Su condición de
«híbrido» le deja a medio camino entre un «GT» de aspiraciones
deportivas, un ciudadano de aspiraciones «GT» o en
definitiva una combinación de todos ellos con la que consigue
cumplir en casi todos los campos.
En esta ocasión
la unidad de la que disponíamos alcanzó los casi 105 km/h
reales de velocidad punta, su motor cuenta con refrigeración
líquida, y si a esto le unimos su pantalla y ancho frontal
nos permite salir de la ciudad por circunvalaciones y vías
rápidas sin problemas.
Otro de sus puntos fuertes es la frenada,
ha sido uno de los mejores en la frenada «total», actuando
en ambas manetas a la vez, y es que una rueda delantera
especialmente ancha (un 120) nos permite apurar la
potencia del disco delantero. Si este extra de goma lo agradecemos
en las detenciones no podemos decir lo mismo a
la hora de sortear conos, el Majesty nos se encuentra cómodo
en las estrecheces y por eso no puntúa del todo bien
en cuanto a manejabilidad y agilidad. Es confortable pero
no tanto para el pasajero que acusará un asiento algo duro
y la ausencia de unas estriberas plegables. Bajo el asiento
cabe un integral y varias cosas más.
LO MEJOR
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<td><p>-Frenada<br>
-Comportamiento<br>
-Comodidad piloto</p>
</td>
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LO PEOR
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-Sin plataforma plana
-Agilidad
-Confort pasajero |
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