Mi sorpresa cuando llega la moto no es muy positiva; es una de las primeras motos del modelo 2001. El chasis y las llantas han dejad o de ser dorados como en el diseño original de la 916, y ya no es posible conseguir una del modelo 2000. Si me llegan a decir que con el tiempo me alegraría del cambio… Con mucho cuidado y un cierto temblor en las piernas, salgo a dar una vuelta con mi hermano para ver que soy capaz de llevarla sin estrellarme.
La sensación es indescriptible, con un único pero, el embrague, por lo demás la moto es increíble. Y qué decir cada vez que bajo al garaje es la deportiva más bonita que se haya fabricado en serie, al menos para mi gusto. Eso sin contar el sonido del motor, que me pone cardiaco en cuanto arranco… Vamos, que la disfruto hasta cuando me bajo, y no desaprovecho ninguna oportunidad para darme una vuelta con ella y sentirme Carl Fogarty mientras no puedo evitar una sonrisa de oreja a oreja cada vez que me veo sacando la rodilla en una rotonda (aunque apenas incline la moto, porque soy un «paquete»).
Tras motores tetracilíndricos, la experiencia de utilizar una marcha intermedia y no cambiar durante un buen rato es una gozada que me permite centrarme en la conducción. Sin embargo, pronto me doy cuenta de que esta moto te llama tonto continuamente, cuando entro mal en una curva con la Ducati me veo realmente apurado para corregir mi error y la verdad es que me llevo algunos sustos menores. Pero después de unos cuantos años con mi «peque» he aprendido bastante y gracias a ello mi seguridad en la moto ha aumentado una barbaridad. Como dice mi mujer, «ve a dar una vuelta con tus amigos y disfruta. a única condición que te pongo es que vuelvas entero a casa». Qué razón tiene…
La 748 tiene fama de ser una moto poco polivalente, difícil de llevar rápido, en la que no se puede llevar apenas equipaje, en la que el pasajero no tiene donde sujetarse. En principio todo ello parece cierto, pero yo he ido a ver carreras a Barcelona, Jerez o Valencia, he estado en concentraciones de motos y manifestaciones en Madrid (guardarraíles asesinos ¡no!), he viajado con mis amigos sin problemas con una simple maleta imantada y el pasajero sólo se ha apuntado a salidas cortas en las que nunca le he sobresaltado. ¿De qué pegas estaba hablando? Esta memoria mía…
A lo largo de los años mi moto me ha dado muchas satisfacciones pero también algún pequeño quebradero de cabeza, a veces cosas sin ninguna importancia y otros detalles con los que ha resultado más complicado lidiar. Desde que soy cliente del concesionario local, el dueño del concesionario, Alfonso Gasión o el «Dr. G» como se le llama a menudo en el «Cafre Racer Team» al que pertenezco, viene a ser mi Jeremy Burgués particular. Es una suerte encontrarse con alguien que se interese tanto por los clientes y siempre sepa darte un buen consejo. Volviendo a los quebraderos de cabeza, decidimos cambiar los discos de embrague con 30.000 km. Su tacto mejoró sustancialmente pero no llegó a desaparecer del todo el tirón inicial, y además el famoso ruido «de pandereta» del embrague en seco había ido aumentando hasta hacerse molesto, por lo que con unos 45.000 km decidí cambiarlo por un EVR.
Ese juego de campana y discos fue, como me han dicho más de una vez, la mejor inversión que he hecho en esta moto y llegó a los 97.000 km sin siquiera tener que cambiar los discos una vez. Solo una caída casi parado por la dichosa parafina de unos neumáticos recién estrenados me obligó a cambiarlo porque se dañó la campana al caer. Monté un embrague original porque tenía uno nuevo que compré a otro ducatista italiano y el nuevo iba menos fino que el EVR con más de 50.000 km… Increíble.
Otra pega repetitiva de esta moto ha sido el depósito de expansión de refrigerante, un tema conocido entre los propietarios de motos de esta familia (crea un poro). Se produjo por primera vez con 40.000 km, pero se fue repitiendo y cada vez duraba menos tiempo (a los 60.000 km, 85.000 km, 90.000 km, 98.000 km, 100.000 km). Al final parece que alguna junta estaba “tocada” y parte de la presión del motor pasaba al circuito de refrigeración. Aparte de temas menores que han ido apareciendo con los años, la moto no me ha dado ni un problema serio con excepción del regulador del alternador que «falleció» con 87.000 km y que ni siquiera dejó tirado.
Llegados a los 100.000 km me planteé qué hacer; la moto funcionaba estupendamente y cada día me gustaba más pero me preocupaba que en un momento dado pudiese decir «basta» porque sólo conocía a un amigo que hubiese hecho tantos kilómetros. Tras discutirlo con el «Dr. G» y hacerme una idea de los costes de hacerle una revisión profunda, la verdad es que estaba pensando en echarme atrás, pero entonces mi mujer me animó a restaurarla y volver a estrenarla después de todos estos años.
Así se hizo, y durante la revisión/restauración fue toda una sorpresa comprobar que casi todo, salvo tres balancines y un casquillo de biela, estaba dentro de especificaciones. En resumen, a pesar de la fama de las Ducati y más aún de la 748 en particular de ser motos que se rompen continuamente, mi «peque» ni me ha dado un problema, ni me ha dejado tirado en 11 años. Si las cosas no se tuercen mi idea es jubilarme de las motos dentro de un montón de años con mi «peque», que para entonces ya será legalmente una clásica y a la que no cambiaría con todos sus kilómetros por ninguna de las motos nuevas que he probado en los últimos años.
¡Saludos en L!