Toprak Razgatlioglu tiene 27 años, una edad considerada por mucha gente como la óptima en términos de rendimiento deportivo. El turco, que en 2018 llegó al Mundial de Superbike como un diamante en bruto, se ha ido puliendo con el paso de las temporadas hasta convertirse en un piloto extraordinario que ha logrado dotar de eficacia a su proverbial espectacularidad sobre la moto.
Han sido cuatro años brillando en azul Yamaha, cada vez con más intensidad, que llegan a su término con este 2023, en el que ha tenido que despedirse como subcampeón mundial en una temporada en la que por momentos ha rozado la perfección, subiendo al podio en 33 de las 36 carreras, y llegando a enlazar hasta veinte presencias consecutivas en el cajón.
En Jerez, el turco tuvo una despedida bastante agridulce de la Yamaha YZF-R1: tras un brutal duelo con Álvaro Bautista, consiguió cruzar primero la línea de meta… para ser desposeído de la victoria por rozar el verde a la salida de la última curva, donde había firmado un prodigioso derrape marca de la casa para mantener la moto en pista tras superar al español.
Lo sucedido en esa última curva sirvió, en realidad, como un perfecto ejemplo de lo que fue el resto de la temporada: Razgatlioglu bailando con maestría sobre los límites de la moto y de la pista para intentar doblegar la resistencia de Álvaro Bautista y su Ducati Panigale V4R. Un duelo tan fantástico como, a tenor de lo visto, desigual.
No ya solo por la superioridad de la Panigale, sublimada por la destreza del español; sino por las carencias de una Yamaha que alcanzó su cénit en la temporada 2021, cuando Razgatlioglu devolvió a la marca de los diapasones a lo más alto del Mundial de Superbike, doce años después del hasta entonces único título de los de Iwata, logrado por Ben Spies en 2009.
En 2022 pasó demasiado tiempo entre dos aguas y, para cuando quiso reaccionar y empezó a encadenar victorias -logrando un total de 14-, Bautista ya se le había escapado. En este 2023, Toprak ha cuajado su mejor temporada con diferencia, alcanzando un nivel absolutamente superlativo para, al menos, evitar que Bautista ganase todas las carreras del año con diferencias abismales.
Analizando el conjunto, en este 2023 no se le puede achacar nada. Apenas dos ceros en todo el curso -incluyendo el doloroso reventón de Most- y un cuarto puesto como peor resultado en meta son los datos que prueban una regularidad bestial; algo que no hace sino evidenciar el alcance de una madurez deportiva que le ha convertido en un piloto total.
Teniendo claro eso; y viendo cómo una y otra vez la Panigale le abrasaba en recta mientras él llegaba al tope de gas de la R1, la ecuación se despejaba fácil: la Yamaha ya no podía competir contra la Ducati. Por eso decidió aceptar la oferta de BMW y subirse a una moto cuyo potencial es todavía desconocido y, por lo tanto, ilusionante.