Como sucede con tantos pilotos jóvenes, el principal problema de Nicolò Bulega no lo tenía él, lo tenía el resto con las expectativas. En una época donde el motociclismo italiano tenía una sed enorme de victorias, su título en el Mundial Junior de Moto3 2015 con el número 46 y los colores de la Academia de Valentino Rossi le puso todos los focos encima.
Cargado de moral e ilusión, llegó al Mundial con el VR46 y en su cuarta carrera -la primera que disputaba en un circuito conocido- se hizo con la pole y subió al podio de Jerez. Y claro, las expectativas se dispararon todavía más, elevándose muy por encima de lo que hasta la fecha había demostrado el espigado joven procedente de la Emilia-Romaña.
Los resultados dejaron de acompañar, por lo que la caída de popularidad fue todavía más vertiginosa que el ascenso, saliendo por detrás de la academia de ‘Il Dottore’ tras un año en Moto2. Gresini acudió en su auxilio, pero tras dos temporadas decepcionantes se quedó sin sitio en parrilla tras disputar 99 grandes premios y solo dos podios, ambos en 2016.
Por arte de birlibirloque, le apareció sobre la mesa una oferta del Aruba.it - Ducati para ser piloto oficial de la marca en el Mundial de Supersport, cuya apertura normativa permitía la entrada de la V2. Así, con 22 años y totalmente denostado en los prototipos, se abría ante él una nueva oportunidad de comenzar prácticamente desde cero en otro entorno muy diferente.
Se juntaron el hambre y las ganas de comer: Ducati, que nunca había conquistado el Mundial de Supersport, ya que su único título en la categoría databa del inaugural 1997, cuando era Copa del Mundo. Y Bulega, que llevaba cinco años sin subir al podio. En la segunda carrera ya pisaron el cajón, sumando hasta nueve para acabar en tercera posición.
Sin embargo, la victoria no llegaba. Para colmo, Triumph, MV Agusta y Kawasaki habían logrado arrancar alguna victoria a Yamaha. Todas menos Ducati. Y así, en 2023 se plantaron en la parrilla de Phillip Island arrastrando dos sequías terribles: Bulega llevaba 2.673 días (más de siete años) sin ganar una sola carrera. Ducati acumulaba 6.355 días (17 años) sin ganar en Supersport.
Ese día, la victoria llegó, y al día siguiente se sumó otra. Con un año de experiencia sobre la moto y la confianza en su pilotaje recobrada, las sequías se transformaron en un impresionante diluvio de triunfos. Tras seis años compitiendo a nivel mundialista sin una sola victoria, Bulega acababa la temporada como campeón con 16 victorias y 21 podios en 24 carreras.
Su temporada 2023 ha sido el fiel reflejo de lo que puede hacer un piloto talentoso cuando encuentra su sitio y derrocha confianza sobre la moto. Ahora toca el más difícil todavía: demostrar que ese rendimiento no ha sido flor de un año y conseguir brillar también con la Panigale V4R en Superbike, donde -para más inri- tendrá que compartir box con Álvaro Bautista.
