En un mundo cada vez más electrónico, complejo, automatizado y avanzado, resulta extremadamente raro ver marcas que, por una razón u otra, se atrevan a salirse de esa tendencia para crear la suya propia. Royal Enfield, desde India, ha resucitado con una línea de motos clásicas (en todos los sentidos) que la convierte en la marca de motos de mayor crecimiento del mundo. Raro es ya no ver alguno de sus modelos por la calle, haciéndonos dudar sobre si estamos ante una moto de 1955… o una moto de 1955 fabricada en 2015.
No se puede negar que están haciendo un gran trabajo y, para qué engañarnos, entran directas por los ojos para hacerte dudar; “pues no estaría mal tener una…”. De todas ellas la que quizás me ha sorprendido más, al menos en la parte teórica, es la nueva Royal Enfield Himalayan que, a pesar de haber sido presentada el año pasado en India, no había logrado pisar suelo europeo hasta ahora. ¿Launch Control, Wheelie Control, Traction Control, Quickshifter, Riding Modes? Palabras que ignora por completo, conceptos que no tienen lugar en terrenos donde el mecánico más cercano puede estar a cientos de kilómetros.
Se trata de la primera moto que Royal Enfield desarrolla en, por y para conquistar el Himalaya, la cordillera más de la Tierra con hasta catorce picos por encima de los 8.000 metros de altura. ¿Pero porqué “Himalayan”? Cuentan que ha sido creada en honor a aquellas primeras Royal Enfield de la armada británica que partieron hacia el hogar del Everest allá por 1955.
La primera vez que leí sobre ella era de la pluma de un probador indio que la había llevado, junto a un amigo, por zonas montañosas en India. Aquello se salía de lo habitual, ¿fotos oficiales? ¿motos relucientes? En absoluto, apenas podías identificar la moto entre la mezcla de barro y nieve que la cubría y la foto podría haber sido tomada por un parvulario. Pero era precisamente esa falta de formalidad la que transmitía una autenticidad propia de una marca histórica.
Obviamente, no significa que no se pueda utilizar en otros escenarios. La Himalayan es una moto aventurera, de mecánica y formas simples que pretende ser también dura y resistente (comentan que el cambio de aceite se hace cada 10.000 km, por ejemplo). Esas mismas características son las que la conviertan en una moto útil en ciudad o viajes más largos (como bien declaran los soportes delanteros y traseros para maletas). Monta un propulsor monocilíndrico, apodado LS410, fabricado en la factoría de Harris Performance (que también da vida al chasis) de 411cc que desarrolla 25 cv a 6.500 vueltas y un par de 32 Nm a 4.000 rpm.
Tendremos por primera vez un monoamortiguador de 180 mm de recorrido en el eje trasero y horquillas tradicionales de 41 mm de diámetro y 200 mm de recorrido. El peso, eso sí, no estará de su lado llegando a los 182 kg en seco. Un punto a favor son los 220 mm de distancia libre al suelo y los 15 litros del depósito llegando a una autonomía de 450 kilómetros por tanque. Llantas de 21” delante y 17” detrás calzando gomas mixtas y frenos con pinzas de dos pistones y disco de 300mm y 240mm detrás.
El cuadro de instrumentos contará, además de los básicos con lo más útil en estas motos:, consumo e indicador de nivel, ¿para qué más? En cuanto a maletas y bolsas se refiere, Royal Enfield pone a nuestra disposición tanto las duras en aluminio como blandas.
Royal Enfield Himalayan, una experiencia
Pero sin duda lo que marca la diferencia entre esta Royal Enfield y otras motos de corte económico de otras marcas, es que ellos se han preocupado por saber vender una experiencia y no se han conformado con tener una moto barata en su catálogo. Casi todas las marcas tienen un modelo más o menos asequible, ¿pero se ocupan de decirte qué puedes hacer con ella? Ese punto se deja en el aire puesto que no es su producto estrella.
Para Royal Enfield su Himalayan es un orgullo y quizás por eso, aunque carezca de electrónica alguna o asistencias y ayudas, ha montado en torno a ella toda una historia que pondrá la piel de gallina a más de uno.