bien la gente del moto club organizador se deslomó durante los dos días de carrera para achicar agua.

Y bueno, si en medio de la catástrofe siempre los hay que sacan provecho, Tanel Leok y Gautier Paulin fueron los más afortunados en la rueda de la fortuna, por decirlo de alguna forma. ¡Vaya, que les toco el décimo! No cabe duda, que hemos presenciado una carrera que nada tiene que ver con la realidad. Con ello no queremos cuestionar la valía de los vencedores, pero sí asegurar que esta prueba, por suerte, sólo ha sido la antesala del Mundial 2009 que nos espera.

MX1: Cuestión de suerte

Después de celebrarse la primera serie de MX2, las cosas no pintaban demasiado bien para los participantes de la clase reina. La lluvia no cedía desde las ocho de la mañana y el circuito parecía más bien una ciénaga. Para tales condiciones, sólo se podía apostar por una salida digna. Una estrategia que se la tenía muy bien aprendida Steve Ramon. El belga estuvo brillante durante los primeros compases de la carrera, pero no lo suficiente para contrarrestar la mayor velocidad de Marc De Reuver.

Mientras los dos belgas se disputaban la primera plaza, Barragán, Coppins y Cairoli reían por no llorar. El primero, Jonathan, se metió de lleno en una poza de barro y estuvo tres vueltas tratando sacar su KTM de allí y volverla a arrancar; el segundo, Coppins, tuvo muchísimos problemas para salvar las subidas más empinadas por la gran cantidad de pilotos caídos –muchos de ellos aprovechaban las caídas para cambiarse los guantes y las gafas-, y sólo en los últimos compases de la carrera pudo recuperar algo del tiempo perdido; y, por último, Cairoli, perdió el control en la recta de salida y se fue directamente a la zona del público, perdiendo muchísimo tiempo. El siciliano no obstante volvió a dar el espectáculo que es habitual en él y pudo escalar varias posiciones hasta alcanzar la quinta plaza final.

Los únicos que mostraron algo de dignidad ante tal dantesca escena fueron Tanel Leok, Clement Desalle y Ken De Dycker. Ramon, por su parte, retrocedió un montón de posiciones por caída y por parársele su Suzuki inesperadamente.

MX2: Una lotería

La manga inaugural del campeonato fue toda una lotería. El primero en coger las riendas de la serie fue Jeremy Tarroux. El francés se mantuvo líder hasta bien entrada la segunda mitad de la carrera, momento en el que el galo fue superado por un reducido grupo espoleado por Jeremy van Horebeek, seguido por Aubin y Paulin.

Pese al numeroso baile de posiciones que hubo a lo largo de la manga, el trío defendió sus respectivas plazas hasta que, a falta de dos giros para el final, Gautier Paulin supero al belga. Por detrás de ellos, cundía el caos. Nada más empezar la carrera, uno de los favoritos al título, Shaun Simpson, que era segundo, antes de concluir la primera vuelta, se metió en un agujero escondido por el barro y se fue por los suelos que le dejó sin opción alguna de luchar por la victoria.

Pero lo más sorprendente es que muchos de los presentes eran incapaces de subir por dos de las secciones más verticales del circuito. Lugar donde los comisarios deportivos tuvieron que arremangarse bien para sacarlos del apuro. Más que una carrera, era una especie de concurso de supervivencia. Ya no prevalecía la velocidad o la técnica; en esos instantes los pilotos sacaron el instinto de supervivencia…