Simplemente lo hizo por el mero placer de saber que es capaz de crear algo tan insólito como una custom como motor de avión. Pese a que el funcionamiento de este motor de siete cilindros es sencillo, J.J. y su equipo se devanaron los sesos para poder adaptarlo a la estructura de una motocicleta.
El principal problema fue sacar la potencia del cigüeñal hacia atrás, ya que por defecto en este tipo de motores va hacia delante debido a que la hélice está en la parte anterior. Después hubo que adaptar el eje de transmisión y colocarlo a 90º e instalar un grupo cónico para que pudiera acoplarse a una caja de cambios Harley de seis velocidades. La Radial Hell es un ejercicio de diseño y aunque sus 2.800 cc., 110 caballos a 3.700 rmp podrían ofrecer prestaciones, su propia fisonomía la limita a convertirse en una custom de paseo. La salida de los escapes de cada uno de sus cilindros Rotec se recoge en una pieza que orienta la salida justo a la altura de las estriberas, por lo que no es muy recomendable cogerla en un día de calor…
Los frenos corren a cargo de Brembo, no tiene suspensión trasera y monta un espectacular balón trasero Metzeler. Contra todo pronóstico J.J nos garantiza que la moto no pesa mucho más que una custom una bicilíndrica de gran cilindrada. Pese a los muchos «peros» que se le pueden sacar a la funcionalidad de la Radial Hell, si lo que pretendía era crear un modelo original, espectacular y único desde luego que lo ha conseguido. La verdad es que es impactante. ¿Acaso tú no la mirarías si te la encontrases por la calle?