De forma súbita e inesperada nos hemos encontrado con el fallecimiento de Jesús Sánchez “Bolita”, víctima de un infarto a los 82 años de edad. Todos en el mundo de la moto de campo en la zona centro de nuestro país conocían y admiraban a Jesús, un apasionado de la moto como pocos hemos llegado a conocer. No en vano, hace apenas dos semanas participaba en el VI Nacional Pre60 disputado en Vinuesa (Soria), donde precisamente se le rendía homenaje, y en el que él no dudó en rodar con sus propias motos.
“Bolita” fue uno de esos extraordinarios pioneros que abrieron el camino de la moto de campo en España en los años 50 y 60. Vinculado al motociclismo desde joven, primero como mecánico, después como piloto oficial de Bultaco y OSSA, y posteriormente al frente de su propio taller, Jesús Sánchez fue un habitual del motocross, la regularidad, el todo terreno y el trial, y en todas las especialidades destacó, tanto a nivel nacional como internacional.
En los años sesenta disfrutó de sus mayores logros deportivos, conseguidos en el todo terreno, como las medallas de bronce en los ISDT de Zakopane (Italia) de 1968, o en los inolvidables Seis Días de El Escorial de 1970, en la primera ocasión que los ISDT recalaban en España, así como el oro que firmó en los Dos Días de Todo Terreno de Barcelona en 1968, y los Dos Días de Madrid de 1966, y el subcampeonato de España de Todo Terreno que alcanzó en 1967.
Verse en compañía de Jesús Sánchez suponía disfrutar de una velada inolvidable gracias a su extraordinario carácter, su buen humor, y esa interminable retahíla de recuerdos y anécdotas con las que aderezaba cualquier charla, como los encuentros que suelen mantener con regularidad los amantes de las motos clásicas en Madrid, a los que “Bolita” acudía puntualmente. Se sentía muy orgulloso de su trabajo, de esas afinadas motos que había conservado y restaurado, sus Impala, Metralla y Mercurio, con las que participaban en eventos de clásicas de forma habitual.
Ahora nos hemos quedado sin su presencia, pero seguimos teniendo su compañía, porque volveremos a sentirle a nuestro lado cada vez que oigamos el rugido de una moto clásica española. Hasta siempre, Jesús.