Tras la aparición de la Kawasaki ER-6 el pasado año, no es de extrañar que la marca japonesa aprovechase las excelencias de su propulsor bicilíndrico en línea para animar otro tipo de montura. Así nace la Versys, que mantiene el carácter «todo uso» de su hermana, pero le añade un plus en capacidad rutera y confort para el pasajero.
Además, entra a formar parte de un cada vez más extenso grupo de motos que toman la apariencia y algunas características de las trail, pero mejorando claramente sus cualidades en carretera. En este sentido realmente pocas rivales directas se le pueden encontrar al ir propulsada por un motor de dos cilindros.
Sólo la Ducati Multistrada 620 y la Suzuki V-Strom 650 se le asemejan, aunque la primera tiene un carácter más deportivo y la segunda es más aparatosa y de corte más turístico.
El motor bicilíndrico en línea de la Versys 650 rinde un excelente nivel. Su particular sonido te acompaña en todo momento, empujando lo sufi ciente a bajo régimen. En medios tiene una pegada contundente y excitante. Aquí es donde mejor se desenvuelve. A partir de 8.000 rpm de marcador su ímpetu afl oja y pierde bastante terreno en comparación con la ER-6. Se puede rondar la zona roja a modo de sobrerrégimen, pero sólo en conducción deportiva, pues en cualquier otro caso no merece la pena.
También destaca por sus reducidos consumos, gastando en nuestra prueba 5,9 l cada 100 km. Resumiendo, la Versys 650 es una excelente alternativa como moto multiuso, que igual te lleva todos los días al trabajo que te permite disfrutar de tu carretera de curvas favorita o de un agradable viaje en compañía.
MINUTOS DESPUÉS…
Del primer contacto, empiezas a descubrir alguna de sus particularidades. Por ejemplo, al arrancarla en frío el estárter automático la mantiene a un régimen de revoluciones bastante elevado. No pasa nada, pero es ruidoso. Otro ejemplo, el giro del manillar es sobresaliente, y como es estrecha, se desenvuelve entre el tráfico como pez en el agua. Más características: los conductores bajos llegan relativamente bien al suelo pese a la altura de su asiento gracias a que no es ancho, y tanto ellos como los más altos deben acostumbrase a posar los pies por delante de los estribos.
Por eso a veces te das algún pequeño golpe en los gemelos con los mismos. Por último, los retrovisores reciben ciertas vibraciones en función del régimen del giro del motor, lo que provoca que no se vea perfectamente lo que pasa por detrás en algunas ocasiones.
En cuanto a los detalles y tacto general es discreta pero resultona. Así, el cuadro de instrumentos se lee de maravilla y con el tacómetro de fondo blanco es realmente atractivo. También lo es su estilizado colín con un piloto trasero compuesto por «leds» que nunca se funden. Las piñas de mandos son las habituales de la marca verde, mientras que el embrague es muy suave y descansado, y la bomba de freno más espartana.
Esto se traduce en la necesidad de ejercer una considerable presión para que frene con contundencia. Cuidado que esto no signifi ca que el equipo de frenos no esté sobrado de potencia, que así es. Por otro lado, está disponible en versión ABS con un precio 600 euros superior.
A su cambio de seis relaciones le ocurre lo mismo. Está bien escalonado y no es ruidoso, pero sí algo durillo de accionamiento y no demasiado preciso. Tampoco pasa nada porque no se trata de una súper deportiva.
TRAS UNAS HORAS…
Sobre la Versys 650, sus puntos favorables se imponen a los matices menos acertados. En ciudad es excelente pese a su altura de asiento, y en autopista hay que destacar su buena ergonomía (salvo los estribos altos), confort general y buena protección aerodinámica. Ésta viene dada por el voluminoso semicarenado y la discreta pero efectiva cúpula delantera (regulable en varias alturas con cuatro sencillos tornillos), que permiten mantener velocidades bastante elevadas sin que el aire llegue a incomodar.
En carreteras viradas, la Versys vuelve a ser agradecida con su conductor. La solidez de su chasis tubular acompañado de unas fi rmes suspensiones facilita la conducción deportiva. Es estable y da confi anza en curvas de todo tipo, se maneja de un lado a otro con facilidad y sensación de ligereza y los estribos no rozan en el suelo.
No está nada mal…
Se trata de una moto nacida sólo para conducirse en carretera. Sus neumáticos asfálticos, llantas de aleación de palos y firme reglaje de suspensiones lo dejan bien claro.
Al tomar sus mandos encuentras todo en su sitio, y tras recorrer los primeros metros ya te sientes a gusto. El manillar es plano y no muy ancho, el asiento estrecho y con un mullido correcto y los estribos están ligeramente adelantados y elevados (si mides de 180 cm para arriba te terminan por molestar las rodillas tras un buen número de kilómetros). En definitiva, es una posición de corte trail con un toque deportivo.
Lo mismo ocurre con sus suspensiones, que pese a tener un recorrido mayor al de las motos asfálticas convencionales, disponen de su misma fi rmeza. No balancean en conducción alegre, como suele ocurrir en las trail, y menos al circular más tranquilo.
Además funcionan notablemente en términos de capacidad para minimizar los efectos de los baches en cualquier circunstancia.
Puestos a destacar, acertado es el tarado de la horquilla convencional, muy progresiva y agradable, que además permite leer la carretera de manera efectiva. El amortiguador desarrolla un trabajo más discreto, pero también efectivo.