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Pablo, ¿de verdad conocías mucho la personalidad de tu padre?: la columna de Mariano Urdín

Con la victoria en el circuito de Losail en Qatar, Marc Márquez la logrado su 91ª victoria en Grandes premios, superando al Campeonísimo Ángel Nieto.

Mariano Urdín

4 minutos

mariano urdin

 Ante tan importante efeméride, quiero rendir un sentido homenaje a mi admirado, a mi ídolo, Ángel Nieto, campeón entre campeones. Creo que he escuchado, leído o contado cien veces la apasionante historia de nuestro ilustre zamorano. Nacido el 25 de enero de 1947, aunque siendo apenas un bebé, con un año de vida, su familia se mudó a Madrid en busca de un futuro mejor, concretamente al barrio de Vallecas, donde Ángel se crió y creció. Allí le inocularon el veneno del motociclismo, dejó el negocio de la pollería familiar y buscó trabajo como aprendiz en un taller de motos de su barrio que regentaba otro gran personaje del mundo del motor, Tomás Díaz Valdés, tristemente fallecido en marzo del 2020.

Si te contara todo lo que me gustaría contarte sobr Ángel Nieto, tendría que utilizar este número de la revista entero, así que voy a intentar resumir lo más posible. Una vez demostrado su incipiente talento a los mandos de una moto de competición, Ángel firma su primer contrato como piloto de Derbi en 1964. Al año siguiente consigue la primera victoria de su vida en el Campeonato de España (125 cc) en Sevilla y en 1967 hace su primer podio en una prueba del Campeonato del Mundo, 2º en el GP de Holanda en la categoría de “las tazas de café”. 

En los 24 años que se mantuvo participando en el Campeonato del Mundo de Velocidad consiguió seis campeonatos en la categoría de 50 cc (1969, 1970, 1972, 1975, 1976 y 1977) y siete en la categoría de 125 cc (1971, 1972, 1979, 1981, 1982, 1983 y 1984), total 12+1. Cuenta con las consabidas 90 victorias en GP y ha subido al podio en 139 ocasiones. Además, logró cuatro subcampeonatos del mundo y 23 títulos de Campeón de España.

Para un servidor fue mi inspiración. Estuve en el circuito del Jarama en el año ’71. Para mí Ángel era… parte de mi vida, con 15 años tenía tres póster suyos en mi habitación, uno con la 50 cc con el radiador de agua frontal del carenado, otro con la 125 cc de ‘72 y otro que me encantaba, un retrato suyo, debía ser del año ’67 con un casco Cromwell tipo chichonera con gafas de cuero Climax. En esa foto debía de tener unos 20 años, pero ya en su gesto tenia cara de hombre maduro, una mirada con una determinación absoluta y el brillo en sus ojos de una ambición sin límites.

Para mí Ángel, no fue solo un campeón de motociclismo, era el símbolo del talento, del tesón, de la inteligencia, de la astucia para plantearse sus tácticas, era capaz de intimidar a sus rivales y ganarles casi desde antes de formar en la parrilla de salida. Sin ninguna duda, uno de los mejores estrategas en competición que ha existido.

Luego estaba su habilidad para leer la carrera, estudiar a sus rivales y saber exactamente dónde y cuándo atacar, que solía ser cuando menos se lo esperaba su incauto rival. A veces simulaba que algo no le funcionaba bien, para que su contrincante se confiara y le sorprendía en la última vuelta y muchas veces hasta en la última curva. Esos ataques se convirtieron en legendarios. Es innegable que Ángel tenía un talento inmenso, pero sin duda lo mejor estaba dentro de su cabeza, la enorme velocidad a la que le funcionaba su cerebro, él tenía una planificación que procuraba ejecutar de forma precisa, pero al mismo tiempo, si la situación lo requería, era capaz de improvisar, de mantener la calma en medio del caos y esperar su momento con paciencia y sangre fría. Sabía cuándo adelantar, dónde arriesgar y, sobre todo, cuándo era mejor ceder para volver a atacar y ¡ganar!

Ahora viene mi segunda parte, que fue el emotivo y sincero homenaje que le tributó Marc Márquez en el pasado GP de Argentina al igualar su cifra de 90 Grandes Premios. Precioso detalle del de Cervera. No me cabe duda que Marc es el mejor discípulo de Ángel, al que se le pueden aplicar también casi todas las virtudes dichas del maestro Nieto en estas humildes líneas. Pero lo que me dejó perplejo es lo que dijo su hijo Pablo Nieto, en la entrevista de Izaskun Ruiz sobre el detalle de Marc con su padre. Transcribo sus palabras de forma literal: “Que Marc le haya igualado… quieras que no… A mi padre siempre le gustaba que le igualaran o que le superaran, era algo que siempre… Él lleva el motociclismo dentro y… es de agradecer, simplemente agradecer, pues siempre que se acuerdan de mi padre… es un honor…”.

Evidentemente Pablo estaba muy emocionado, muy agradecido con el detalle de Marc y no sabía muy bien qué decir. Si Ángel levantara la cabeza, se quedaría tan “ojoplatico” como me quedé yo. Evidentemente también estoy seguro que Ángel Nieto como padre, no tiene nada que ver con el Ángel Nieto piloto rival en la pista. Ángel ¡no quería perder ni a las canicas! Solo tenía un objetivo desde que se montó en una moto de competición hasta que lo dejó en el ’86, y ese era simplemente ganar. Era lo único que importaba y ponía todos los medios que tenía a su alcance y más para lograrlo. Cuando Derbi se retiró a finales del ’74, Ángel se las ingenió para ganar el Mundial de 50 con una Kreidler que él se consiguió moviendo todos sus hilos. Al año siguiente se las ingenió para que Bultaco comprara Piovaticci y a sus dos ingenieros, y ganó dos mundiales más. Y cuando Bultaco entró en crisis, se ofreció a Minarelli (que era la que ganaba entonces), pasó por encima de los pilotos oficiales italianos y ganó otros dos mundiales (en el ’79 y ’81). Y luego hizo lo mismo en Garelli en el ’82, ’83 y 84.

Así que mi querido Pablo, eso de que a tú padre le gusta que le igualen o superen sus metas… Con todo el respeto, me “escojono”.
Ángel Nieto al igual que Marc Márquez, es un monstruo de la competición, un depredador nato con un intenso, voraz y constante hambre de victorias y creo que los grandes campeones de la historia del motociclismo, que apenas se cuentan con los dedos de una mano, ¡tienen que ser así!

A Ángel, lo que realmente le habría encantado, es haber superado los 15 títulos de Agostini y haber vencido más de 122 Grandes Premios, para superar al astro italiano. A día de hoy creo que es muy difícil que alguien logre superar esa marca, pero es posible que, igual que debió pensarlo Valentino Rossi, puede que a Marc también se le pase esa lejana idea por la cabeza.

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