No es que MotoGP se haya convertido en Masterchef de la noche a la mañana, pero sí se puede establecer un paralelismo. De los muchos concursantes que comenzaron el año en Portimao, solamente tres han llegado a la final y uno (Marco Bezzecchi) parece completamente descartado.
A falta de tres grandes premios, ya parece indiscutible que el título de MotoGP 2023 estará entre el italiano Pecco Bagnaia y el español Jorge Martín.
Una relación de fuerzas que ha sufrido varios vaivenes en los últimos meses: cuando parecía que Bagnaia iba a darse un paseo triunfal hasta su segundo título, llegó su lesión. Y, al mismo tiempo, Martín destapó el tarro de las esencias y entró en una fase de flujo que llevó a dar la vuelta al campeonato.
Martín tenía la velocidad, la inercia y la confianza. Parecía disparado hacia el título hasta que un par de errores -uno en pista y otro de elección de neumático- le privaron de dos victorias que casi se daban por seguras. Mientras tanto, Bagnaia había apretados los dientes para minimizar el daño y se encontró con un pequeño colchón en la clasificación general.
Si Indonesia y Australia eran dos retos para ambos, el ganador fue Bagnaia. De ahí la importancia del reto de Tailandia, especialmente para Martín. Un tercer varapalo le hubiese dejado a merced del italiano, experto en guisar un título a fuego lento. No se le podían hacer más concesiones, sobre todo siendo el piloto más rápido.
Sin embargo, Buriram le planteó un reto más difícil que los anteriores. De cara al domingo, no era el piloto con más ritmo. A cambio, había recuperado su voracidad a una vuelta y partía en pole, una pequeña ventaja que acabaría siendo decisiva.
Los pronósticos se cumplieron: Jorge Martín no fue el más rápido en ninguna de las vueltas de la carrera de Tailandia, pero ganó. Después de perder dos carreras en las que era el más rápido, ganó sin serlo. Gestionando la carrera a la perfección y saliendo victorioso en el cuerpo a cuerpo.
Fue, seguramente, la mejor victoria de su vida. Conseguida, además, en el momento más oportuno.
Todo el mundo decía que era él quién tenía la sartén por el mango, pero por unos motivos u otros no conseguía darle la vuelta a la tortilla. En el momento decisivo, algo le bloqueaba.
Este título ya no se va a cocinar a fuego lento. En un abrir y cerrar de ojos van a tener un reto de gastronomía malasia, otro de cocina catarí y, finalmente, un menú valenciano donde alguno podría llegar ya con el arroz a punto de pasarse.
Un triplete final que Martín ya no afronta en fase de flujo. Ya no le sale todo bien casi hasta sin querer, como pasaba hasta hace poco más de un mes. Pero es que tampoco le hace falta. Ahora no lo encomienda todo a la velocidad: también gestiona de forma inteligente y se exhibe en el cuerpo a cuerpo.
Ahora tiene algo más importante: ha aprendido, a marchas forzadas, a dar la vuelta a la tortilla cuando parece estar a punto de quemarse. Vuelve a tener la sartén por el mango y se ha hecho un cursillo de cocina exprés. Ahora sí que da miedo y, además, depende de sí mismo para ser campeón del mundo de MotoGP 2023. Tiene todos los ingredientes, pero no puede fallar en la elaboración.