Pruebas

Hanway Tourer 125

Si tienes carné de coche y buscas un rueda alta a buen precio, no dejes de echarle un vistazo a este Hanway. Además de ofrecerse a un precio rompedor, no le falta detalle para aseverar que en pocas ocasiones conseguirás realizar una inversión más provechosa.

Luis López / Fotos: Lluis Llurba

3 minutos

Hanway Tourer 125
Todo parece indicar que las ventas, de un tiempo a esta parte, se encuentran estimuladas por el precio: el más bajo, vence. Pero al consumidor no le vale cualquier aparato con dos ruedas y un motor. El tiempo da y quita razones a cualquier producto y este es un caso más en el que se debe demostrar su valía pasados los años y los kilómetros. De entrada, se trata de un rueda alta en el que apenas se echa en falta ningún detalle importante. Fíjate, por ejemplo, en el empleo de caballete central y lateral, el hueco disponible tras el escudo con dos guanteras abiertas, el enorme y espacioso asiento o el baúl con el que se ofrece el Tourer como promoción… y sin aumento de precio, ya de por sí rebajado de 1.600 a 1.399 euros, gastos de gestoría aparte. La cuestión es si de verdad necesitas un «top case», o dicho con otras palabras, si su empleo es sinónimo de «no hay espacio suficiente bajo el asiento»; teniendo en cuenta que este no cierra cuando intentas alojar un integral bajo él, ya está todo dicho. Por cierto, sí cabe un integral atrás, pero con él ocupas al completo la capacidad disponible. Para rematar, debes tener en cuenta que la plataforma plana te dará mucho juego. No falta el habitual gancho para llevar el bolso, la mochila o alguna que otra bolsa de plástico con la compra del súper. Todo bien controlado y sujeto, como debe ser.

Cómodo y ágil

Las sensaciones en marcha no distan mucho de cualquier scooter de rueda grande. Agradeces el hecho de que el generoso diámetro de las llantas se trague, sin demasiados reparos, las lamentables imperfecciones de un asfalto más propio del Tercer Mundo que de una gran urbe, supuestamente olímpica, como Madrid. El Tourer avanza lento y parsimonioso a cada arrancada. El embrague se toma su tiempo y tampoco admite de buen agrado rápidas recuperaciones; un giro repentino del gas a medio régimen no implica necesariamente una inmediata respuesta.
 
Pero sin duda sus puntos fuertes se encuentran lejos del rendimiento del motor. Yo diría que lo que de verdad importa es que este forma parte de un todo. Cada pieza contribuye al conjunto y ninguna de ellas, por separado, logra despuntar por méritos propios. Por ejemplo, la horquilla se muestra un tanto blanda, pero con la potencia disponible del monocilíndrico o la propia de frenado tampoco acaba de ser un inconveniente. De hecho es más bien todo lo contrario. El tacto general de este Touring es suave y armonioso. Resulta bastante confortable conducirlo a ritmos tranquilos, un poco más de lo que el caótico tráfico nos tiene acostumbrados por las incomprensibles prisas del 90 por ciento de los usuarios. Con el Touring llegas a tu destino tan cómodo y tranquilo, que parece el vehículo perfecto para ser empleado como terapia antiestrés…

Con reservas

Es su ambiente ideal. La ciudad, con sus tortuosas calles y enmarañado tráfico, es donde más y mejor se expresa este Hanway, pero si necesitas salir al extrarradio la situación cambia. La velocidad máxima que es capaz de desarrollar no ofrece grandes concesiones a la seguridad, por lo que deberás restringirte a usar el carril derecho y esperar, tras la tediosa furgoneta de reparto, por no poder rebasarla. Un detalle curioso es que cuanto más te acercas a los 90 km/h de su marcador, consigues más aplomo de dirección. Esa sensación de cierta falta de pisada firme entre baches y adoquines, se convierte en mayor estabilidad a medida que te aproximas a su techo en carretera. Por cierto, y hablando de rodar a tope con el Hanway, deberás tener en cuenta que la velocidad indicada no es la real, pero al revés que la mayoría de vehículos que puedes conducir, el Touring marcará de menos… La diferencia es de solo cuatro kilómetros por hora, difícilmente apreciable pero cierta según las mediciones de nuestro Centro Técnico.
 
De todo ello se desprende lo comentado al inicio de esta prueba: por unos 1.500 euros, ya matriculada y en la calle, dispones de las ventajas de un scooter de rueda alta con tarima plana, huecos para alojar objetos tras el escudo, bajo el asiento y en el baúl trasero, suave de suspensiones y motor también dulce pero poco brioso. Es probable que si te mueves solo entre las calles de tu ciudad apenas necesites nada más, pero si me dieran a elegir un solo punto mejorable me tiraría de cabeza por un consumo algo más ajustado; los más de 5 litros a los 100, teniendo en cuenta el rendimiento del monocilíndrico, parecen algo elevados… Sin duda, la perfección no existe.