En 1998 se sentaron las bases del actual motociclismo español. Fue un año clave. Mientras que en el Mundial todos los esfuerzos se volcaban en conseguir la ansiada corona de 500, que históricamente se resistía a los pilotos españoles, la actividad nacional vivía una severa crisis. En 1997 el Campeonato de España contaba sólo con dos categorías, 125 y Supersport, y sólo había otras tres competiciones de carácter nacional: la Copa Cagiva 125, la Copa Aprilia 250, y la Copa Ducati 750. Eso es lo que se encontraban los niños que llegaban desde las minimotos: un salto al vacío que auguraba poco futuro a nuestro deporte.
Sin embargo, contra todo pronóstico, en 1998 se fraguó la generación más brillante del motociclismo español, una generación de la que salió Jorge Lorenzo, el último que ha permanecido en activo en el Mundial de MotoGP más de veinte años después. Resulta curioso el increíble paralelismo con lo sucedido un siglo atrás en nuestro país, cuando en medio de una profunda crisis moral y social producto de la pérdida de las últimas colonias españolas y la desesperanza existente, surgió uno de los colectivos más brillantes de la historia de la cultura española: Machado, Azorín, Unamuno, Baroja, Valle-Inclán, Blasco Ibáñez… Cien años después, en otro ámbito bien diferente, surgieron los Fonsi Nieto, Debón, Elías, Pablo Nieto, Lorenzo, Pedrosa, Bautista, Barberá, Faubel, Simón, Gadea, Terol… Con el paso de los años atesoraron doce títulos mundiales, trece subcampeonatos, y 208 victorias.
El CEV y la Copa Aprilia en 1998, y la Movistar Activa Joven Cup en 1999, sentaron las bases del dominio español en el Mundial de MotoGP
Nada sucedió por casualidad. En 1998 Dorna tomó la determinación de poner en marcha el CEV, dando una proyección internacional al Campeonato de España, lo que atrajo el interés de pilotos de muchas nacionalidades. Fue una forma de fortificar el Nacional, de manera que los pilotos que fueran accediendo a él encontraran un campeonato con la calidad suficiente para contar con la experiencia necesaria cuando les llegara el momento de dar el salto al Mundial. Pero todo estaba por hacer.
Al mismo tiempo, ese mismo año Aprilia implementaba su campeonato de promoción introduciendo la categoría de 50, una clase que destinada a captar a los pilotos más jóvenes y enfrentarlos a auténticos circuitos de velocidad. Allí empezaron Jorge Lorenzo y Álvaro Bautista, entre otros, y un año después, de nuevo por iniciativa de Dorna, se puso en marcha la Movistar Activa Joven Cup, una nueva y revolucionaria fórmula de promoción donde se daría a conocer Dani Pedrosa.
Ese grupo de niños que se asomó a las carreras de verdad en 1998 fue creciendo y avanzando a lo largo de los años, encontrándose una y otra vez en muchas competiciones, tanto dentro como fuera de España. Cada cual fue haciendo su camino, pero entre 2001 y 2003 la mayoría eclosionó en el Mundial, dando pie a la que hasta el momento ha sido la generación más brillante de la historia del motociclismo español.
Los últimos de Filipinas
El paso del tiempo ha ido haciendo mella en todo. Poco a poco la generación del 98 se fue desmigajando, perdiendo elementos y viendo como ese grupo generacional tan brillante iba abandonando paulatinamente el escenario de sus éxitos, y con la ahora anunciada marcha de Jorge Lorenzo llega el final a esta generación. Lorenzo, junto a Pedrosa y Bautista, que abandonaron MotoGP al finalizar el Mundial 2018, han sido los últimos de Filipinas.
Es cierto que Bautista sigue activo en el Mundial de Superbike, rindiendo a gran nivel y peleando por el título, pero ya dentro de un ámbito muy diferente de aquel en el que se dio a conocer. Elías en MotoAmerica, Barberá en el BSB, y Terol corriendo en Resistencia y MotoE se mantienen en competición, aunque en estos momentos no sabemos si seguirán en 2020, pero ya hace años que abandonaron los Grandes Premios.
Con la despedida de Lorenzo se pone fin a un ciclo. Él era el último de su estirpe, y el primero que abrió el camino de la victoria en MotoGP, dando paso a una década prodigiosa donde Casey Stoner (2011) ha sido el único que ha conseguido evitar el dominio absoluto de los pilotos españoles desde 2010. Tras el título del australiano, desde 2012 España reina en MotoGP de la mano de Lorenzo y Marc Márquez, lo que representa el periodo más largo de hegemonía de un país en la máxima categoría en toda la historia del campeonato.
Cambio de era
No cabe duda que con la marcha de Lorenzo el Mundial de MotoGP asiste a un cambio de era. Y sin embargo, hay algo que permanece inmutable al paso del tiempo: Valentino Rossi. El campeón italiano estaba en la cima del campeonato cuando la generación del 98 llegó al Mundial. Y cuando Pedrosa, Stoner y Lorenzo aterrizaron en MotoGP entre 2006 y 2008, todo indicaba que serían los hombres que jubilarían a Valentino. Y sin embargo, ellos han terminado dejando las carreras y Rossi permanece ahí, firmemente asentado en el garaje de Yamaha y con la determinación de seguir allí durante tanto tiempo como él mismo desee.
Marc Márquez desembarcó en MotoGP en 2013 y acabó desbordando las capacidades de Lorenzo y Pedrosa, aunque el mallorquín aún tuvo la ocasión de superar a Marc en 2015. Pero el dominio de Márquez es casi absoluto desde su debut, marcando un nuevo tiempo en el campeonato.
"Esta generación se está yendo a casa. Es preocupante porque no son pilotos tan reemplazables". (Alberto Puig)
Por ley de vida, tendría que haber surgido ya alguien que pusiera en cuestión el dominio de Márquez, pero en estos momentos no hay contrapoder a la vista. Desde que la generación del 98 se hizo con las riendas del campeonato hace más de una década no ha vuelto a aparecer otro grupo semejante. Sirvan aquí las palabras de Alberto Puig ayer, tras la rueda de prensa de despedida de Lorenzo: “Mi reflexión es esa, que nos quedamos sin uno de los grandes. Si nos fijamos cada año, uno de los grandes pilotos de una generación, ya un poco pasada, se están yendo a casa. Eso es preocupante, porque son pilotos de mucho nivel y hemos perdido a varios en unos años. Si te fijas bien, estos pilotos no son tan reemplazables".
La vida sigue. Lorenzo deja atrás las carreras con 32 años, en una buena forma física, con salud y plenitud, y se prepara para su mayor desafío: dejar de ser un personaje para intentar ser una persona normal. El mayor reto de su vida.