El éxito de LML en sus primeros dos años con la Star hizo que Piaggio volviera a comercializar en el año 2011 la Vespa PX, que había retirado del mercado en 2007. Las buenas cifras de ventas se registraron sobre todo en Italia, pero lo cierto es que, fríos números aparte, LML se había hecho un hueco en toda Europa. Su principal argumento de venta era la posibilidad de personalizar totalmente el scooter con un catálogo de colores y extras casi infinito y elegir entre cinco motores posibles: 125 2T, 125 4T, 150 2T, 150 4T y 200 4T. El inconveniente es que eso forzaba a los importadores nacionales a tener un inmenso stock, muy difícil de colocar en países como España y más en estos momentos de caída generalizada de ventas.
A pesar de la esta variedad de cilindradas y equipamiento, todas las Star del catálogo de LML montaban cambio manual de 4 velocidades en el puño izquierdo; todo sea dicho, de funcionamiento bastante tosco. Este sistema de transmisión, que tanto gusta a los amantes de los modelos clásicos, echaba para atrás a los compradores más jóvenes y el público femenino, porque es poco práctico y supone un problema más de mantenimiento, pues si no se tiene experiencia se castiga mucho el embrague.
Con la llegada de la transmisión automática por variador y el embrague centrífugo (como la mayoría de los scooter modernos) la LML se hace más universal y, ahora sí, tiene la posibilidad de llegar a todos los públicos. El motor es nuevo e inédito, con la transmisión por el lado izquierdo, ocupando el espacio en el que antes descansaba la rueda de repuesto. Y para embutirlo en el chasis de chapa, los ingenieros de LML han tenido que currárselo bien, inclinándolo mucho, a pesar de lo cual, vemos como ha habido que ganarle unos centímetros bajo el siento para hacerle hueco a la caja de balancines.
Uno de los cambios más importantes es la sencillez de conducción y la mejora de la postura del piloto en general. La maneta de la izquierda ya no es el embrague, sino el freno trasero, y esto permite ir más relajado y sin forzar la muñeca. Desaparece el pedal, y queda más sitio para el pie derecho, con lo que estamos más cómodos, y permite tener más tacto para dosificar la frenada trasera, puesto que con el pedal es más fácil bloquear la rueda.
Por lo que respecta al motor, todos son alagos si lo comparamos con la versión de cambio manual. Es ágil de movimientos, tiene brío al primer golpe de gas y llega a rozar los 100 km/h reales, suficientes para no comprometer la seguridad cuando circulamos por nuestras bacheadas ciudades con las ruedas de 10 pulgadas.